Cultura

ARTES PLÁSTICAS

El arte religioso, el puente que une oriente y occidente

El Museo de Iconos Virgen de la Peña de Graus, que puede visitarse hasta el próximo 7 de septiembre, reúne en sus seis salas una importante colección

El arte religioso, el puente que une oriente y occidente
El arte religioso, el puente que une oriente y occidente
E.F.

GRAUS.- El Museo de Iconos Virgen de la Peña, ubicado en las antiguas dependencias de la casa del campanero y el hospital de peregrinos de la basílica grausina del mismo nombre, ofrece una espléndida y singular colección de imágenes religiosas de oriente y occidente. Recorrer su media docena de salas, en una visita que va a más en espectacularidad de las piezas a medida que se aproxima a la capilla y el torreón, supone una experiencia que supera lo artístico en un espacio museístico que, de la mano de Constancio Arigita, es además un centro ecuménico que sirve para la oración a los fieles de las iglesias hermanas de oriente.

Especializado en mostrar el valor artístico, teológico y ecuménico de los Iconos de la Iglesia Oriental, el Museo de Iconos Virgen de la Peña puede visitarse hasta el próximo 7 de septiembre, todos los días con visitas guiadas y gratuitas a mediodía. El aforo máximo de la visita es de 9 personas, por lo que se puede llamar al teléfono 974 540 256 y reservar cita. "Este verano un poco extraño, hacemos una sola visita al día, aunque aquí la gente no se suele amontonar", explica Arigita, mientras avanza que las principales novedades son algunas vitrinas o la tela adquirida en la zona de Etiopía.

"Vamos a ver las salas de siempre, pero un poco mejoradas en vitrinas. En el famoso mapa mundi de los beatos, se ven los bocetos del artista en una vitrina", detalla desde la primera de las salas, donde apuntó que la versatilidad del museo. "El museo permite mil visitas posibles. A nosotros nos interesa hablar de Jesús de Nazaret, eso nos alegra el alma, pero no siempre se da", así que en la primera sala, como toda una declaración de intenciones, invita a la gente a preguntar.

"Pueden interesarse por las órdenes en Graus, los Dominicos, los Jesuitas o las Carmelitas. Sobre beatos, biblias, estampas, iconos siberianos, iconos de Bulgaria, Ucrania o Rumanía, pero también explicamos temas que apasionan como la Virgen María o los milagros". En esta primera sala, prosigue Arigita, se incluye también el taller de iconógrafo, vestimentas. "Hay trajes de monjes y sacerdotes que nos han regalado porque el lujo del museo es el de las personas que lo visitan", asegura orgulloso.

La Sala 2 es la de ámbito bizantino. "No todos los iconos son de Grecia, también hay de Bulgaria o Rumanía, pero son de talleres con tendencia a inspirarse en la tradición griega", aclara Arigita aludiendo a las diferencias entre las piezas, los hay "prestigiosos y humildes" según su elaboración con huevo y tierra o acrílico y óleo, pero aún así destaca otra obra, un sudario de Bulgaria de influencia islámica por el imperio otomano con huevo y tierra, y otros con óleo, acrílico. En esta segunda sala, resalta las estampas pintadas a mano del XVIII o los cuentos rusos con moralejas religiosas y los libros religiosos con moralejas profanas.

La Sala 3 se centra en el ámbito eslavo (Rusia, Ucrania, etcétera ) y permite apreciar diferencias entre los iconos antiguos del XVII al XIX y los actuales. "La gente puede ver grandes iconos y otros que parecen grandes pero no lo son. Muestran el mundo entre el hogar ruso y las tradiciones del pueblo a través de las leyendas detrás de los iconos". En este espacio también hay rosarios y se abunda en el mundo de los milagros, de las estampas en madera, de las chapas "souvenir" y de las velas traídas de Jerusalén.

