Cultura

OJO AVIZOR

Carlos Saura, una vida dedicada al cine con raíces en Huesca

El director oscense tuvo presente a su ciudad natal a lo largo de su extensa carrera y de su vida

Carlos Saura junto al cineasta mexicano Michel Franco, que recibió el Premio que lleva su nombre en la 49º Edición del Festival Internacional de Cine de Huesca, en 2021.
Carlos Saura junto al cineasta mexicano Michel Franco, que recibió el Premio que lleva su nombre en la 49º Edición del Festival Internacional de Cine de Huesca, en 2021.
Rafael Gobantes

LA IMAGEN del cineasta oscense Carlos Saura Atarés (Huesca 1932 – Collado Mediano, Madrid 2023) se ha quedado para siempre en las calles de Huesca tras la inauguración el pasado día 3 de febrero de la escultura, obra de Julio Luzán y encargada por el Gobierno de Aragón, que se encuentra en una de las populares “Cuatro Esquinas” y que saluda a los viandantes a la entrada de la calle Villahermosa.

Nacido a unos pocos pasos de allí, en el número 2 de la calle Padre Huesca, habrá quienes contemplen ahora su efigie y le recuerden paseando por las calles de la capital altoaragonesa, siempre con su cámara de fotos a cuestas -al igual que ha quedado reflejado en el busto- respirando fotografía y cine y muy vinculado al Festival Internacional de la ciudad, uno de cuyos premios más emblemáticos -el que distingue cada año a los profesionales de este arte- lleva su nombre desde 2018 y del que fue el primer destinatario en 1991, cuando era el galardón Ciudad de Huesca. En 2014 se le concedió además el premio Luis Buñuel como reconocimiento a su extensa carrera.

Inauguración del busto a la entrada de la calle Villahermosa de Huesca el 3 de abril.
Inauguración del busto a la entrada de la calle Villahermosa de Huesca el 3 de abril.
Javier Navarro

“Sobre Huesca escribió dos variaciones de un guión que se titulaba ¡Esa luz!; y que fue publicado por el Instituto de Estudios Altoaragoneses (IEA) en 1995. Trata precisamente de su vida en una ciudad de provincias y que lógicamente se refiere a Huesca, porque habla también de una protagonista que tocaba el piano y en este caso, Fermina Atarés su madre, lo tocaba magistralmente”, explica Ángel Garcés, quien ha formado parte durante casi cuatro décadas del equipo de dirección del Festival oscense y publicó el pasado año un volumen sobre los 50 años del mismo.

En una palabra, refleja su vida en una ciudad como Huesca, aparte de que luego aparezcan otras como Barcelona, Valencia, Madrid; etc”, añade Garcés. Parte de ese guión aparecería después en una de sus obras más representativas, La prima Angélica; (1973), que se rodó principalmente en Segovia.

Rodaje de ‘Las paredes hablan’, estrenada en 2022.
Rodaje de ‘Las paredes hablan’, estrenada en 2022.
E. PRESS

Garcés recuerda además la faceta más reivindicativa de Saura, cuando después de una sesión de su mediometraje Cuenca; (1958), en el cine club organizado por el entonces Instituto de Estudios Oscenses en el Teatro Principal de Huesca -ubicado en la plaza de la Inmaculada- en el homenaje que se le hacía en febrero de 1959 desde un palco y en presencia del gobernador civil entre otras autoridades, “en su agradecimiento habló contra el No-Do por su obligatoriedad, ¡Y estábamos en plena época franquista!”.

Entonces recuerda Garcés, el No-Do era de proyección obligada en las salas en detrimento de los cortometrajes, que no llegaban a proyectarse, “y él tuvo el valor de hablar en aquellos momentos contra eso”. Pero después de aquella primera toma de contacto en el Teatro Principal de Huesca, Garcés, indirectamente, tuvo otro encuentro con Saura en 1973, relacionado de nuevo con La prima Angélica. “Su madre, Fermina Atarés, tenía como amigo al mayordomo de la Archicofradía de la Vera Cruz y le pidió la partitura de la música de los romanos que tocan los ministriles en la procesión de Semana Santa de Huesca, porque su hijo la necesitaba para esa película. Yo era el secretario de ese señor y fui quien se la envió. La casualidad hizo que pasara por mis manos y yo ya sabía que cuando viera La prima Angélica escucharía esa música”, relata Garcés.

Desde enero de 2019 el auditorio del Palacio de Congresos lleva su nombre.
Desde enero de 2019 el auditorio del Palacio de Congresos lleva su nombre.
R. G.

Y no solo eso, recuerda, sino que además, en una de sus muchas visitas a la Semana Santa oscense, donde llegó incluso a vestirse con hábito y capirote de una cofradía, “copió” la indumentaria de los romanos oscenses con sus tirabuzones y barba postizos que entonces llevaban, para el mencionado filme.

Una fructífera relación

La relación posterior de Garcés con Saura fue mucha y muy fructífera, a través del Festival Internacional de Cine de Huesca. Ya en su primera edición, en 1973, se le distinguió proyectándose su corto Tarde de Domingo, su trabajo de fin de carrera.

Años después, en 1991 inauguró el Premio Ciudad de Huesca que aún se sigue concediendo y se editó el primer libro del Festival dedicado a él, escrito por Alberto Sánchez y con la colaboración de las Diputaciones Provinciales de Huesca y Zaragoza. Garcés recuerda especialmente la exposición de 2007 de la Diputación Provincial de Huesca, ‘Los sueños del espejo’, realizada en el marco del Festival, en la que se repasaban todas las películas del autor y el cineasta, como regalo, estrenó en la ciudad el largometraje El sur; que formaba parte de una serie para Televisión Española. “En Huesca la verdad es que se le ha reconocido siempre y ha sido muy amigo del Festival y de Huesca”, señala Garcés.

