Cultura

JUBILACIÓN

Luis Lles: "Nunca voy a dejar el mundo de la cultura, porque está en mi ADN"

El técnico del Ayuntamiento de Huesca se jubila tras haber transformado la ciudad en una referencia cultural

Luis Lles: "Nunca voy a dejar el mundo de la cultura, porque está en mi ADN"
Luis Lles: "Nunca voy a dejar el mundo de la cultura, porque está en mi ADN"
S.E.

HUESCA.- Un año tan horrible y desesperanzador como 2020 solo podía acabar con la noticia de la jubilación de Luis Lles Yebra (Huesca, 1957), que, por merecida que sea, supone el fin de una era dorada de la cultura oscense.

Técnico del Ayuntamiento, programador, visionario (aunque no lo reconozca), director de festivales, agitador cultural, crítico, locutor, DJ,... El oscense ha exprimido al máximo su labor de divulgar las artes y educar al público con su sabiduría. Y además lo ha hecho desde lo más profundo de su corazón.

Con su retirada, Luis Lles deja de ser una leyenda para convertirse en mito viviente, pero, como él mismo dice en esta entrevista, que nadie piense que se va a quedar en casa: "Nunca voy a dejar el mundo de la cultura, porque está en mi ADN".

Después de tantos años dedicado a la cultura ha llegado el momento de la jubilación. ¿Cómo afronta esta nueva etapa—

-Con ilusión. Aunque he tenido la suerte de trabajar en algo que me apasiona, llega un momento en que te apetece vivir la vida de una forma más serena, con más tiempo para disfrutar de los pequeños placeres. Como decía John Lennon, "la vida es eso que pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes". Y no me resigno a que eso siga siendo así.

Mucho antes de programar conciertos y organizar festivales, usted también fue un niño. ¿Jugaba a las canicas o ya se interesaba por los vinilos?

-Por supuesto que jugaba a las canicas, concretamente en la entrada del Colegio Salesianos de la calle Joaquín Costa, cuando ni siquiera había acera. Las mías eran muy codiciadas, porque eran de acero, de los cojinetes del taller de coches de mi padre. Lo de los vinilos vino después, cuando un año, para Reyes, nos pusieron a mis hermanos mayores y a mí un flamante tocadiscos. A partir de ahí, ha sido una pasión devoradora y regocijante.

Aunque parezca una leyenda urbana, usted se licenció en Económicas. ¿También le apasionan los números?

-Sí, los números siempre me han fascinado y he tenido pasión por las estadísticas y los rankings. Así que, pensando en que quizá podría seguir con el negocio de mi padre, cosa que no hice, me decidí por Económicas, rama Empresariales. Y la verdad es que luego me sirvió de mucho.

Gracias a esta carrera, en los 80 consiguió trabajo en la CEOS y llevó la contabilidad del Igualatorio Médico Colegial. ¿Cómo recuerda esta época?

-Bueno, no de una forma particularmente apasionante... aunque quizá para otros lo pueda ser. En el terreno de la economía, me gustaron mucho más los veinte años en los que estuve dando clases de Economía Política en la Escuela de Graduados Sociales y, más tarde, de Relaciones Laborales. Quizá porque lo que realmente ha marcado mi trayectoria laboral ha sido siempre el ánimo didáctico y pedagógico.

¿Cuándo se le cruzó el cable de la cultura y decidió apostarlo todo por este ámbito?

-La cultura ha estado siempre ahí. Ya escribía sobre música en el colegio. Lo seguí haciendo cuando mi labor profesional se inclinaba sobre todo al mundo de la economía. Pero fue en 1997, cuando comencé a trabajar con la empresa musical oscense El Espíritu del Sur, cuando orienté mi vida laboral hacia la cultura. Como momento epifánico, fue decisiva una conversación con el añorado pintor y poeta Antonio Fernández Molina, en la que me dijo que la única forma de ser feliz es dedicándote a lo que te gusta. Y decidí tomarle la palabra.

Desde que fue nombrado técnico del Ayuntamiento de Huesca en 1999, ¿cuáles cree que han sido los grandes hitos de su carrera?

-Sin duda alguna ha sido la gestación y puesta en marcha, junto a Juanjo Javierre, del festival Periferias, que arrancó en el año 2000, y que en mi opinión sigue siendo una idea magnífica, un festival único, que responde al carácter pionero y visionario que ha tenido siempre Huesca en el universo cultural. Un proyecto tan difícil de llevar a la práctica como apasionante y lleno de recompensas, que se ha ganado un sólido prestigio a nivel nacional y que ha sido posible gracias a las personas que me han acompañado en esta aventura. Por supuesto, ha habido otros hitos, como Okuparte, el iberi@huesca.folk, Huesca es un Cuento, Danza y Ciudad, Aragón Tierra Abierta (y Luenga de Fumo), Micro, Romería y Desengaño, la Primavera Flamenca, Huescómic, la creación del ArtLab y, sobre todo, el haber convertido el Matadero en ese lugar donde todo es posible. Mi aportación a la cultura oscense ha sido simplemente mi trabajo, que he realizado de la forma más intensa, esforzada e ilusionante posible.

