Cultura

ARTES PLÁSTICAS

Isidro Ferrer: "Me gusta integrar elementos que posibiliten lo insólito"

Un libro recoge 221 carteles realizados por el Premio Nacional

Isidro Ferrer: "Me gusta integrar elementos que posibiliten lo insólito"
Isidro Ferrer: "Me gusta integrar elementos que posibiliten lo insólito"
S.E.

HUESCA.- "Isidro Ferrer es actualmente uno de los diseñadores gráficos más importantes a nivel internacional, no tengo ninguna duda". Así lo piensa y lo afirma con rotundidad un colega de profesión, David Adiego, que argumenta su tesis subrayando "la enorme admiración que despierta tanto en foros profesionales como académicos, el hecho de que cada año recorra el mundo impartiendo talleres y conferencias, así como la inabarcable lista de premios internacionales que ha recibido".

También destaca de él que su perfil responde "al del diseñador que piensa mucho antes de hacer y que hace pensando siempre más allá" y que sus trabajos, aunque responden a las necesidades de sus clientes, "tienen también que ver con la armonía y los valores en el entorno social".

"Es difícil no querer ser como él porque lo tiene todo: es excelente en todas las disciplinas del diseño gráfico (no olvidemos que ha hecho desde carteles hasta créditos animados para cine, pasando por libros, proyectos de identidad corporativa, diseño de producto, mobiliario urbano, diseño de objetos, libros ilustrados… Una locura.). En todos los campos se las arregla para introducir un lenguaje plástico propio, muy reconocible y que transmite siempre valores positivos. O sea, que además de ser técnicamente impecable, hace cosas que gustan mucho a mucha gente", señala.

Y agrega que, además, es una "excepcional" persona. "Inquieto y vital por naturaleza, Isidro no deja nunca de estudiar. Es un lector voraz, tremendamente culto, que contagia rápidamente su entusiasmo", describe.

Isidro Ferrer expuso 170 carteles y más de un centenar de objetos en las salas Goya y Saura del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, a caballo entre los años 2018 y 2019. Como colofón, se editó un catálogo salpicado por textos que explicaban la historia del cartel y sus usos, y ubicaban en el contexto la figura del madrileño afincado en Huesca, Premio Nacional de Diseño Gráfico (2002) y de Ilustración (2006).

Ahora, la Biblioteca La Cala, el milagroso espacio cultural creado en Chodes por el profesor y escritor Grassa Toro, ha ensanchado su librería con una reedición de esa publicación, que exhibe 221 trabajos bajo el título de Esto no es un cartel. Hasta 1999, se ha elegido uno por año y, a partir de 2000, son ya varios los seleccionados por cada ejercicio.

"Un catálogo siempre tiene fecha; publicar ahora en formato de libro nos acerca a una intemporalidad que se corresponde mejor con este Inventario. La intemporalidad es una condición de los clásicos y la obra de Isidro Ferrer está destinada a formar parte de los clásicos del diseño mundial. Hablo en futuro, pero quizás sea ya un clásico en presente", explica Grassa Toro.

La primera presentación del libro tuvo lugar ayer en el taller de Isidro Ferrer, ubicado en la plaza del Justicia de Huesca, y estuvo acompañado por Grassa Toro y por el diseñador gráfico David Adiego.

"Tiene un valor simbólico: empezar por el principio. Huesca, los sucesivos estudios de Isidro en la ciudad durante más de 25 años están en el principio de todo el diseño de estos más de doscientos carteles; servirá para recordar la relación entre la creación, el paisaje y el paisanaje", señala Grassa Toro.

El 24 de enero se presentará al tiempo que se abrirá la exposición del mismo nombre en Palacio Quintanar de Segovia y el 2 de febrero tendrá lugar un acto en La Cala, donde se inaugurará una muestra, Los invisibles, con carteles nunca vistos de Isidro.

"Este libro es una demostración de su genio -afirma David Adiego-. Creo que habrá solamente tres o cuatro diseñadores en España que hayan hecho varios centenares de carteles (no olvidemos que los doscientos y pico que salen en el libro son una selección) con esa personalidad y ese nivel de ejecución. Creo que en un momento en el que todo se genera y se consume tan rápido, especialmente las imágenes, este libro es un respiro. Una parada obligatoria.

