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Camino Díaz: "El dolor de Carmela no se resarció y quiere vengarse"

"Manual de una mantis religiosa" es la última novela de la escritora

Camino Díaz: "El dolor de Carmela no se resarció y quiere vengarse"
Camino Díaz: "El dolor de Carmela no se resarció y quiere vengarse"
R.G.

HUESCA.- En Manual de una mantis religiosa (Editorial Milenio) no te enseñan a cómo comerte al macho tras la cópula, al menos no literalmente, pero sí muestra cómo el dolor que no se resarce puede llevar a alguien, en este caso a Carmela -víctima de un delito- a tomarse la venganza por su mano y acabar con la vida de quienes le causaron ese dolor. ¿Cómo? Cortándoles el pene.

Diciendo esto no se destripa nada de la última novela de Camino Díaz Bello, escritora, filóloga por formación y vocación, e integrante de la brigada de la Policía Científica en Huesca.

Díaz quería hablar desde el dolor de una mujer víctima y se sirve del que siente Carmela para hacer avanzar la historia. "Carmela es filóloga y está dolida, le pasó algo muy fuerte en su pasado y, como ese dolor no se resarció, quiere vengarse, y toma esa venganza como si fuera la de todas las mujeres. Es la excusa que tengo para poder hablar de nuestra genealogía como mujeres".

En su propósito, tendrá que evitar encontrarse con Olivia, policía, "una mujer joven, de unos treinta y tantos". Una "vida complicada" la abocó a crecer en un centro de menores. "Creo -dice Díaz, como tomando distancia con el personaje que ella ha creado- que se hace policía por vocación, para poder arreglar los problemas que ella nunca pudo solucionar en su vida".

Una mujer fuerte, que sabe bastante de su profesión, pero que muestra un perfil, que a día de hoy, todavía resulta poco convencional: mujer, sin pareja, sin querer ser madre. "Ella no cree en eso, porque no tuvo amor por parte de sus padres", explica Díaz, dibujando un perfil de mujer entregada a su trabajo en cuerpo y alma.

En lo que durante la lectura parece una réplica y contrarréplica de la historia entre estos dos puntos de vista, se intercalan otros personajes: Oliveros, el compañero; González, el jefe, casado, con el que Olivia mantiene una relación; Sanz, el compañero de la científica, una oportunidad para hacer un repaso por los recovecos rutinarios de su profesión. Un universo masculino en el que se reflejan esos "decires" machistas enquistados en el lenguaje, contrapunto a las posiciones feministas desde las que hablan las protagonistas.

Una sin ser consciente de dónde viene aquello que reivindican. "Veo a mujeres jóvenes, a mí me sigue pasando, que quizás promulgamos muy rápido la palabra feminismo pero no conocemos quiénes fueron las que iniciaron los movimientos feministas, las que nos han puesto ahora en esta situación de ventaja, que creemos de ventaja -matiza-, porque aun hay muchas cosas por hacer", afirma.

La otra, conociendo bien a las que empezaron a construir el feminismo, pero para quien las palabras ya no sirven, ni las acciones a medias, por eso mismo cree irremediable su propósito.

Conforme se avanza en las páginas, el conflicto de fondo se erige en la falta de credibilidad de la que han adolecido -y adolecen, pues "en términos general ya tenemos falta de credibilidad"- las voces de las mujeres.

La novela presenta a las palabras en su oposición a los hechos. Para ello se sirve, entre otras, de citas, poemas, referencias, a Emilia Pardo Bazán, a Gioconda Belli, a Kate Millet, entre los que navega Carmela y su venganza. Olivia por su parte camina, más despacio, atendiéndose a sí misma y actuando también. Parece que la historia de esta policía no acaba aquí, Díaz ya le tiene preparadas las próximas páginas para continuar descubriéndose.