LAS MÁS RICAS Y LLAMATIVAS

Las tres últimas salas son las más ricas del museo y resultan las más llamativas para el visitante. La cuarta sala, la de la capilla, permite disfrutar de los iconos en su contexto gracias al precioso iconostasio. "Hemos abierto un poco la parte de atrás del iconostasio para que la gente pueda ver más o menos cómo es "la cocina" del sacerdote donde se celebran los santos misterios. Hemos puesto las vírgenes más famosas de Rumanía y la gente puede disfrutar de los iconos".

Aunque está pendiente de un repintado, el iconostasio es lo que más les gusta a los sacerdotes rumanos que visitan el museo y también a los rumanos que visitan el museo. "Hay señoras que no quieren entrar sin cubrirse la cabeza y tenemos un pañuelo para dejarles y que puedan pasar", detalla Arigita frente a una pieza que muestra la cruz ortodoxa con su travesaño. "Es la tradición de la cruz como balanza de Justicia. Es la tradición que hemos insistido en Miguel Pesador de almas. También incluye las 12 fiestas y se trata de un iconostasio griego", explica.

En esta misma sala se encuentra "el gran tesoro del museo, que algún día se restaurará, el icono de Santa María La Mayor. Esta pintura la manda hacer San Francisco de Borja para su hermana la duquesa de Villamayor y Condesa de Ribagorza. Con lo cual esta imagen para Ribagorza podría tener un valor inmenso", comenta Constancio Arigita resaltando el valor de esta pieza.

También en esta cuarta sala, se encuentra una de las nuevas vitrinas, la del llanto por Cristo muerto. "Es un paño en una vitrina. Una pieza simpática con los pavos reales como signo de resurrección junto al famoso retablo del llanto por Cristo muerto en Yugoslavia. El día 11 de julio celebramos el 20 aniversario de la matanza de Srebrenica que es lo que inspiró este retablo del Monje Ilie, donde se ve el contraste entre oriente y occidente".

La penúltima de las salas, la quinta, supone penetrar en el torreón y, con él, en la parte más exótica del museo. En ella hay iconos coptos, con el gran icono Santa Catalina, el de la Resurrección de Cora, un icono serbio inspirado en el de Cora de Estambul. Se detiene Constancia en este icono en el que Cristo desciende al lugar de los muertos. "Creo que es una invitación a echar una mano. Es el Evangelio puro y duro. Me gusta que la gente se quede en la retina con este icono".

En la misma sala, "el rincón de los niños", con San Jorge como emblema. "Les contamos historias. Hay pocos iconos pero buenos, en medio de bastante estampa. Y San Jorge santo muy querido". En esta sala se encuentran otras de las nuevas vitrinas, con un libro del santoral universal, del siglo XVII, y otro de Jacobo Nisibeno, de gran relevancia.

La sexta y última sala, en lo alto del torreón, nos lleva a Etiopía, con toda su luz y su colorido. "El Torreón es un lugar agradable y luminoso y, si los coptos egipcios son exóticos, los etíopes, cristianos desde el siglo IV rodeados por el Islam, son un mundo fascinante. Hay arte etíope que parece caronlingio, infantil, moderno. La gente puede gozar aquí aunque no le gusten los iconos. Hay piezas interesantes, telas llamativas y muchas cruces, por las que tienen obsesión, de procesión, de colgar al cuello". Precisamente en esta sala, se encuentra la última pieza que ha conseguido el museo. Se trata de una tela del siglo XIX donde se narra el cambio de dinastía. "Recuerda cuando Etiopía pasa de realeza judía a cristiana. Como hacen bautizar a los niños. Todavía es un lugar de bautismos y recoge en la ilustración imágenes de los instrumentos, entre otros elementos, ya que los etíopes son los únicos ortodoxos que admiten instrumentos en la liturgia", explica Constancio Arigita mientras cierra una visita variada, intensa y apasionada en la que plasma, como las piezas que explica, la variedad que une a los cristianos de todo el mundo.