Cultura

CONCIERTO

Bajo el signo de la victoria

M Clan ofreció un concierto acústico ante un eufórico público

Bajo el signo de la victoria
Bajo el signo de la victoria
L.LL.

HUESCA.- A las once de la noche del viernes el ascenso de la SD Huesca a Primera División era ya un hecho consumado. La buena noticia irrumpió en el patio de butacas del Palacio de Congresos de Huesca, donde las casi 350 personas que esperaban el inicio de la actuación de M Clan estallaron en ese mismo momento en un fuerte aplauso improvisado y espontáneo.

Así que el grupo murciano tuvo la suerte de encontrarse ante un público entregado y eufórico, que hizo que la actuación se desarrollara bajo el signo de la victoria.

La noticia del ascenso del Huesca es, sin duda, toda una inyección de optimismo, muy necesario ante los "tiempos raros" (en palabras del cantante Carlos Tarque) que nos ha tocado vivir.

La actuación de M Clan, segunda del ciclo A Escuchete que organiza El Veintiuno en colaboración con el Ayuntamiento oscense, forma parte de su actual gira veraniega a la que han titulado Viva la Vida.

Una gira acústica e intimista, en la que el grupo murciano se ve reducido a su núcleo duro, al dúo que componen el cantante Carlos Tarque y el guitarrista Ricardo Ruipérez. Una gira que cumple todos los requisitos de un auténtico unplugged: alfombra, sillas altas, dos farolitos, guitarras acústicas y un cajón y una pandereta como toda percusión.

M Clan (los Murciélagos en sus inicios) es un grupo que siente verdadera pasión por la iconografía del rock americano clásico. Han grabado sus discos en ciudades emblemáticas como Memphis o Nashville y seguramente han recorrido la N-301 que une Murcia y Madrid soñando que se trataba de la mismísima Ruta 66.

El tono tostado de la excelente voz de Tarque le conecta, por otro lado, con la de los bluesmen y los soulmen americanos. Y el muy fino y estilizado toque de guitarra de Ruipérez no está lejos de los maestros del sonido "americana". En cualquier caso, nunca han ocultado esa evidente deuda con la música estadounidense, que se filtra en cada canción de su abultada discografía.

Antes de iniciar su actuación, felicitaron al público oscense por el ascenso de su equipo, lo que hizo que la gente se viniera arriba. Y así, en medio de esa eufórica atmósfera, arrancaba un concierto en el que los murcianos se dedicaron sobre todo a repasar los mejores momentos de su trayectoria.

El primer tema fue Filosofía barata y le siguieron Souvenir (con ese toque de armónica tan dylaniano) y Para no ver el final. Pero fue con Llamando a la tierra, una de sus canciones más redondas, cuando comenzó el karaoke colectivo.

Más tarde llegarían Dando vueltas, los aires blues de Calle sin luz (donde Tarque lució su voz más desgarrada), la balada de tintes soul Roto por dentro, La esperanza o Perdido en la ciudad, tema de fuerte inspiración rítmica que evoca al Who do you love, de Bo Diddley y en el que hicieron un fugaz guiño al clásico de Nueva Orleans Iko Iko.

Después llegó el momento más reposado del concierto, con los temas más próximos al country. Sonaron entonces Graciaspor los días que vendrán (que dedicaron a Nat Simmons y a Anxel de Amorica, presentes entre el público), California (en la onda del Nebraska de Bruce Springsteen) y Delta, el tema que da título a su último disco, grabado en Nashville, cuna del country.

Y finalizaron su actuación con su vertiente más vibrante: Las calles están ardiendo (su tema más político, que dedicaron a la "monarquía corrupta"), el hit Miedo y Hasta la vista rock and roll.

Pero todos sabían que allí no iba a acabar la noche, que enfiló su recta final con dos reclamados bises. El primero se inició con su conocida versión del clásico Maggie May de Rod Stewart, que el año que viene cumplirá nada menos que su primer medio siglo y que enlazaron con el Te quiero igual de Andrés Calamaro.

Después interpretaron otro de sus himnos, Quédate a dormir, en el que también ofrecieron un guiño a Escuela de calor de Radio Futura y en el que Tarque se marcó algo parecido a un solo de cajón.

Y el segundo bis, como era previsible, se abrió con el infalible Carolina (gran momento karaoke) y se cerró con Concierto salvaje, tema que marcó el clímax participativo de un concierto que, en todo caso, optó más por lo íntimo que por lo salvaje.

Un concierto que será difícil de olvidar para mucha gente, aunque solo sea porque tuvo lugar en la noche en la que el Huesca volvió a subir a la división de honor.