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Cinco altoaragoneses, nuevos académicos de honor de la jota

El Edificio Pignatelli ha acogido este jueves el nombramiento de Josefina Mendiara, Lorenzo Allué, José Luis García, Pepa Ramón y José Mauri

De izquierda a derecha el hijo y la esposa de Lorenzo Allué, entre ellos José Luis García, Pepa Ramón, Sonia Alastruey, Roberto Ciria y José Mauri.
De izquierda a derecha el hijo y la esposa de Lorenzo Allué, entre ellos José Luis García, Pepa Ramón, Sonia Alastruey, Roberto Ciria y José Mauri.
S.E.

La Sala de la Corona del Edificio Pignatelli, sede del Gobierno de Aragón, ha acogido por segundo año consecutivo el acto de nombramiento de los Académicos de Honor de la Academia de las Artes del Folclore y la Jota de Aragón. Durante el evento, presidido por el consejero de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, Felipe Faci, se ha distingido a 41 figuras vinculadas al folclore y la jota de Aragón, entre ellas cinco de la provincia de Huesca: Josefina Mendiara, que no pudo acudir y lo recogió en su nombre Pepa Ramón; Lorenzo Allué, que lo recogido su hijo; Pepa Ramón, José Luis García y José Mauri.

Lorenzo Allué ha empezado a entonar sus primera jotas a los 8 años de edad. En 1944, comenzó a recibir clases de de Antonio y Fidel Seral, e ingresó en el Grupo de Educación y descanso. Cuatro años más tarde se inició en el baile de la mano de Pablo Luis Maza, faceta que cultivo durante bastante tiempo. De hecho, como bailador se incorporó a la Agrupación Folklórica Santa Cecilia con la que recorrió España, Francia, Italia, Nueva York…, siendo en ocasiones fue la pareja de Ángeles Montori.

A principios de los años setenta, dejó el baile y retomó de nuevo el canto con Camila Gracia, a principios del siglo XXI, inició colaboraciones con el Grupo Elenco, recibiendo clases de María Grúas, y con él que colaboró en la película Amores de siega.

José Luis Garcia, José Luis García Castellón es sinónimo de folclore. Es uno de los pocos que puede presumir haber vestido el traje regional durante casi siete décadas. Su dedicación a la jota aragonesa lo llevó a estar en la junta del Grupo Folklórico Nuestra Señora de la Alegría de Monzón más de veinte años, ocupando 14 de ellos la presidencia. Es el miembro más antiguo de la agrupación montisonense, y en su dilatada trayectoria se ha mostrado muy comprometido con la conservación, promoción y recuperación del folclore y por ello, junto con su junta, fundó el Festival Folklórico del Cinca Medio de Monzón en 1998.

José Mauri nació en La Almunia de San Juan y en la actualidad reside en Binefar. Desde muy pequeño formó parte de la rondalla de su pueblo, a la vez que estudio solfeo y piano. Perteneció a los grupos Coros y Danzas de Huesca durante 12 años recorriendo países como Polonia, Marruecos, Suiza Francia etcétera.

También estuvo en Alma de Aragon de Zaragoza, dirigida por Mariano Forns Aznar, como bailador. En 1962 entró a formar parte del Grupo Folclórico Nuestra Sra de la Alegría y en 1967 tomo las riendas del de baile. Durante 14 años fue profesor de música y 20 años lo hizo como profesor y coreógrafo. Suya es la coreografía de la Jota de Monzón en honor a la Virgen de la Alegría.

Josefina Mendiara ha realizado una importate labor para la conservación del traje tradicional ansotano. Uno de los primeros logros fue la realización de la película Ansó mirando al pasado”, basada en la vida cotidiana y festiva de nuestros antepasados, en la que colaboró todo el pueblo, dirigida por Antonio Angulo y Esteban Municio y producida por RTVE Aragón.

Trabajó en la recuperación de prendas y joyas existentes en las casas, y en adquirir material aparente para arreglos y confección de nuevas prendas para poder mantener su autenticidad, transmitiéndolo a todas aquellas personas que quisieron aprenderlo.

Pepa Ramón, nacida en Huesca ha vivido su infancia, su juventud y buena parte de su edad adulta en Sabiñánigo. Muy ligada a la cultura tradicional y a la jota ha tenido durante décadas una estrecha vinculación con la tarea colectiva para la recuperación y reconocimiento del Folclore Aragonés - especialmente del pirenaico- teniendo siempre presente que se debía tratar la indumentaria como parte de ese patrimonio -con todo el respeto y rigor posible- para poner en valor su riqueza y diversidad, reconociendo así la forma de vida de nuestros antepasados a través de su relación con el entorno; de su manera de vestir, de cantar, de bailar, de sentir…