Cultura

GARRAMPA FEST

Música después del apagón

El Garrampa Fest, que apoya la música local y reivindica la lucha contra la Subestación Eléctrica, celebró su 15º aniversario

Priot presentó su proyecto junto a Auri y Meni.
Priot presentó su proyecto junto a Auri y Meni.
Verónica Lacasa.

Por esos azares del destino, el viernes de la semana pasada una explosión en la Subestación Eléctrica del barrio de María Auxiliadora dejó sin luz a casi 8.000 familias y empresas. Y justamente al día siguiente, en el marco de las fiestas de este mismo barrio oscense, tenía lugar el Garrampa Fest, que tiene entre sus objetivos, además de apoyar la música local, la lucha contra dicha Subestación.

Desde luego, ni queriendo se habría podido elegir un día más indicado para celebrar esta 15ª edición del Garrampa Fest, que se vio convertido de esta forma en un contundente alegato sonoro. Un aluvión musical después del apagón del día anterior.

A pesar de que el festival comenzó con media hora de retraso sobre el horario previsto, hay que agradecer la labor de Alejandro “Chino” Villacampa, también conocido como Ale Musicman, que, como organizador principal del evento, hizo posible que el desarrollo del festival fuera sobre ruedas.

Diana’s Rats.
Diana’s Rats.
Verónica Lacasa.

Fue él también quien ejerció de maestro de ceremonias, presentando a los artistas de esta edición y alentando al personal a que se acercara al stand del Equipo Peblo, cuyos componentes animaron la tarde con sus bailes, sus pegatinas, sus fanzines y sus pelos de colores.

Los encargados de romper el hielo fueron los oscenses Dorothy Harris –nombre también de una escritora de literatura juvenil y de la conductora del autobús de Forrest Gump, de la que previsiblemente han tomado su nombre-, que iniciaron su actuación con uno de los temas de su primer EP, Noches de alquiler, en clave de disco-pop, con una línea de bajo muy potente.

A partir de ahí, fueron alternando los temas propios de dicho EP (producido por Carlos Hernández Nombela, con trabajos para Viva Suecia o Los Planetas) y otros nuevos con alguna que otra versión, como la que hicieron de Barco a Venus de Mecano, que, por cierto, a buen seguro también sonaría poco después esa misma tarde en el espectáculo de tributo a Mecano Aidalai, que estaba programado en el Auditorio del Palacio de Congresos.

El público se entregó a los artistas participantes.
El público se entregó a los artistas participantes.
Laura Ayerbe

A medio camino entre el indie y el pop-rock más vibrante, sonaron también el himno anti-belicista Camino incierto, Diva o versiones de El fin del mundo de La La Love You y de ese clásico imborrable que es Perlas ensangrentadas de Alaska y Dinarama.

Finalizaron con una canción contra la violencia de género, Vedana, y en el bis interpretaron el que, en sus propias palabras, es su gran hit, Azul y gris, un electrizante tema a caballo entre el grunge y el pop.

Recogió el testigo Yeray Ruiz, sin duda el gran abanderado actual del panorama del hip hop oscense, que en esta ocasión actuó junto al artista urbano Fernando Hatake (con quien ya se presentó hace unos meses en La Catalítica), que fue realizando en directo un cuadro mientras Yeray iba esparciendo su rap atiborrado de groove y de textos brillantes.

Inició su actuación con Otro jazz (una humeante pieza de jazz-rap), rescató su clásico Antes del partido de su álbum Smokin’ Rap y adelantó un tema instrumental de un disco que aparecerá después del verano, más enfocado a la pista de baile, en clave de groovy house y cada vez más en su papel de beatmaster.

Después, invitó a subir al escenario a otro MC, Crazy Fingerz, con quien señaló que va a editar un EP. Y precisamente Yeray Ruiz finalizó su actuación con dos temas de su último EP, los sinuosos Asere y Ya no respiro, mientras Hataque finalizaba su cuadro en el que acabó plasmando las pajaritas de Ramón Acín sobre un colorista fondo graffitero.

Estaba previsto que después apareciera sobre el escenario Oscuridad tras la Caída, el dúo de breakdancers que forman Sajad y Makhloot, dos afganos exiliados en Huesca tras el asalto al poder de los talibanes, que ya hablaron de su situación y actuaron en la última edición del festival Periferias. Pero finalmente sólo apareció Sajad, que realizó una brevísima actuación en la que demostró que la cultura hip hop ha llegado a los lugares más insospechados.

Tomó el relevo Priot, alter ego de Pedrito Disturbio, tatuador jacetano afincado en Huesca desde hace años, que ha formado parte de bandas –predominantemente punks- como Norte ReVelde, Alopezia Felina o Akab47, a quienes no hace mucho se vio en acción en uno de los vermús del ArtLab, lugar donde por cierto ha gestado en gran parte su nuevo proyecto.

Con Ale Musicman en el control sonoro y con la ayuda de Meni (del mítico grupo de rap oscense Fusión de Nobles) y Auri, la voz gutural y cavernosa de Priot sobrevoló una contundente colisión de punk, metal y rap, plasmada en temas como Mentes vacías (algo así como thrash rap), Cubalibre (con un cierto tumbao latino, un poco a lo Mellow Man Ace, pero con voces graves) o el confesional sad rap de Recordando. Era su puesta de largo, y fue tan breve como intensa.

Los encargados de cerrar el festival fueron Diana’s Rats, un grupo formado por músicos de Huesca y Barbastro, que parece sentir pasión por el rock alternativo de los 90, como si se tratara de una versión remozada de aquellos Dover que en su día llegaron a llenar el Palacio de los Deportes de Huesca. De la batería se ocupa Manolo García Peraire, miembro también de los Perdita Durango.

Presentaron casi al completo su primer álbum, Comida para visitantes, comenzando por Fly back, un tema que podría formar parte perfectamente del repertorio de los Pixies.

Siguieron con otras canciones de tempo más lento, como Mission, Rainbow y la velvetiana White way, intercaladas con otras de raíz más noisy como On fire o He said, en las que se puede rastrear la filiación con grupos como Sonic Youth.

Finalizaron su actuación con Masa Punk (en la onda furiosa de las Breeders) y un Teenage en el que mostraron su veta más pop, aunque aparezca escondida. No cabe duda, la escena musical oscense sigue renovándose. Y el Garrampa Fest, más allá de los apagones en la Subestación, sigue siendo fiel testigo de esa incesante actividad.