Cada cartel que aparece en el libro va acompañado por un comentario y a todo ello le precede una larga conversación entre Isidro Ferrer y el profesor Grassa Toro, a los que, por encima y por debajo de todo, les une una amistad sin horizontes. Diario del Altoaragón ha querido abundar un poco más en esa entrevista y hemos accedido a tutearle, tal y como a él le gusta.

¿Cuáles son esos tópicos profesionales y esa retórica oficial que tanto te molesta?

-No, no es molestia, más que molestia es tedio. Comparto una gran parte de los tópicos profesionales porque son útiles y necesarios. Todas las profesiones construyen espacios de acomodo discursivo que se generalizan y afianzan a fuerza de repetición. Son discursos válidos porque están construidos sobre el método y la praxis. El problema es que si las preguntas se repiten insistentemente, las repuestas también. Proyecto, estrategia, cliente, encargo, desarrollo, proceso, creatividad, innovación... Son palabras que, dentro del oficio, a fuerza de repetición, pierden el lustre.

¿Cómo te ves más identificado, como un ser activo o contemplativo?

-Activamente contemplativo. Contrariamente a lo que se piensa, la contemplación no es una actividad inerte, contemplar es poner la atención en algo material o espiritual. Contemplar requiere, por tanto estar atento, ser consciente de lo que se mira y procesar la información que se recibe. Confundimos el movimiento con la actividad. El movimiento es una obligación moderna, porque es altamente rentable para el capitalismo. En la sociedad del consumo el movimiento se ha convertido en un mecanismo de distracción, especulación y de rendimiento. Lo señala Milan Kundera, en su libro La lentitud. En nuestro mundo a la ociosidad se le llama desocupación, lo que es incorrecto: el desocupado está frustrado, se aburre y busca constantemente el movimiento que le falta, cosa que no le sucede al ocioso".

Usted dice que la admiración genera distancia. ¿Qué puede haber de bueno en ello?

-La admiración es necesaria y estimulante. Quien no siente admiración por nada ni por nadie, es un ególatra vanidoso. Se admira aquello que se encuentra extraordinario, la admiración despierta la emoción y mueve al reconocimiento de lo ajeno.

Sabrá que su trabajo y usted, obviamente, generan mucha admiración. ¿Se siente cómodo?

-La admiración ajena siempre resulta gratificante. Alimenta la autoestima. Cuando se producen, soy agradecido con las demostraciones de admiración, pero como sufro del "síndrome del impostor", a menudo pienso que no soy merecedor de ellas y siento cierto pudor.

Como dice a Grassa Toro , conforme se avanza el límite va cambiando de lugar. ¿A estas alturas de la vida, tú avanzas más rápido o más despacio?

-Más lento, mucho más lento, es una lentitud físicamente obligada por la edad, pero también es una lentitud consciente y trabajada. Y en estos tiempos de aceleración, la lentitud puede incluso llegar a ser revolucionaria.

Y hablando de limites, ¿cómo administra los interiores?

-En tensión, en constante pugna. Si se es curioso y arriesgado, ser consciente de las limitaciones es un acicate para la exploración, incluso para la transgresión.

Cuál dirías que es el "sello Isidro Ferrer"?

-Uff! No lo sé. Me aterra ser poseedor de un "sello". Un "sello" es una firma, una marca identificadora que se sirve de la forma para su reconocimiento. Yo aspiro a silenciar la forma para potenciar el lenguaje.

¿Cuánto tiene de metódico y cuánto de incontrolado tu proceso creativo?

-El método no debe ser una fórmula matemática, es un proceso que debe incorporar lo inesperado, que debe tener en cuenta lo accidental y lo sorpresivo. Me gusta integrar dentro de los procesos creativos elementos potenciadores del azar que posibiliten lo insólito.

¿Qué importancia tienen los carteles en tu actividad profesional y para tu satisfacción personal?

