Cultura

PATRIMONIO

Diez órganos históricos de la provincia de Huesca son declarados BIC

Entre ellos figuran los de la iglesia parroquial de San Pedro el Viejo o el de la catedral de Jaca

Órgano de la catedral de Jaca.
Órgano de la catedral de Jaca.
S.E.

El Consejo de Gobierno ha aprobado este miércoles el decreto por el que se declaran Bien de Interés Cultural (BIC) 59 órganos históricos aragoneses más relevantes situados en las tres provincias, 10 en la provincia de Huesca, 15 en la de Teruel y 34 en Zaragoza.

Según el Gobierno de Aragón, la protección de estos órganos como BIC de carácter mueble es fundamental para garantizar su conocimiento, difusión y conservación como testimonio irremplazable del patrimonio cultural aragonés.

Este listado de órganos engloba instrumentos de gran variedad tipológica, cronológica y estilística, que fueron fruto de la actividad de talleres locales y foráneos y que es representativo del papel de Aragón como referente en la historia de la organería española y europea, entre ellos, los de las basílicas del Pilar y la del Salvador (Seo) en Zaragoza, de las iglesias del convento de San Francisco y de San Pedro, en Teruel o los de la iglesia parroquial de San Pedro el Viejo o el de la catedral de Jaca, en Huesca.

Conocido desde la antigüedad clásica, el órgano, como instrumento musical, ha evolucionado y adoptado múltiples variantes hasta la actualidad. Como elemento ligado a la liturgia católica, se constata su presencia desde los inicios del cristianismo, pero es a partir del siglo XIV cuando se documentan los órganos parados (no portátiles).

Dentro del panorama general, Aragón destaca porque en su territorio se han conservado numerosas muestras excepcionales de órganos desde el siglo XV hasta el XX, con ejemplos representativos de todas las épocas y estilos tanto para las cajas (desde el Gótico hasta el Modernismo) como para los instrumentos (desde el órgano blockwerk hasta el sinfónico), lo que constituye un legado cultural y patrimonial de primer orden.

La conservación en Aragón de cuatro cajas góticas es un caso único en el mundo, reflejo de un momento histórico de gran desarrollo de la organería como parte de un proceso general de florecimiento de las artes a finales del siglo XV, que culminará en el Renacimiento.

En este periodo Aragón se mantuvo a la cabeza a nivel nacional en este arte gracias al organero turiasonense Guillaume de Lupe, genio creador que cambió el devenir del órgano, modernizándolo y proyectándolo hacia un brillante futuro.

Durante el Barroco la presencia de órganos de la más alta calidad se generaliza por todo el territorio aragonés, documentándose maestros organeros en numerosas poblaciones de las tres provincias, ya que el órgano es una fuente artística y artesanal de primera magnitud en el orden económico y gremial aragonés de los siglos XVII y XVIII.

En el XIX, tras el Concordato Iglesia-Estado de 1851, Aragón vuelve a liderar la organería no solo nacional, sino también ultramarina, exportando desde Zaragoza órganos a numerosas iglesias de otros continentes, manteniéndose varios talleres activos hasta la Guerra Civil.