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Sandra Araguás: "La provincia de Huesca es mi pozo de sabiduría"

Investigadora, escritora y cuentacuentos es todo eso, además de licenciada en Humanidades con especialidad en Lengua y Cultura Española 

Sandra Araguás
Sandra Araguás
Laura Ayerbe

Investigadora de la tradición oral, escritora y narradora oral. Sandra Araguás es tres en una, pero ¿en qué faceta se siente más a gusto?

—Para mí están unidas. Me encanta vivir del cuento y estas tres actividades se retroalimentan y me lo permiten. La investigación me llevó a contar cuentos, la narración oral me llevo a conocer familias que querían esos cuentos en papel y las publicaciones hicieron que fuera teniendo cada vez más confianza en mi trabajo de escritora. La investigación me nutre de historias, la narración y la publicación me permiten difundirlas cerrándose de esa manera el círculo.

También ha fundado su propia editorial, Sin Cabeza. Lo cierto es que es una todoterreno del universo literario.

—Me alimento de lo que veo a mi alrededor, de lo que me piden las niñas y niños, de la ilusión que veo en los ojos de las madres y padres que se acercan a hablar conmigo. No soy todoterreno, me hacen todoterreno.

En esa búsqueda de tradiciones orales, ¿la provincia de Huesca es un pozo de sabiduría?

—Es mi pozo de sabiduría, donde he podido escuchar grandes historias, pero, sobre todo, donde he podido conocer y aprender de gente maravillosa. No sólo tenemos una gran riqueza en cuentos y leyendas, es que teníamos muy buenos narradores populares que la mantenían viva. Por eso es importante que los más pequeños sigan escuchándola y haciendo suyos los cuentos tradicionales.

De todas las leyendas e historias que ha descubierto recorriendo el Alto Aragón, ¿cuál ha sido la que más le ha llamado la atención? ¿Y la que más gusta de las que cuenta?

—No sabría quedarme con una. Quizás lo que más me llamaba la atención al principio era la verdad con la que mis informantes contaban esas leyendas, creyéndoselas, contándolas con total naturalidad. Y eso es lo que hace que las leyendas sigan estando vivas. Me encanta ese demonio engañado por un pastor, ese caballero capaz de saltar montañas o partirlas con su espada, esos gigantes que duermen escondidos en nuestras montañas o esas brujas que nos sobrevuelan.

¿Que personaje o personajes que comparte en sus sesiones de cuentacuentos encajarían en esta Huesca del siglo XXI?

Para mí encajan todos. Los cuentos, por muchos siglos de antigüedad que tengan, siguen encontrando la manera de introducirse en la sociedad de cada momento. Aquellos que los escuchan se encargan de traerlos al imaginario actual. Lo acabamos de ver con el cuento de Medio Pollé, las niñas y niños no tienen problemas en imaginarlo y sentir todo lo que le va ocurriendo en la historia. Lo mismo con las brujas, con el Rabadancito o con las hermanas de La mano verde. Los cuentos saben hacer que te sientas protagonista de ellos, el problema es que cada vez les prestamos menos atención.

Su trabajo literario va dirigido, principalmente, al público infantil, del que se sabe que es exigente. ¿Qué le dice su experiencia?

—Que hay que hablarles con verdad y que lo que les cuentes para ti tiene que ser importante. Si ven esa sinceridad, sin ñoñería, aunque les hables de una cabra que se come a todo el que ve, ellos te siguen, te creen en esa historia y se dejan llevar para disfrutarla contigo.

Si Mi madre es una bruja y cuento Secretos en el ascensor, no es difícil que acabe con Lágrimas en los tejados y La mano verde, por lo que decida irme con Aitana y la abuela los Lunes, martes, miércoles, tres y lo haga soñando con El caballero de Loarre y divisando al fondo La cabra montesina… Acabe la historia.

—Por el momento este cuento no ha llegado al “Cuento contao de la chaminera al tejao…”

Si tuviera que ponerle un título a la tradición oral de esta provincia, ¿cuál sería?

—Participo en un podcast quincenal sobre el mundo de los cuentos, Iberoamérica de cuento”. El resto de participantes son de Buenos Aires, Alcalá de Henares y Guadalajara, tres lugares mágicos para las palabras. Huesca no se queda atrás y yo siempre me despido saludando desde “Huesca, tierra de leyendas”. Creo que ese es un buen título.