Cultura

FESTIVAL MUSICAL

Un planeta de diversidad rítmica

El festival Sónar congregó a más de 120.000 espectadores en Barcelona

C. Tangana y Nathy Peluso cantaron ‘Ateo’.
C. Tangana y Nathy Peluso cantaron ‘Ateo’.
Sónar Festival

Después de dos años en los que el festival Sónar, uno de los más veteranos y prestigiosos de nuestro país, únicamente se ha podido celebrar online o en versión redux, por fin volvía a sus escenarios habituales en Barcelona en una edición en la que el apartado Sónar+D (dedicado a la investigación y la tecnología) se ha visto seriamente menguado y en la que, por primera vez en su historia, las grandes estrellas del festival han sido artistas nacionales como C. Tangana, Nathy Peluso o Maria Arnal i Marcel Bagés. Lo cual ha redundado también en una proporción mucho mayor de público nacional (un 70% frente al 30% de público extranjero), algo que no ocurría desde hacía mucho tiempo. Por lo demás, la estructura del festival ha sido muy similar a la de otros años, con una distribución de escenarios mucho más razonable y asequible que la del inabarcable Primavera Sound. En todo caso, Sónar volvió a reivindicar la diversidad del Planeta Ritmo ante 122.000 personas.

Jueves 16

La primera jornada del Sónar no deparó excesivas sorpresas y reivindicó claramente el talento nacional: desde la IDM con aroma trip hop de b1n0 hasta el post-punk revisionista de Depresión Sonora (con ecos de Joy Division), pasando por el sensual reguetón de Ms Nina (que hizo incluso un guiño al Papi chulo de Lorna), el pop urbano de Chico Blanco y de Rojuu (un artista en plena pista de despegue) o, sobre todo, la magnífica actuación de unas Tarta Relena más electrónicas que nunca, que llevaron su música basada en la tradición mediterránea (¡preciosa su revisión de Tres morillas!) al hiperespacio sonoro con la ayuda de un amplio coro. Por su parte, el británico Sega Bodega ofreció un dubstep malsano y tenebroso, iluminado por momentos por el brillo del R&B. Y el resto de la jornada se repartió entre la combinación de bass music y spoken word de Coucou Chloe, los global beats de la pakistaní Manara, de Uniiqu3 y de la neozelandesa Lady Shaka (con bailes maoríes incluidos) o la onírica colisión de pop, dubstep y cold wave de la norteamericana Eartheater, que por momentos recordó a FKA Twigs. Sin duda, lo más interesante de la primera jornada fue la performance de Lafawndah, artista de ascendencia egipcia e iraní que es algo así como una versión oriental de Björk, y la orgía ácida que se montaron los de Paranoid London, auténticos guardianes de las esencias del acid house.

Viernes 17

La jornada diurna del viernes tuvo como protagonista, en primer lugar, al piano, tanto en la actuación de IHHH, que combinó free jazz, música contemporánea y electrónica con unos certeros visuales de Desilence, como en la de los italianos Quayola/Seta, con su concepto de hiperpiano (con tratamiento digital) aplicado a la música neoclásica y con unos bonitos visuales impresionistas. Frente a estas sutilezas, los madrileños VVV (Trippin´You) apostaron por la turboviolencia del electro-punk y la oscuridad de la cold wave.

En el terreno nacional, destacaron el happy hardcore de Albal y Rocío, el pop urbano de Juicy Bae (muy en la onda de Bad Gyal) o la dura mezcla de drill y trap de El Bobe, que tuvo problemas con el equipo de sonido. Aunque sin duda lo más esperado fue el divertido show queer de Samantha Hudson (que cerró su actuación con su provocador hit Por España), y por supuesto, el Concert de Músika Festera que ofreció Niño de Elche con el apoyo de la DJ Ylia y la Banda “La Valenciana”, de música típica de la Comunidad Valenciana, que entró al escenario a ritmo de pasodoble abriéndose paso entre el público. Fue toda una reedición del concepto de raverbena (rave+verbena) en una insólita, divertida y todavía un poco verde mezcla de flamenco, pasodoble y electrónica. ¡Otra verbena es posible! La jornada diurna se completó con la manipulación de objetos sonoros (paneles y agujas) del músico experimental canadiense Martin Messier, el techno queer, sucio y oscuro, de LSDXOXO, el amapiano sudafricano de Kamo Mphela (con una sección de baile espectacular), la sesión de afro grooves de Jamz Supernova, la fusión de bhangra y drum´n´bass de los asiáticos Yung Singh & Suchi, la combinación de voz y electrónica de Lyra Pramuk (en la estela de Laurie Anderson o Holly Herndon), el tech-house colorista de Polo & Pan o la dinámica mezcla de grime y dancehall de Scotch Rolex.

