Cultura

CRÍTICA MUSICAL

Bares, ¡qué lugares!

La música florece en la primavera oscense durante el fin de semana

El Mal de Sambito en La Asturiana.
El Mal de Sambito en La Asturiana.
L.LL.

La llegada de la primavera está siempre indefectiblemente sincronizada con las ganas de salir a la calle a divertirse. Es una ecuación que no falla nunca. Y este fin de semana la capital oscense bullía de actividad cultural tanto al aire libre (la celebración del Día Mundial del Circo en el Parque Miguel Servet, el Encuentro Nacional de Escuelas de Folklore en la Plaza López Allué), como en espacios cerrados: el concierto de los raperos Ocer y Rade en El Veintiuno, el humor de Faemino y Cansado en el Teatro Olimpia, el musical “Disney Rock” en el Palacio de Congresos, el Ensemble Kapella en el Centro Cultural Ibercaja o Menudo Teatro en el Centro Cívico. Pero, aparte de todo ello, este país puede presumir y presume de generar una amplia cultura en torno a los bares. España ha apostado siempre por la cultura de bar frente a la anglosajona cultura de club. Gabinete Caligari lo expresaron muy bien: “bares, ¡qué lugares!, tan gratos para conversar, no hay como el calor del amor en un bar”.

Y este pasado fin de semana los bares de la capital oscense han contribuido de forma decidida al florecimiento musical que suele tener lugar en primavera. La ruta comenzaba el viernes en la Sala Edén, donde desde hace un tiempo Audio Claudio mantiene una residencia mensual con su Flow Microclub. Una operación remember que, a la vista del llenazo de la sala, se puede afirmar que funciona más que bien. Con una camiseta en la que se podía leer “HU época dorada de la fiesta”, este dj oscense fluctuó entre el Detroit techno y el house, pasando por el tech-house y los guiños disco y funk: de Basement Jaxx y David Penn al himno Divas to the dancefloor de DJ Irene pasando por ese monumento inmortal del techno más trascendente y sutil que es Strings of life de Rhythim is Rhythim.

Los Peludos en el Juan Sebastián Bar.
Los Peludos en el Juan Sebastián Bar.
L.LL.

El sábado la oferta sonora en bares y locales se multiplicaba por tres. Y así, la churrería La Asturiana de la avenida Menéndez Pidal -local regentado por Ula Aksünger- acogía una performance pictórica de Ande Miwako y una actuación llena de ritmo y sabor a cargo de los rumberos oscenses El Mal de Sambito, en esta ocasión compuestos por Tahití (bajo) y Pitrón (voz y guitarra), ampliados con la ayuda de Jorge (trombón), Jaime (flauta) y el propio Ula Aksünger, un excelente percusionista. El repertorio recorrió el camino que va de un clásico latino como Moliendo café a un megamix rumbero a base de Los Chichos, Peret o Gipsy Kings.

Después, en La Catalítica tenía lugar una velada especial en la que, en primer lugar, Lex Bayones (dúo zaragozano formado por Javier Salvatierra y Esther López) ofreció un concierto en el que las bases electrónicas servían de marco a las evoluciones de un violín, combinando temas propios y originales revisiones de Chemical Brothers y otros maestros de la electrónica. Acto seguido, tomaron el relevo dos disc-jockeys: el oscense Kikemán y el zaragozano Plástico y Binario, que no es otro que Javier Salvatierra, del dúo Lex Bayones que les había precedido. A la manera de “dejotas (dj´s) de picadillo”, ambos se fueron alternando en la cabina. Y mientras Kikemán ofrecía su menú sonoro a base de breakbeats, hip hop y electro-rock (en el que no faltaron Run DMC o Neneh Cherry), Plástico y Binario apostaba por una sonoridad más electrónica.

Kikemán (izquierda) y Plástico y Binario (derecha) en La Catalítica.
Kikemán (izquierda) y Plástico y Binario (derecha) en La Catalítica.
L.LL.

Y también el sábado, en el Juan Sebastián Bar, actuaba el dúo Los Peludos, que componen el cantante y guitarrista Ángel Valdivia (bregado en mil batallas) y el baterista Jorge Otal. Con sus caras pintadas a la manera de los miembros del grupo Kiss, animaron al personal que llenaba el bar con versiones del pop-rock español: del indie de Sidonie al rock-chanson de Loquillo (El hombre de negro), pasando por el pop de los 80s (Cuando brille el sol de La Guardia, Cien gaviotas de Duncan Dhu), un medley rumbero con Son ilusiones de Los Chichos y Te estoy amando locamente de Las Grecas o incluso el Voy a mil de Olé Olé, entre muchos otros grandes hits.

Por último, el trayecto finalizaba el domingo en el restaurante La Zambra de la Casa de Andalucía, que acogía un nuevo Vermú Flamenco, protagonizado esta vez por Rubén Jiménez a la guitarra y David “El Vikingo” al cante, que sustituía al inicialmente previsto Daniel Jiménez “El Nano”. En un mediodía muy soleado, Rubén Jiménez hizo gala de la maestría de su toque (no en vano se ha alzado con el título de mejor guitarrista flamenco de Aragón), tan inspirado como cabal, y arropó de forma cálida el cante de El Vikingo, que mostró rajo, jondura y frescura a partes iguales. El concierto comenzó con cantes “serios” (tarantas, fandangos, tangos, bulerías), pero también hizo un hueco a la copla, la canción aflamencada e incluso a la rumba Quiero estar solo de Los Chichos, cuyo legado continúa siendo reivindicado cada día. Pero todavía quedaba el último cartucho del fin de semana, el directo íntimo de Pablo und Destruktion en La Trassónica. Y aún habrá quien dice que se aburre. En fin…