Cultura

CRÍTICA MUSICAL

Jazz for kids, hacia la madurez

El proyecto presentó su nuevo disco en la Diputación Provincial de Huesca

Jazz for kids, hacia la madurez
Jazz for kids, hacia la madurez
S.E.

EL TIEMPO vuela. Aunque parezca mentira, han pasado ya seis años desde que el proyecto Jazz For Kids echó a andar. Seis años ya de un proyecto ilusionante que ha contribuido a forjar una nueva generación de jóvenes músicos aragoneses de jazz. Niños, niñas y adolescentes que han ido creciendo al mismo tiempo que este proyecto pedagógico y que ahora se han convertido ya en jóvenes promesas del jazz. De la mano de Dani Escolano y Alejandro Esperanza, el proyecto ha ido madurando y ensanchando incluso sus fronteras geográficas, al estrechar lazos con proyectos análogos en Puerto Rico, Holanda y Estados Unidos. El concierto que Jazz For Kids ofrecieron en la DPH el viernes para celebrar su sexto aniversario sirvió también para marcar el final de una etapa. La primera promoción, formada por los chavales que iniciaron el proyecto, se licenciaba en este concierto para emprender su camino hacia la madurez y para dejar paso a nuevos alumnos y alumnas que vienen ya pisándoles los talones.

Y aunque en un proyecto de este tipo (que en la DPH se presentó en formato de big band) lo que cuenta sobre todo es el esfuerzo colectivo y el empaste del conjunto, el espíritu de Jazz For Kids se podría personificar en dos de sus componentes. El trompetista Álvaro Ocón representaría, en cierta forma, al alumno aventajado, al músico con un radiante futuro, y la niña de 10 años María Corvinos, saxofonista y dueña de una voz prodigiosa, representaría esa nueva savia que garantiza la continuidad del proyecto. Dicho esto, hay que reconocer la valía de todos y cada uno de los componentes de un proyecto cada vez más sólido.

Pero el concierto del viernes sirvió también para presentar el nuevo disco de Jazz For Kids (Goodbye Tacky Shirts!) que fue repasado al completo. Bajo la batuta de Dani Escolano, recién estrenado como padre y orgulloso de que su hijo estuviera en la sala, la actuación se abrió con el funk vibrante de In the Stone, de Earth Wind & Fire, el tema con el que comienza el disco.

Después, la cantante y actriz argentina Pato Badián, invitada de honor, acometió una curiosa versión del Smells like teen spirit de Nirvana, gran himno del grunge. Tomó el relevo el complejo entramado sonoro y los planos superpuestos de Windows de Chick Corea, y después llegó la balada Goodbye Pork Pie Hat de Charlie Mingus, a ratos sutil, a ratos solemne.

Más tarde sonarían dos temas de dos grandes trompetistas: Milestones de Miles Davis y A night inTunisia de Dizzy Gillespie a ritmo de latin jazz, en el que brilló de forma especial otro de los invitados estelares, el saxofonista Carlos Santos, fiel colaborador de Jazz For Kids al igual que el trombonista Joan Codina, que también tuvo momentos de protagonismo.

Uno de los puntos álgidos llegó con la sorprendente versión del tema Somos de José Antonio Labordeta, con arreglos de Sergi Vergés, con tono argentino en la voz de Pato Badián y con la destacada participación de Úrbez Majarena con el chicotén, el chiflo y la gaita. Pero sin duda, fue la brillante interpretación de Impressions de John Coltrane el momento estelar de la velada.

En la recta final sonaron los dos únicos temas no incluidos en el disco: la balada My funny Valentine de Rodgers-Hart y un Hallelujah I love her so de Ray Charles lleno de brío, en el que la jovencísima María Corvinos brilló con luz propia.

Y tras la entrega de regalos por parte de los alumnos a su maestro Dani Escolano, el concierto se cerró con el consabido bis: nada menos que una revisión jazzy de ese monumento que es el Blackbird de los Beatles. Al final, el público salía con una esperanzadora impresión: el relevo está asegurado.