Cultura

ENTREVISTA

Manuel Vilas: “Si no hay placer en una relación amorosa, no estará nunca completa”

El escritor barbastrense reivindica, a su paso por Zaragoza para presentar su novela ‘Nosotros’, la pasión en el amor, incluso con el paso del tiempo

Manuel Vilas en la biblioteca del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza.
Manuel Vilas en la biblioteca del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza.
Efe

Manuel Vilas defiende que cuando los escritores no entienden algo escriben un libro. Y a él había una dimensión del amor que se le escapaba, pero que ahora, después de escribir Nosotros, ha logrado comprender: “En el amor debe haber placer”. Con su reciente Premio Nadal 2023 y con la llegada a las librerías de su nueva novela, que firma con Destino, el autor aragonés reivindica en una entrevista a Efe a su paso por Zaragoza la pasión en el amor, incluso con el paso del tiempo.

Estos días escuchábamos que ganar un Goya no cambia tanto la vida. ¿Y un premio literario como el Nadal?

—En literatura, el Premio Nadal es muy importante; sí que suele cambiar la vida de un escritor. Yo ya venía también de ser finalista del Planeta y de muchos años en este en esta profesión. En cualquier caso, ayuda a seguir adelante; es un espaldarazo importante.

Ya está en las librerías Nosotros, en el que explora el amor eterno con la relación de Irene y Marce. ¿Es su historia una utopía?

—Yo quería proponerle al lector la posibilidad de que existiese un amor de semejante magnitud: un amor de veinte años como el que se narra allí, en donde ha habido pasión, erotismo, lealtad, comprensión, alegría… Veinte años de amor maravilloso parece ser imposible, sin embargo, que sea imposible es triste porque eso significa que las historias de amor están condenadas a tener una temporalidad, de los seis meses a los tres años… Esa fue la idea germen de la novela y luego ya empecé a desarrollar el personaje de Irene, que a mí me empezó a fascinar.

“En la novela, el amor y la muerte son componentes fundamentales”

Este amor ferviente, ¿es una forma de rebeldía en tiempos del amor líquido?

—Yo creo que sí, es una rebeldía. La reivindicación del amor hoy en día puede ser una rebeldía, porque hay una cosa que pasa en el amor pasión -y esta es una historia de amor pasión-, y es que el “enamorado loco” solo vive para su amor, no tiene dimensión social. Ni trabaja, ni tiene oficio ni beneficio: se dedica a estar todo el día viendo y pensando en su amor. Y eso tiene un componente disolvente, casi punki, ¡parecen punkis!

En esta novela vuelve a abordar el duelo, a través de la protagonista, Irene, que acaba de perder a su marido.

—Sí, pero lo que pasa es que ella lleva un duelo temerario, es una aventurera sexual. La novela describe una ‘road movie’ en la que ella tiene relaciones sexuales con hombres y mujeres, y se inventa una liturgia donde a través del orgasmo alcanza a ver a su marido. Esto es muy fuerte, lo que hace ella es una manera de llevar el duelo cuando menos de una originalidad perturbadora.

Al final sí se da cuenta de una cosa con la que yo estoy de acuerdo, que es que en el amor debe haber placer. Esto lo he descubierto yo escribiendo esta novela, o sea, para mí mismo. Los escritores, a veces cuando no entendemos algo, escribimos un libro. A mí, había una dimensión del amor que se me escapaba y yo creo que es la razón por la que he escrito esta novela.

¿Y qué ha descubierto?

—Estoy convencido de que si no hay placer en una relación amorosa no estará nunca completa. Pero en la conversación pública sobre el amor aceptamos una serie de componentes fundamentales. Por ejemplo, la lealtad es una dimensión del amor totalmente aceptada, es decir, dos personas que se aman tienen que ser leales; la complicidad; la vida en plural; el ser dos contra la ferocidad del mundo; la construcción de una vida juntos… Estos son valores que todo el mundo acepta como inherentes al sentimiento amoroso, pero todo eso sin placer va a cojear, le va a faltar algo. Y el placer es una dimensión del amor que todavía a veces la gente dice: “Bueno, es al principio y, luego, no”. ¿Por qué?

Ha nombrado el orgasmo, con el que Irene es capaz de conectar con su amado, ya fallecido. Los franceses se refieren a este momento como ‘la petite mort’…

—Es una buena forma de llamar al orgasmo. Porque lo hemos trivializado mucho por culpa de la pornografía y del comercio en torno al sexo. Hemos frivolizado algo tan importante como esa dimensión filosófica del orgasmo y es terrible, porque es uno de los abismos de la condición humana. Debería ser protegido porque ahí hay mucha belleza, hay mucho misterio y no debería tener esa parte sórdida, que a veces incomoda a la gente y hace que no quiera hablar del orgasmo, porque se ha banalizado. Ojalá esta novela reivindique un poco la parte de metafísica y filosófica del orgasmo.

El amor y la muerte, ¿son sus dos grandes temas?

—En la novela son los dos componentes fundamentales: el amor y la muerte. Es lo que hacemos los seres humanos: nacemos y cuando ya tienes uso de razón, en los quince o dieciséis años, cualquier ser humano se da cuenta de que va a tener que construir un nosotros, una especie de itinerancia del yo al nosotros, ¿no? La mayoría de seres humanos invierten su vida en la construcción de una pareja, de una familia, de un grupo de amigos… Tienes que salir del yo e ir hacia un nosotros: eso es el amor. Y luego el otro tema fundamental es la muerte. Por eso, Irene al final dice: “Del yo al nosotros y del nosotros regresamos al yo”. Porque el proceso de la muerte es un retorno al yo. Y esto es la aventura existencial de cualquier ser humano.

En su literatura, un reloj puede significar mucho más que un mecanismo que portamos en la muñeca…

—¡Eso se lo he dado yo a ella (a la protagonista)! Soy un loco de los relojes, los veo en los escaparates y me vuelven loco, pero no me compro ninguno porque son carísimos (ríe). Pero tienen también una dimensión filosófica. ¿Qué hace un reloj? Mide el tiempo, pero eso es una convención social. Hemos diseñado la materialidad del tiempo a través de los relojes. Y ella, Irene, lo dice, no es lo mismo las nueve de la mañana en un Cartier que en un Casio. Hay una coincidencia con Shakira, pero la novela está escrita antes que la letra (ríe).

En el libro hay también toda una filosofía de los objetos bellos, como muebles, automóviles o colonias que sirven un poco para protegernos de la ferocidad y de la fealdad. El lujo no como frivolidad, sino como belleza.

“La belleza para mí lo es todo”

¿Es importante para usted la belleza?

—Para mí lo es todo… o he llegado a decir que la belleza es un derecho político, porque tú puedes comer, tener un techo y un trabajo; es importante, pero debe haber algo de belleza en la vida de los seres humanos porque, si no, para qué comer, para qué tener un techo y para qué tener un trabajo, ¿no?