Cultura

CRÍTICA MUSICAL

Canciones para Ánchel

Elena Martínez presentó su disco en el Centro Manuel Benito Moliner

Elena Martínez con Chabier Crespo.
Elena Martínez con Chabier Crespo.
Luis Lles

El mes de abril en Huesca se suele identificar, entre otras cosas, con la lengua aragonesa. Y es así porque alrededor de la festividad de San Jorge se celebra también la cultura autóctona en el ciclo Aragón Tierra Abierta y en su sección Luenga de Fumo, dedicada a la creación en aragonés. Y justamente, el último día del mes, se pudo disfrutar en el Centro Manuel Benito Moliner de un concierto en aragonés ofrecido por Elena Martínez, en el que repasó al completo las canciones incluidas en su disco Zarré os uellos. Parolas e cantas. Un álbum en el que esta cantautora pone música a los poemas de Ánchel Conte. El disco se editó en 2018, curiosamente el mismo año en que también se publicó el disco-libro Cadenzias de Os Chotos, en el que también musicaban los poemas de Conte.

Elena Martínez, que había formado parte anteriormente de grupos del folk y el rock aragonés como La Birolla o Mallacán, ofrece en este disco un recorrido a través de la poesía de Ánchel Conte desde 1972 hasta la actualidad. En Huesca acompañó su nítida y cálida voz con su guitarra y estuvo muy bien respaldada por Chabier Crespo al acordeón.

La velada comenzó con E tot que tos digo amigos, que no es sino la traslación al formato canción de la poesía No deixez morir a mía voz, que daba título al primer poemario que publicó Ánchel Conte y que recoge los textos que escribió cuando era profesor en Aínsa, entre finales de los años 60 y los primeros 70. Todo un manifiesto, tanto sociopolítico y cultural como personal.

Siguió la actuación con dos canciones basadas en sendos poemas del segundo libro de Conte, O tiempo y os días: en primer lugar sonó Envista, que posee una sutil estructura, partiendo de una tonalidad oscura y un tanto crepuscular para desembocar en una sonoridad más alegre y folkie. Y después, el tema que da título al disco, Zarré os uellos o día d´o primer beso, con su hermoso tono melancólico.

La siguiente parada fue en el poemario del año 2002 E zaga o mar o desierto, escrito a partir de su experiencia en Siria, con la interpretación del tema O mar a tardi o silenzio. Y tras Dilla d´o mar e d´os desiertos, con su agradable ritmo 5x8, Elena Martínez recitó otro poema de Conte, al que siguió un precioso tema instrumental de acordeón con aires de musette triste.

Se retomó el contenido del disco con Os tres mesaches aiquaitaban, del poemario sirio, en el que parecen resonar unas palabras en árabe, tras lo cual interpretaron Amé o tuyo riso e os tuyos silenzios y una de las más refulgentes perlas de la velada (y del disco): Cantando paso a vida, un excelente tema que evoca las melodías tradicionales del Pirineo y que dio paso a los aires country de Empentas que da la vida, canción en la que el acordeón pareció conectar con la música cajun de Nueva Orleans.

Calma, del poemario Luna que no ye luna, precedió a otra de las cumbres de la noche: la interpretación de Mai, sin duda uno de los grandes hits de la música en aragonés. El primero que le puso música a este poema fue el oscense Mario Garcés en su disco Fendo camín. Después lo musicó Gabriel Sopeña, que compuso la melodía que se ha hecho conocida, la que han interpretado Labordeta, Olga y los Ministriles o el mismísimo Manolo García.

Y también la que interpretó Elena Martínez, dando paso ya a la recta final del concierto con Qui fuese como los abres (basada en una melodía tradicional de la localidad turolense de El Cuervo) y una canción no incluida en el disco que adapta uno de los poemas más recientes de Ánchel Conte, que continúa desarrollando su creatividad actualmente a través de su cuenta de facebook.

El final de esta canción tuvo como coda un entrañable guiño al conocidísimo vals peruano Que nadie sepa mi sufrir, también conocido como Amor de mis amores, mil veces versionado por una infinidad de artistas.

Y todavía hubo tiempo para un bis, con dos temas de cosecha propia (no adaptaciones de poemas de Conte) en los que Elena Martínez realizó sendos homenajes a la Val d´Echo (un recorrido por todos sus lugares, interpretado por ella en solitario con su guitarra) y a las Bardenas Reales, poniendo así el definitivo broche a la actuación. Una agradable manera de despedir el mes de abril.