Ya por la noche, Niño de Elche volvió a ser protagonista al actuar junto a C. Tangana y como invitado en el set de Agoria, un quejío en medio de una tormenta ácida. También Nathy Peluso actuó junto a C. Tangana, pero fue además la estrella absoluta de su propio show, en el que demostró que está dispuesta a saltar a la arena internacional con su explosiva mezcla de funk, salsa, balada, hip hop y R&B. Toda una dominatrix. Por su parte, si Moderat se parece cada vez más a un pomposo grupo de rock sinfónico, lo de Bonobo está cada vez más cerca del hilo musical, mientras que los franceses The Blaze optaron por el dream house y el electropop, ensoñador y bailable a un tiempo. Una de las actuaciones más potentes fue la de Headie One, abanderado del drill británico. Y entre las sesiones de DJ, destacaron el hard minimal de un Richie Hawtin en su línea de siempre, el mano a mano entre Tiga y Hudson Mohawke y, sobre todo, el maravilloso set de Skee Mask, un combinado excitante y creativo de electro, acid, breaks y ritmos sincopados.

Sábado 18

La última jornada comenzó con el paisajismo sonoro adobado con drones de Pedro Vian & Mana y con la colorista sesión a base de ritmos uptempo de Umami y CRKS290. La interacción del baterista Eli Keszler con visuales y efectos electrónicos fue muy inspiradora. Y en la parte española, hay que destacar el trap callejero de Morad (convertido en toda una estrella del género), la fiesta hip hop que se montaron Bejo y los miembros del colectivo canario Locoplaya, el oscuro drill de Mori & Rusovsky y la mezcla muy competente y profesional de rap y R&B de Recycled J, que actuó hace unos años en San Lorenzo. Fue una agradable sorpresa el concierto de piano y spoken word feminista de la venezolana La Chica, y entre las sesiones cabe destacar el buen rollo de DJ Python, el UK garage y el funk fresquito de Jyoty o la mezcla de house y techno clásicos de Vegyn. Finalmente, si la anunciada danza post-humana de Hamill Industries & Kiani del Valle se quedó en un experimento new age, fueron muy interesantes tanto el ambient disruptivo de los veteranos Craig Leon & Cassell Webb, como el conglomerado alocado de hyperpop, trap y dubstep del estonio Tommy Ca$h, o el spoken word sobre fondo de bass music de For Those I Love, un artista en la estela de la gran Kae Tempest.

Ya por la noche, reinaron los Chemical Brothers con uno de sus elefantiásicos shows circenses, con visuales coloristas, robots gigantes y hits estratosféricos como Block Rockin´ Beats o Hey Boy Hey Girl. Y aunque se pudo disfrutar de DJ sets muy creativos como los de la oscura Helena Hauff, el poliédrico Joy Orbison, el techno tribal de Batu (un nuevo Jeff Mills), el house hedonista de Midland & Shanti Celeste, el alegre funky-disco de Folamour, el buen rollo inclusivo de The Blessed Madonna o la afro-experimentación de la genial senegalesa Mbodj, lo cierto es que de la última noche del Sónar se apoderó sobre todo el inmisericorde hard techno zapatillero de La Fleur, Eric Prydz, Charlotte de Witte, Anfisa Letyago o Reinier Zonneveld. Afortunadamente, la poderosa mezcla de drill y grime de AJ Tracey y el vanguardista ritmo tribal de los ugandeses Nihiloxica aportaron diversidad a la noche.