Cultura

presentación literaria

‘El caballo rojo’, una ficción con reminiscencias históricas

Eduardo Azpíroz presentó su primera novela en la Biblioteca Municipal Antonio Durán Gudiol de Huesca

Eduardo Azpíroz en la Biblioteca Durán Gudiol, donde presentó su novela 'El caballo rojo'.
Eduardo Azpíroz en la Biblioteca Durán Gudiol, donde presentó su novela 'El caballo rojo'.
Pablo Segura

Eduardo Azpíroz se sintió como pez en el agua, en su visita ayer a la Biblioteca Municipal Antonio Durán Gudiol de Huesca, donde rodeado de libros presentó su novela El caballo rojo, un relato de ficción ambientado en París, antes de la guerra y durante la ocupación alemana, y en Almería, en tiempos de la II República y la Guerra Civil. 

El hilo conductor es la investigación que desarrollan Laura y Toni; ella, estudiante de periodismo, y él, su pareja, a través de entrevistas a los diferentes protagonistas, con las que van deshilando ambas historias hasta que finalmente confluyen, resolviéndose los dos grandes enigmas de la novela: el paradero del criminal de guerra nazi Eric van Leinsdorf y el secuestro de la pequeña Blanca. Una pequeña coincidencia entre dos fotografías antiguas de origen muy dispar les lleva a interesarse por Eric van Leinsdorf y su amigo Hans Berwald.

El interés de Azpíroz por la literatura le viene de muy joven. “Mi padre, que era un gran lector, me trasmitió su afición y de una manera muy inteligente, eligiendo los títulos que mejor se adaptaban a cada edad”. Primero empezó con colecciones como Los cinco de Enyd Blyton a la que siguieron novelas de Julio Verne, Jack London o Conan Doyle. Además, explicó a este periódico que su padre no solo le educó en el gusto por la literatura “sino también en el espíritu crítico y una especie de enciclopedismo centrado en el amor al arte y a la historia”.

Precisamente su pasión por la historia, “y dado que no soy historiador”, fue la que le llevó a compartir “a través de la ficción mi visión de algunos momentos de nuestro pasado que considero trascendentes”. Aunque Eduardo Azpíroz había esbozado algún texto al acabar la universidad, no se puso en serio a escribir hasta que se lanzó a redactar El caballo rojo. “Creo que fue entorno al 2006, aunque con la dedicación que requería mi profesión apenas podía avanzar en la escritura, hasta ahora que recientemente me he prejubilado”. El resultado, esta primera novela de la que habló ayer en la capital altoaragonesa y de la que reconoce que no fue fácil traer a 2023 el París de la ocupación alemana y la Almería de la II República y la Guerra Civil de la mano de una periodista, Laura, y que historias en cada lugar confluyan. “Lo que ha sido para mí muy interesante y un verdadero placer es poder leer y estudiar, aunque no con la profundidad de un historiador como me hubiera gustado, dichos periodos”.

Eduardo Azpíroz invita a leer esta obra y con ello descubrir el porqué del título de El caballo rojo, “que nada tiene que ver con la hípica”. “El título -continúa- es parte de la intriga de la novela, y leyéndola se entiende el porqué de él”. Respecto a los comentarios que recibe de quienes ya la han leído, confirma que, “como suele suceder hay de todo. La literatura es algo muy personal y depende también mucho del momento en que se empieza a leer un libro, pero me he encontrado comentarios de lectores que solo por lo que me dicen que les ha trasmitido me ha merecido la pena escribirla”.

El autor cántabro también asegura que la literatura “es un mundo difícil cuando empiezas. La gente no te conoce, las tiradas son pequeñas y por ello el libro no está físicamente en las estanterías de las librerías, y ello hace más difícil todavía hacerse conocer como escritor”.

El ha iniciado el camino para ello y prueba de eso fue su visita a Huesca, porque para él “presentarla es un placer y una biblioteca creo que es el mejor lugar para hacerlo”.

Ahora, está metido de lleno en su segunda novela, que no tiene ninguna conexión con El caballo rojo. “Está centrada en las memorias de un guardia-marina que participa en la Expedición Malaspina, en la parte de exploración de las costas de Alaska y Canadá, y que así mismo participa o tiene conocimiento de otros importantes episodios de nuestro siglo XVIII, alternando la escritura de sus memorias en el Cádiz asediado por las tropas bonapartistas, con su participación en la redacción de la Constitución de 1812”. Ese va a ser el argumento sobre el que gire el nuevo libro de Eduardo Azpíroz, quien asegura que hasta que vea la luz “me queda mucho trabajo por hacer. Al alejarse más de nuestros días, la necesidad de documentación es, a mi juicio, mayor”.