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Pablo Cuevas: “La Universidad de Huesca fue una de las más importantes de España”

El doctor en Filología Hispánica coordina un libro que esclarece el mito sertoriano y revela que su supresión fue una decisión política

El doctor en Filología Hispánica y profesor colaborador del IES Ramón y Cajal, Pablo Cuevas, ha presentado este viernes en Huesca el libro colectivo que coordina 'La Universidad de Huesca (1354-1845): quinientos años de historia', publicado en la colección Palmyrenvs por el Instituto de Estudios Humanísticos de Alcañiz, el Centro de Estudos Clássicos de la Universidad de Lisboa y la UNAM de México, en colaboración, entre otros, con la Catedral de Huesca, el Instituto de Estudios Altoaragoneses (IEA) y el ayuntamiento oscense. Junto a Cuevas, estuvieron en el salón Tanto Monta del Museo Diocesano, José María Maestre y José Ignacio Micolau, director y subdirector, respectivamente, del Instituto de Estudios Humanísticos, así como José María Nasarre, vicedirector del IEA.

Se trata de la recopilación de un importante estudio que desvela que “la Universidad de Huesca fue una de las más importantes de España, no fue menor, -insiste Cuevas,- sino una de las más relevantes”. Sin embargo hace hincapié en cómo se ha dado una visión distorsionada de la verdad de su final en 1845 porque explica el doctor en historia que “cuando se suprimió, por el general Narváez, fue algo muy impopular y con el tiempo fue quedando la visión de que era una universidad decadente y de que no quedaba otro remedio que suprimirla pero con este libro se demuestra que no fue así” e indica que la historia “no solo es dilatada y profunda, sino rica en personajes significados, propuestas educativas y actuaciones memorables en determinadas coyunturas históricas”.

De dar a conocer la realidad se ocupan, con rigor y profusión de datos, trece estudios que componen esta obra colectiva en la que, además de Cuevas, participan Laura Alins, José Arlegui, Juan Francisco Baltar, Francisco Bartol, Laura Fontova, José María Lahoz, José Ramón Laplana, Rosa María Marina, Antonio Naval, Macario Olivera, Sergio Paúl y Guillermo Vicente.

En este sentido, Cuevas ha manifestado la necesidad de contar la historia de la universidad oscense porque “ha habido personas a lo largo del tiempo que han ido investigando sobre este asunto desde Ricardo del Arco, Federico Balaguer o Antonio Arnal y, luego, surgieron una serie de tesis doctorales excepcionales sobre diversos temas como la escuela de Gramática de Huesca, la Facultad de Medicina, las facultades de leyes, tesis muy buenas pero que se han publicado a nivel local o se habían publicado mal, a medias… porque a pesar de que estos investigadores han desvelado que la manera que teníamos de interpretar el asunto no es cierta no se estaba teniendo en cuenta”. Por tanto, las primeras investigaciones y tesis se han retomado, actualizado y repensado para sacar a la luz este volumen con repercusión internacional ya que, comenta el coordinador, “cuenta con la colaboración de un montón de instituciones, porque el libro sale en una colección muy prestigiosa, una de las mejores de estudios científicos humanísticos en la que participan varias universidades españolas, que por primera vez aunque tiene sede en Alcañiz, participan la Universidad de México y de Lisboa”.

Son varios los asuntos de que se ocupa este libro, pero uno de los que más llama la atención es su final y para entenderlo, Cuevas cita a Laura Alins quien “dice, claramente, fue una decisión política porque consideraba el gobierno que había demasiadas universidades, por tanto, había que suprimir alguna y, como en Aragón había dos, se optó por suprimir la de Huesca, a pesar de que tenía mucho prestigio e historia”.

Porque, incluso antes de su creación, por Pedro IV debido a la expansión de las universidades europeas, había un alto interés cultural en la ciudad oscense.

Así indica Cuevas que Arlegui demuestra que “había disputa entre Zaragoza y Huesca por albergar la universidad de la Corona de Aragón y el rey tuvo en cuenta el poso cultural tan profundo y tan extenso que había en Huesca, esa fue la razón técnica por la que se decantó por la capital altoaragonesa”.

El libro descubre, además, que la ayuda de la iglesia de Huesca a partir del siglo XV fue fundamental para que este centro fuera uno de los más solventes económicamente hablando puesto que “siempre tenía cubiertas todas las plazas de catedráticos” indica Cuevas. Así se convirtió en referente no solo para estudiantes de Navarra, Zaragoza, Huesca, o el norte de Lérida, sino de toda España, creando un entramado de gran interés a su alrededor. “Había un colegio mayor importantísimo de gran pretigios para los alumnos de la Corona de Aragón que era el de Santiago, hoy anexo al ayuntamiento, y luego el de San Vicente que también llegó a ser muy importante o el de Santa Orosia”, pero luego también despuntaron las ordenes religiosas, apunta Cuevas, porque “Huesca ofrecía unas condiciones académicas excelentes así que establecían aquí sus colegios de estudios”. Incluso, puntualiza, “vinieron los monjes de Monserrat de Barcelona y establecieron su colegio en la calle Padre Huesca y tuvo tanta importancia que incluso hoy en día ese barrio celebra las fiestas de Monserrat”. Estos colegios, explica el profesor, combinaban sus clases con las de la universidad. “Todos, salvo el seminario porque todos lo seminarios españoles tenían su colegio de estudios salvo el de Huesca porque sus alumnos iban directamente a la universidad”.