-Disfruto haciendo carteles. Es uno de los soportes gráficos que me resultan más atractivos. Reúne tres elementos sustanciales de la comunicación visual que me gustan: claridad, impacto visual e inmediatez.

Recomiéndanos cinco carteles para que nos fijemos especialmente en ellos.

-Aquí algunos carteles clásicos que me emocionan: "Click" de Felix Beltran, "Anatomía de un asesinato" de Saul Bass, "Tacones lejanos" de Juan Gatti, "Bob Dylan" de Milton Glasser (quizás el cartel más versionado de la historia), y, como quinto cartel, cualquiera de Sigeo Fukuda o Henrik Tomaszewski.

Uno de tus mayores temores es la invasión de la tecnología en todos los campos. ¿Cómo acabará el cuento?

-Más que la tecnología, que en si misma no me preocupa, lo que me asusta es el abuso y la infiltración de lo tecnológico en todas las facetas de la existencia. El futuro obligada y necesariamente será tecnológico. La cuestión es si ponemos esta al servicio del ser humano o si nos convertimos en esclavos dependientes de ella.

Rechazas la palabra artista, no te gusta que se te reconozca como tal ni que se aplique a tu trabajo. ¿Por qué ¿Y si considero arte tus carteles, tus objetos, tus ilustraciones, tu propio taller, me dirías que estoy equivocada?

-Porque el diseño nada tiene que ver con el arte. Una de las características del arte es que no tiene función. El arte por definición es inútil, y lo es porque carece de sentido práctico; aunque esta falta de utilidad sea su mayor función. El diseño, aunque pueda tener condimentos artísticos y esté obrado con mucho "arte", es fundamentalmente práctico. Yo trabajo con las consignas y los fundamentos del diseño y la ilustración, por lo que me alejo de los principios del arte. Otra cosa es que el espectador advierta un sustrato artístico, incluso una manifestación artística en lo que ve. En ese caso, nada que objetar.

Ante esta disyuntiva, cabría preguntarse dónde se haya el arte, si en la intención de quien hace, o en la percepción de quien mira.

GRASSA TORO: "ISIDRO FERRER ES UN CREADOR Y NO HAY TANTOS"

Isidro Ferrer es una de las personas que ha contribuido a ensanchar de una manera determinante el perímetro del mundo cultural de Huesca y el de otros muchos planetas.

¿Quién es Isidro Ferrer para usted?

-Isidro Ferrer empezó siendo un profesional con quien llevar a cabo proyectos de creación y, poco a poco, fue convirtiéndose en parte de mi memoria, hasta el punto de que no puedo escribir mi biografía sin que aparezca él una y otra vez. Aparece como lector, como mi primer lector en muchas ocasiones, como el lector que rechaza o aplaude un manuscrito con la misma decisión y generosidad. Aparece como creador de una obra que es fuente de placer y continua interrogación sobre el propio acto de crear. Aparece como ciudadano con quien habito apasionadamente ciudades, bares, auditorios, casas, salas de exposición. Aparece como amigo en cada pliegue de todo lo anterior. Me ha preguntado quién es para mí, habría otra respuesta si la pregunta fuera quién es para la gente en general, entonces sería todo mucho más corto, más intenso, más claro: Isidro Ferrer es un creador. Lástima que la palabra creador se use con demasiada frecuencia, porque no hay tantos.

¿Qué Isidro nos descubre la conversación que mantienen ustedes en el libro?

-Un Isidro real, que no es lo mismo que un Isidro verdadero, creo que a ninguno de los dos nos interesa mucho la idea común de verdad. Un Isidro que tiene un oficio que define su vida, que tiene gustos, disgustos, deseos, miedos, opiniones, silencios.

¿Curiosidades que podemos encontrar?

-Todo el libro se ampara en la idea de la curiosidad como motor de creación y deleite: Isidro es curioso, el editor es curioso, las lectoras y los lectores se acercan a Esto no es un cartel con curiosidad. Una de las acepciones de curioso es "que llama la atención", esto quiere decir que, por definición, todos los carteles, en tanto creados para llamar la atención son, o deberían ser, curiosos.