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Gaizka Urresti: “El gran descubrimiento de este documental es Juana de Grandes”

El codirector del documental presenta ‘Labordeta, un hombre sin más’ en el Teatro Olimpia 

Juana de Grandes y sus hijas Ángela, Ana y Paula en Labordeta, un hombre sin más.
Juana de Grandes y sus hijas Ángela, Ana y Paula en Labordeta, un hombre sin más.
U.P.

El 19 de septiembre de 2010, más de 50.000 personas despidieron a José Antonio Labordeta en el Palacio de la Aljafería. Profesor de instituto, poeta, escritor, ensayista, comunicador, político, cantautor, fue un hombre que desbordó a la persona para convertirse en una leyenda que encarna la voz de los desfavorecidos, de las minorías, de la España vaciada. Doce años después de su fallecimiento, el documental Labordeta, un hombre sin más, ha permito conocer también a José Antonio, al esposo, padre y “abuelo” a través de su mujer, sus hijas y sus nietas. Sus recuerdos y un diario personal nunca antes leído desvela su lado más íntimo y personal, el de un hombre sin más.

Aunque este trabajo codirigido por Paula Labordeta y Gaizka Urresti, también productor de la película, se pudo ver en Huesca los pasados meses de septiembre y octubre coincidiendo con su estreno comercial, ambos directores hablaron en su día de un preestreno por esas fechas en el Olimpia, “que no fue posible”. Entonces no pudo ser, pero hoy Gaizka Urresti, al que le hace “ilusión que por fin se puede ver en el Olimpia”, va a presentar el documental en este teatro, a las 20:00 horas, dentro de la programación Aragón Tierra Abierta’ y con el Ayuntamiento oscense.

Juana de Grandes con sus nietas, en el palacio de la Aljafería, en un fotograma del documental.
Juana de Grandes con sus nietas, en el palacio de la Aljafería, en un fotograma del documental.
Fundación Labordeta

Labordeta, un hombre sin más regresa a Huesca y lo hace con los premios Goya y Forqué a Mejor Documental, dos avales al que se suma el haber sido en 2022 la segunda proyección de este género más vista en España tras Sintiéndolo mucho, con Joaquín Sabina como protagonista, y con más de 30.000 espectadores en los cines, lo que a juicio de Gaizka Urresti confirma que ponen en valor a una persona “que falleció hace 12 años, que nació y murió en Zaragoza, que estaba muy vinculado con Aragón, y que sigue siendo querido y reconocido en todo el territorio nacional”.

En cuanto a los dos galardones con los que regresa a la capital altoaragonesa esta cinta, Gaizka Urresti reconoce a este periódico que su “objetivo” cuando lo estaban “terminando” y lo estrenaron “tenía en el horizonte los Premios Goya, no sé si de ganarlo, pero sí de estar compitiendo” como ya había ocurrido en 2019 con su documental anterior, Aute retrato.

Tras una dura labor de lanzamiento y promoción y de darlo a conocer a los académicos y a la sociedad, recibir el galardón fue “un logro y una satisfacción que todo este trabajo tuviera ese fruto, el de conseguir el Goya”, que insiste estaba en sus “sueños”. Pero viendo todo el proceso “era un empeño complicado y un año con muy buen nivel de cine, también en documental”, donde competían con Fernando León de Aranoa, Isabel Coixet, Kike Maillo, pero alzarse con el ‘cabezón’ les reportó una enorme “felicidad”.

Gaizka Urresti considera que toda la repercusión que ha tenido Labordeta, un hombre sin más ayuda a “no olvidar su figura”, y detallar más su legado, “a intentar explicar más sus banderas rotas que siguen estando vigentes: la reivindicación de la España vaciada, Aragón, o la manera de entender la política como una forma de transformación…”. Por eso, tanto la gente que lo ha visto como la que no pero ha oído hablar que 12 años después de su muerte hay una película sobre él que ha sido el documental del año, “no cabe duda que renueva el interés que hay sobre Labordeta”.

Retomar el trabajo y reflexionar

Paula Labordeta y Gaizka Urresti comenzaron a trabajar en este proyecto en 2018 con la intención de estrenarlo en septiembre de 2020 coincidiendo con el décimo aniversario de la muerte de José Antonio Labordeta, pero la pandemia paró todo, incluido este trabajo, lo que les permitió tomarse más tiempo, reflexionar, remontarlo e, incluso, “volver a rodar material que forma parte del documental, por ejemplo el final que se rodó en 2021”, explica su codirector, que reitera que, “en ese sentido, el tiempo para el documental siempre viene bien, frente a un producto más televisiva que está más urgido por la emergencia y la actualidad”. Ellos pensaron que la vida de Labordeta y la forma en la que la habían contado podía tener vigencia en el 2020, 2021 o 2022, siguieron trabajando y la “apuesta” les “salió bien”.

Para Gaizka Urresti, el cine en general y el documental en particular es “una forma de profundizar, de conocer, en este caso un personaje, pero también el mundo y la sociedad en la que se desarrolla su vida”.

El cineasta no lo sabía todo de Labordeta, había leído sus tres libros de memorias, “pero poder hacer el documental estando tan pegado a su viuda y sus hijas me ha permitido acceder a una intimidad que de otra forma hubiera sido imposible”.

Para él y para el espectador, “el gran descubrimiento de esta película es la figura de Juana de Grandes, su viuda, esa mujer que fue muy importante para que Labordeta fuera quien fue. Le dio esa seguridad de una familia de la que ella, aunque era catedrática de Latín como él y profesora toda su vida, se hizo cargo, pero al mismo tiempo le dio la libertad para que él pudiera desarrollar su carrera en tantos campos como el periodismo, la poesía, la música o la política. Viendo el documental y conociendo a Juana te das cuenta de que por eso José Antonio Labordeta también es grande. Siempre estuvo a su lado, respetando su parcela artística, pero dándole la raíz que todo creador necesita”.

Precisamente, a través de Juana de Grandes, sus hijas y nietas, este documental muestra a un José Antonio Labordeta íntimo, a lo que también contribuyó la aparición de un diario “que nos ofreció un elemento narrativo muy interesante para vertebrar las conversaciones, ya que queda más natural que ellas hablen de lo que él sentía en los años 60 y 70 cuando lo escribió, y que interpreten su estado anímico, sus inseguridades, sus banderas rotas, a través de sus escritos, aportado a un Labordeta presente porque en el diario cuenta cómo estaba viendo las cosas”, mostrando a un hombre sin más.