Cultura

ARTES PLÁSTICAS

Una biografía para no volver a olvidar a Félix Lafuente

Fernando Alvira es el encargado de escribir la vida de este pintor oscense

Una biografía para no volver a olvidar a Félix Lafuente
Una biografía para no volver a olvidar a Félix Lafuente
F.A.

HUESCA.- El Instituto de Estudios Altoaragoneses (IEA) publica una nueva biografía de su colección Altoaragoneses. Esta quinta entrega está dedicada al pintor, escenógrafo e ilustrador oscense Félix Lafuente, uno de los grandes olvidados del arte de la provincia. "Esta biografía pretende animar a la gente a leer lo que se escribió sobre Félix Lafuente en el momento en que era considerado uno de los mejores pintores aragoneses", comienza Fernando Alvira, exdirector del IEA y autor de la biografía. La razón de su precipitado olvido fue la enfermedad que le paralizó progresivamente su cuerpo hasta que, finalmente, murió. "Estuvo sin poder producir absolutamente nada durante doce años. Doce años sin que se hable de él abre evidentemente un completo vacío", cuenta Alvira.

Durante este período, Lafuente tan solo apareció en los medios en una ocasión. "En el año 1925, dos años antes de morir, su discípulo predilecto Ramón Acín le montó una exposición en Huesca y otra en Zaragoza para poder sacar algo de dinero y comprarse aspirinas, que era lo que empezaba a funcionar para los muchísimos dolores", relata Alvira.

Antes de enfermar, Lafuente tuvo una gran trayectoria artística en Zaragoza. Su labor en la capital aragonesa como redactor gráfico en el Heraldo de Aragón fue una de las más notorias. "Durante 1905, 1906, 1907 y 1908, hasta la Exposición Hispano-Francesa, sacó centenares de dibujos, porque entonces la fotografía no se empleaba tanto", apunta Alvira.

"Hizo caricaturas no solo del rector de la universidad o del alcalde de Zaragoza o del presidente de la Diputación. También hizo retratos del conserje de no sé dónde, del camarero de tal bar...", explica sobre las tareas que desempeñaba el artista durante esa etapa, añadiendo que "era considerado un zaragozano más al que olvidaron echando virutas".

Al caer enfermo regresó a su Huesca natal, donde ya había residido desde 1893 hasta 1905. En esta primera etapa -la menos documentada- daba clases de dibujo en el instituo.

En su segunda estancia profesional en el Alto Aragón, ya enfermo, "en 1912 o 1913, abrió un estudio en el Coso Bajo en frente de la Tabla Nueva, que además eran familia suya". Sin embargo, a partir del segundo año tuvo que dejar su tarea en el arte debido a la incapacidad para pintar.

"Los últimos diez años de su vida los pasa prácticamente sentado en un sillón en casa de sus hermanas, enfrente del Palacio de Villahermosa", sentencia el autor de la biografía.

"ALTOARAGONESES"

"La colección Altoaragoneses se preparó en el IEA para hacer las biografías de gente que no estaba biografiada o estaba excesivamente biografiada", explica Alvira. Por ello, "se quería hacer un tipo de biografía asequible a todo el mundo, sin perder el rigor científico, pero que fuera algo bastante claro".

El primer libro de dicha colección salió en 2014 y reportajeaba la vida de León Abadías. Más tarde, a razón de libro cada uno o dos años, se han publicado Manuel Sender y el republicanismo oscense (2015), Sancha, la primera reina de la Corona de Aragón (2017), Manuel María Coll: una vida de compromiso entre Binéfar y América (2019) y, el último, Félix Lafuente (2020).