¿Por qué es tan importante que Periferias o el "Iberia" continúen sin usted?

-Por varios motivos, pero sobre todo porque han contribuido a poner Huesca en el mapa cultural, por la coherencia de sus líneas maestras, por su firme y decidido apoyo al sector cultural local y porque han servido para enriquecer y ofrecer calidad y diversidad al panorama cultural de la ciudad, como también lo han hecho el Festival de Cine o la Feria de Teatro y Danza.

También ha dirigido Pirineos Sur. ¿Qué le aportó esta etapa?

-Pirineos Sur es uno de los grandes buques insignia del panorama musical nacional, por lo cual es fácil imaginar que fue un gran honor dirigirlo durante tres años y trabajar con unos presupuestos mucho más holgados que aquellos a los que estaba acostumbrado. Además, las músicas del mundo son una de mis grandes pasiones. Y haber podido llevar al Pirineo la música tanto de nombres casi desconocidos pero maravillosos como Sons of Kemet, Jambinai o Kokoko! como de grandes figuras tan admiradas por mí como Rubén Blades, Gilberto Gil o Franco Battiato, es difícil de describir.

Artistas como Antony & the Johnsons o Rosalía actuaron en Huesca cuando casi nadie les conocía y después se convirtieron en superestrellas. ¿Se considera un visionario o la intuición se entrena con trabajo?

-Eso es algo que no creo que tenga que decir yo. No diría visionario, pero creo tener buen ojo (y oído) para la música. Y por otro lado, en Periferias siempre nos ha gustado mostrar respeto y traer a actuar a Huesca a aquellos visionarios y pioneros que fueron creadores en su día de un género musical y de un universo propio: los inventores del dub (Lee Scratch Perry), del rap (Sugarhill Gang), de la no wave (James Chance, ESG), del rock tuareg (Tinariwen), del eurobeat (Technotronic) o del techno, como Juan Atkins, de quien llevamos con mucho orgullo, ¡eso sí que es un hito! que un año después de su paso por el festival titulara uno de sus maxis Huesca. Y muchos de ellos, además, era la primera vez que actuaban en España. Y sí, por Huesca hemos conseguido que pasaran cuando eran poco conocidos Antony & the Johnsons, la archipopular Rosalía, Silvia Pérez Cruz y muchos otros, que nos han regalado momentos inolvidables. Por no hablar en otros campos, como el bailaor Israel Galván, el poeta e improvisador Amiri Baraka o la compañía de nuevo circo Baró d´Evel. Pero por Periferias han pasado también grandes nombres como Waterboys, The Human League, Enrique Morente, Paco Ibáñez, Donovan, la Sun Ra Arkestra, Jeff Mills, Jayhawks, Toumani Diabate, Leopoldo María Panero, Fernando Savater, Fernando Arrabal o Antonio Escohotado.

Siempre ha tratado de anteponer la escena "gourmet" a productos más comerciales. ¿Cuántos beneficios aporta la cultura reflexiva e incisiva?

-Bueno, a veces eso depende del presupuesto que tengas. Ya me gustaría a mí haber podido traer a grandes figuras "mainstream" de la música a las que también venero. Pero, con nuestros presupuestos, está claro que no es posible. Entonces, sí que es cierto que se ha apostado por nombres quizá menos conocidos, pero que considerábamos que era importante ayudar a difundir, haciendo hincapié en géneros no hegemónicos como la música africana, el folk, el indie menos previsible, el teatro más creativo, las performances, la world music, el arte contemporáneo y conceptual, el free jazz o la improvisación libre. Tener la mente dispuesta y los oídos bien abiertos contribuye a generar una cultura reflexiva y a la formación de personas más libres.

Tantos años trabajando para el mundo de la cultura darán para un montón de anécdotas. ¿Cuáles son las que primero le vienen a la cabeza?

-No sé, hay tantas que es imposible ceñirse a solo algunas: la Mala Rodríguez corriendo tras una fan que le había quitado su sombrero, la cena con el genial Chiquito de la Calzada en la que no pudimos casi ni probar bocado porque no podíamos parar de reír con sus chistes y chanzas, una charla con Josh Wink en la que se nos hizo de día a la puerta del Hotel Pedro I discutiendo sobre la invasión de Irak por Estados Unidos, Rosalía entrando en el Tatau de la calle San Lorenzo cuando nadie la conocía, James Chance contando, recontando y volviendo a contar en su camerino su caché en billetes de 10 euros, Donovan y sus arrebatos místico-medievales... Y muchas otras que, lógicamente, no se pueden contar. O de las que, directamente, me he olvidado.

Usted también se ha subido a un escenario ocasionalmente, como cuando pinchó el Papi chulo en el Monegros Desert Festival. ¿Volvería a hacerlo?

