Cultura

CRÍTICA MUSICAL

Emanaciones lisérgicas

Roldán presentaba su nuevo disco en un magnético concierto en La Trassónica

Roldán presentó Fumarola en La Trassónica.
Roldán presentó Fumarola en La Trassónica.
Luis Lles

A menudo la mejor música en directo se escucha no en grandes estadios o auditorios monumentales, sino en lugares pequeños y acogedores. El recoleto local de la asociación oscense La Trassónica acogía este sábado, precisamente, uno de esos conciertos que se pueden calificar de verdaderas delicatesen. El músico extremeño Juan Carlos Roldán (voz y máquinas) llegó acompañado por Nacho Olivares (guitarra y teclado) y Jaime Sevilla (bajo), los dos músicos con los que ha grabado su reciente álbum, Fumarola, quinto ya en su discografía, que está llamado a ser uno de los mejores discos editados este año en España. Una verdadera joya que responde perfectamente a las palabras que utiliza la RAE para definir la palabra fumarola. Porque, efectivamente, se trata de un disco gaseoso, vaporoso, volcánico y fluido.

Aunque quizá la definición más exacta de este trabajo de Roldán sería el título del disco que los Fuzztones editaron en 1985, Lysergic emanations. Emanaciones lisérgicas. De hecho, su espectáculo del sábado en La Trassónica estaba apoyado en un light show a la manera psicodélica de los que hacían a mediados de los años 60 artistas como Soft Machine, Arthur Brown o los primeros Pink Floyd en el mítico Club UFO londinense, salvando las lógicas distancias temporales, claro. De esta manera, los espectadores se vieron envueltos en una suerte de lisérgico magma audiovisual que dio comienzo con una de las piezas que componen Fumarola, precisamente la que lo abre, Discusión imaginaria. Un tema que comienza en clave minimalista a lo Philip Glass, con unos arreglos de vientos a cargo del oscense Justo Bagüeste, y después va derivando hacia la magia del sonido Canterbury en la onda de Hatfield & The North. El siguiente fue uno de los dos temas que Roldán interpretó de su álbum anterior, Tus poderes (2020), concretamente Cabalga, en el que una leve polirritmia envuelve a una melodía cristalina.

Siguió más tarde con Marisma, una de las canciones emblemáticas de su nuevo trabajo, algo así como si Golpes Bajos se hubieran unido al movimiento tropicalista, la perfecta canción del verano en el hiperespacio. Gamelán, por su parte, contó con una introducción retrofuturista en clave de space age music para adentrarse después en una deliciosa balada que evocó al Brian Eno de Before and after science y contó con un interludio deudor de la hipnótica sonoridad del gamelán indonesio. En cuanto a Ciudad más grande, se debatió entre la sonoridad jazzy y una magnética nebulosa con ecos orientalistas. El humeante downtempo de Se me olvidó dio paso después a León, uno de sus temas más cautivadores, incluido en el ya citado disco anterior de Roldán, y que se podría definir como una bachata-dub sideral, que sería genial poder escuchar en la voz de Robert Wyatt.

Otro de los grandes momentos llegaba con Todas las soluciones, una maravillosa e infecciosa melodía de pop electrónico, que navega entre lo telúrico y lo cósmico y que incluye esa bonita frase que dice: “…deja de buscar fuera del mundo, si hay belleza en la verdad está en el misterio de la naturaleza…”. Y el broche final no podía ser mejor, con el tema Basura helada, que da comienzo en clave ambient para deslizarse después hacia el trip hop y finalmente embarcarse en un gozoso viaje interestelar entre misteriosas voces susurradas y drones conducentes al más puro trance. Un auténtico trip. Un lujo extremeño.