Cultura

CHARLA

Esteban de Esmir fue “un hombre muy afortunado”

El doctor en Medicina y Puericultura Antonio Baldellou impartió una conferencia sobre el personaje en Graus

Antonio Baldellou, frente al Palacio del Obispo Esmir, hoy reconvertido en hotel.
Antonio Baldellou, frente al Palacio del Obispo Esmir, hoy reconvertido en hotel.
E.F.

Esteban de Esmir, un hombre afortunado fue el título de la conferencia ofrecida por el doctor en Medicina y Puericultura Antonio Baldellou para quien la jubilación ha supuesto una forma diferente de canalizar su empatía y su interés humano dirigiéndolo a figuras históricas vinculadas a Graus.

“Me interesa meterme en la mente del personaje”, confiesa Baldellou, mientras justifica el nombre de la charla. “Fue afortunado porque es un hombre que prácticamente todo lo que hizo a lo largo de su vida lo hizo bien. Es el máximo galardón de una persona. Nació en una familia rica, culta y poderosa, por lo que tenía buena herencia biológica, pero aprovechó todas las oportunidades que se le dieron. Nunca un hijo de Graus demostró tanto amor por el pueblo ni ha tenido un proyecto de futuro tan importante como el que tuvo él. Esa es su principal herencia”, dijo.

Organizada por la Asociación Amigos de la Peña, esta conferencia sobre Esmir tuvo su germen en el premio del mismo nombre, Esteban de Esmir, que el Ayuntamiento de Graus ha otorgado en 10 ediciones, la última, al propio Baldellou. “Para mí fue un honor y aunque es un personaje que siempre me había interesado, a raíz del premio mi agradecimiento fue inmenso y aumentó mi interés”.

Baldellou detalló los orígenes del personaje, de familias de abolengo. “Era hijo de Victorián Esmir y Dionisia Labazuy. A su padre se le citaba como ‘El Magnífico’ y venía de una familia con mucho poder. Se extendieron por Barbastro, Huesca y Zaragoza donde, hasta hace solo unas décadas, permanecía el palacio Esmir. La familia materna -prosiguió- también eran infanzones viejos de Ribagorza. No tenían tanto poder social, pero eran muy ricos, con patrimonio en Santaliestra y Benabarre de viñas, olivos y casas. Aún persiste el monte Labazuy cerca de Purroy. Eran unas familias de rancio abolengo”, resumió Baldellou, quien describió los escudos de ambos linajes, resumidos en el escudo que, ya como obispo, colocó en su palacio en la plaza del Coreche, actual Hotel Palacio del Obispo de Graus, donde luce con cuatro cuarteles, el espejo y el moro degollado de los Esmir y la estrella de ocho puntas y el león rampante de los Labazuy.

De su trayectoria, Baldellou relató su bachiller y licenciatura en la Universidad sertoriana de Huesca y su posible paso por Lérida. Resaltó especialmente su estancia en la Universidad de la Sapiencia de Roma, donde coincidió con personalidades como Lastanosa y estuvo con su hermano Victorián. “Montaron una especie de grupo de presión y formaron parte de la geopolítica de aquel tiempo hasta el punto de que su hermano incluso sufrió un atentado”.

Prosiguió relatando como Esmir fue nombrado prior de la cofradía de la iglesia de Montserrat de Roma, cargo que ostentó durante dos años antes de regresar a España como canónigo de la Seo de Zaragoza, “un cargo reservado a gente muy importante” y en el que permaneció 13 años. “Era un hombre muy influyente”, aseguró, antes de hablar de su nombramiento como Obispo de Huesca, donde realizó “una labor impagable”, sobre todo durante la peste que asoló la ciudad.

Se extendió en su amor por Graus. “Esmir fue un mecenas extraordinario”, aseguró, refiriéndose a los tres altares que pagó en la Virgen de la Peña, aunque lo más importante fue la fundación del Colegio de San Francisco Javier que “fue un empeño personal suyo”, indicó, en el que invirtió 90.000 ducados, si bien murió en 1654 sin verlo terminado ya que la obra se finalizó en 1700.

“Esmir hizo que la gente de Graus valorar la intelectualidad y el saber y su obra se ha mantenido”, concluyó en la charla Baldellou.