-Sí, por supuesto. He ejercido de DJ ocasional en clubes, salas y festivales, y sí, en varias ocasiones en el Monegros Desert Festival. Yo soy fan de un género tan vilipendiado como es el reggaetón desde el primer momento, de cuando Calle 13 y Tego Calderón. Y hace ya unos quince años, en el estand que tenía Máxima FM en el festival de Monegros nos pusieron a pinchar a varios críticos musicales. Dado mi eclecticismo, en la misma sesión me dio por mezclar a Michael Jackson con Stockhausen y el Papi chulo de Lorna. Un responsable de Máxima FM vino, me dijo que "eso" no se podía pinchar porque las sesiones se emitían a través de su emisora y allí no les gustaba esa música. Sin mediar palabra, me echó de la cabina. ¡Esa sí que es una buena anécdota!

A lo largo de estos años, han sido muchas las personas que han trabajado con usted. ¿De quiénes ha aprendido más?

-Aunque suene a tópico, de todos ellos, porque todo el mundo te enseña cosas que no conoces o no controlas. En mis inicios como gestor cultural aprendí mucho de mis maestros, José Luis Melendo y el recordado Javier Brun. Pero también de mis compañeras de trabajo y de quienes han compartido conmigo aventuras como Periferias, la Feria de Teatro o Pirineos Sur. Gente como Juanjo Javierre, Orencio Boix, Rubén Moreno, Anabel Salcedo, Luis Calvo, Begoña Puértolas, Angelita Cavero, Pilar Felices, Quique Mainé, Carlos López, Pilar Barrio... Gente muy válida que me ha enseñado muchas cosas, además de haberme brindado su amistad.

¿Qué es lo que más y lo que menos va a echar de menos de su trabajo?

-Lo que más voy a echar de menos es el goce y la enorme ilusión que reporta la labor de programación, cuando consigues que artistas que te entusiasman vengan a actuar a una ciudad pequeña como Huesca. También el contacto directo con los artistas y el no poder brindar mi apoyo a todos los creadores y creadoras locales, que es otra de las cosas que más me han motivado. Y lo que menos voy a echar de menos, sin duda, es la burocracia.

En los últimos tiempos, debido a la nueva ley de contrataciones, que tantos quebraderos de cabeza le ha dado, y a la crisis del coronavirus, la cultura se encuentra en un momento delicado. ¿Cómo saldrán de esta?

-Efectivamente, la nueva ley de contratación ha traído unos problemas tremendos porque todo es mucho más lento y burocrático. Si a eso le añadimos la crisis sanitaria y la consiguiente crisis económica, se puede decir que la cultura lo tiene muy difícil. Pero hay que confiar en el espíritu resiliente de la cultura, que sale siempre adelante a pesar de todos los obstáculos. Por algo será.

La persona que le suceda tiene por delante el enorme reto de intentar estar a su altura. ¿Qué consejos le daría?

-No creo que esto sea una competición a varias alturas. Yo solo he hecho mi trabajo lo mejor que he sabido y podido gracias a mi amor por la cultura. Lo cierto es que no soy muy de dar consejos, pero sí que diría que para dedicarse a este oficio hay que tener mucha pasión por la cultura, muchas ganas de trabajar, empatía y una continua puesta al día. La cultura nunca para.

Usted pertenece a la prolífica generación del 57. Ahora que están empezando a jubilarse y van a tener más tiempo, ¿volverán a la carga?

-Ya me gustaría, ya. Pero creo que estas cosas suceden en un momento determinado. Fue bonito mientras duró, pero en todo caso, aquí me tienen si la idea se reactiva.

Para no preocupar a nuestros lectores y lectoras, confirmamos que seguirá al frente del Señas y las críticas musicales en DIARIO DEL ALTOARAGÓN. ¿Qué le aporta esta labor periodística que también ha desarrollado en medios como Rockdelux y la radio?

-Mi trayectoria en el mundo de la información cultural y la crítica musical es muy extensa. Comencé de forma más o menos profesional en 1985, con la revista zaragozana Menos 15, en plena era de la posmodernidad. Y después, me he prodigado en diarios como El País y, por supuesto, DIARIO DEL ALTOARAGÓN, y en revistas como Ajoblanco, Ruta 66, Zona de Obras, Disco 2000, Trax, Discos del Sur, y, por supuesto, Rockdelux, que, por cierto, reaparece este lunes 14, aunque ahora solo en formato "online". También he hecho mucha radio, empezando en Radio Huesca (Los 40, M-80) y siguiendo después en RKV, Espiral o ahora, Hit Radio. Todo mi trabajo periodístico responde, en realidad, a ese mismo ánimo pedagógico del que hablaba antes. Me encanta dar a conocer las cosas que me apasionan y trato de inocular esa pasión a los demás.

Además de continuar desarrollando esta labor, ¿qué otros retos tiene en el horizonte?

-Poner orden por fin en toda mi cada vez más inabarcable colección de discos, libros, revistas, cómics, películas, catálogos y demás parafernalia. Me lo voy a pasar muy bien con esa ardua pero gozosa tarea y me va a llevar sin duda muchos años. Y cuando se pueda, volver a viajar, otra de mis pasiones. Lo que no voy a dejar nunca es el mundo de la cultura, está en mi ADN.