Junto a su hija, Anna Saura Ramón, en el 47º Festival Internacional de Cine.
Junto a su hija, Anna Saura Ramón, en el 47º Festival Internacional de Cine.
Rafael Gobantes

La ciudad tras su objetivo

“Yo creo que después de que el Festival pusiera el foco y le diera el nombre del Premio a Saura se reivindicó también toda la figura de Carlos”, señala, por otra parte, Rubén Moreno, gerente de la Fundación Anselmo Pié Sopena de Huesca y quien fue director del Festival Internacion en las ediciones de 2018 a 2022. Recuerda, asimismo, cómo en 2019 se le dio el nombre del cineasta al auditorio del Palacio de Congresos.

“Le gustaba mucho pasear por Huesca. Cuando hacíamos grandes comidas del Festival con algunos invitados, de las que normalmente la gente salía cansada y se iba al hotel para después presentar la película que tocara o participar en la gala, él se dedicaba a pasear y a hacer muchas fotos, siempre iba con la cámara, igual que en la escultura que le han dedicado”, relata Moreno.

Pararse en los escaparates, visitar La Confianza, retratar la vida de la ciudad desde su privilegiada perspectiva... Todo ello en unos paseos, recuerda Moreno, en los que la gente no dudaba en acercarse a saludarle. Tanto la gente mayor, conocedora de su amplia trayectoria, como, más tímidamente, la gente más joven, que le conocía, entre otras cosas y a nivel más popular, por el vídeo viral, ‘Huesca, la capital mundial’ de 2013, donde se le nombra.

En el equipo del Festival, los chavales más jóvenes le tenían mucha admiración y siempre me decían, ‘vamos a intentar poder hablar con él y preguntarle cosas’”, señala Moreno. Incluso las grandes figuras que visitaban Huesca invitadas por el Festival -Moreno recuerda el caso, en las últimas ediciones, del director Rodrigo Sorogoyen, la guionista Isabel Peña o el actor Diego Luna- sentían verdadera devoción por él.

Saura también disfrutaba, recuerda Moreno, de hablar con la gente. “Les hacía siempre muchas preguntas, en qué estaban metidos, sobre cómo se hacía una cosa, otra... Su último documental, Las paredes hablan (2022), que relaciona las pinturas desde las paredes desde Altamira hasta los grafitis de ahora, es un poco el reflejo de todo eso”, señala.

Como muestra de esta curiosidad perenne del director oscense, y de su afán constante por estar siempre al día, Moreno recuerda con especial cariño una conversación que mantuvieron sobre la cantante Rosalía, cuando ella comenzaba su carrera y sus temas tenían un aire más flamenco. Como apunta Moreno, Saura llegó a realizar además el cuadro que ilustra la portada de la edición especial del disco El Madrileño de C. Tangana (2021). Y es que a Saura, “le gustaba hablar del futuro, de lo que estaba haciendo en ese momento y siempre tenía un proyecto en el que estaba trabajando”, destaca Moreno.

El encuentro con un maestro

Y del futuro del Festival se encargará ahora Estela Rasal, a quien Moreno ha cedido el testigo como directora. Rasal ha sido la responsable de producción del mismo y miembro del comité de dirección de esta cita anual desde 2014, año también en el que conoció en persona al director. “Fue un momento, entre bambalinas, mientras él esperaba su turno para acceder al escenario. Hablamos brevemente y recuerdo pensar lo vivo y joven que era para la edad que tenía. Siempre he creído que hay gente que nace vieja y otra que muere joven, para mi Carlos era del segundo grupo”, afirma.

Cuando le propusieron que el Premio llevara su nombre, “aceptó sin ni tan siquiera pensárselo dos veces. Huesca eran sus raíces”, comenta. Saura era así para el Festival Internacional de Cine oscense, “una bocanada de aire fresco”. “Le encantaba charlar con los premiados, cineastas siempre con carreras en proyección”, recuerda Rasal.

Aquellos a quienes entregaba el Premio que lleva su nombre se mostraban además, señala, “siempre emocionados”. “Conocerlo suponía para muchos el encuentro con el maestro y con muchos de ellos desarrollo una relación personal a posteriori”, añade. “En todas las ediciones aprendíamos algo nuevo de y con él. Para el Festival fue y será siempre un amigo”, asegura la directora del Festival oscense.

Un “¡Viva Huesca!” como despedida

“Siempre que estaba con él gritábamos ‘¡Viva Huesca!’, recuerda con cariño el profesor de la Universidad de Zaragoza y colaborador de DIARIO DEL ALTOARAGÓN, Luis Alegre, quien pudo visitar al genial director oscense dos días antes de su fallecimiento. “Huesca y todo lo que Huesca le evocaba y suponía para él adquirió en los últimos tiempos una fuerza impresionante en sus recuerdos y en sus conversaciones”, añade. “Le empecé a recordar cosas que habíamos vivido juntos, que habíamos compartido y le canté una canción que él consideraba la canción de su vida, que escuchó en su infancia cuando estaba en Huesca, en la Posguerra: Rocío, de Imperio Argentina”, relata Alegre sobre aquel último encuentro. 

“Yo le decía, Carlos, ¿Te acuerdas que siempre que estábamos juntos acabábamos gritando ‘¡Viva Huesca!’? Pues él, con el hilillo de voz que le quedaba, gritó ‘¡Viva Huesca!’ y fue lo último que le escuché. Me pareció muy simbólico como última frase de mi relación con él”, recuerda un emocionado Luis Alegre.