Cultura

crítica musical

Nostalgia de la discoteca

El Palacio de Congresos de Huesca acogía el espectáculo ‘Saturday Night Disco’

El Auditorio Carlos Saura acogió el espectáculo Saturdary Night Disco.
El Auditorio Carlos Saura acogió el espectáculo Saturdary Night Disco.
Luis Lles

En la calle 54 Oeste de Manhattan, en el distrito de Broadway, se estableció de 1977 a 1980 la mítica discoteca Studio 54. Fue una flor efímera, pero su trascendencia en el mundo de la música llegó a ser enorme, porque su historia está estrecha e indisociablemente ligada a la de la música disco, cuyo legado es inmarchitable. Studio 54 y su leyenda constituyen, precisamente, la base de Saturday Night Disco, un espectáculo musical que se pudo ver el sábado en el Auditorio del Palacio de Congresos de Huesca y que llegó de la mano de Moon World, la misma productora que ha traído a la capital oscense otros espectáculos como Symphonic Rhapsody of Queen o History of Roc.

Saturday Night Disco es un muy disfrutable show que exalta la nostalgia por la edad dorada de las discotecas y reaviva la memoria de la recordada y gozosa era disco. Y es que da la impresión de que el adjetivo hedonista se inventó exclusivamente para definir esa inolvidable etapa en la historia de la música. El espectáculo está muy bien diseñado, con un escenario a varios niveles, con una gran pantalla que muestra las típicas bolas de espejos y los emblemáticos neones de Studio 54, y con un buen juego de luces para emular el brilli-brilli de la famosa discoteca neoyorquina. Y el equipo artístico es realmente reseñable, con guitarra, bajo, batería, teclista y una poderosa sección de vientos (saxo, trompeta y trombón), así como dos coristas y cuatro bailarines, que acompañan a nada menos que cinco excelentes vocalistas, cuyas voces sirven de vehículo a uno de los mayores y mejores cancioneros de la música pop del último medio siglo.

A lo largo de tres largas horas de concierto un entusiasmado público pudo escuchar y revivir cerca de 50 canciones, que fueron salpicadas de anécdotas e historias que, desde la pantalla, el locutor Juanma Ortega iba relatando como si se tratara de un late night show. Entre estas anécdotas destacó la de que, al hilo de la estricta política de portería de Studio 54, en una ocasión no dejaron entrar en la discoteca al mismísimo Donald Trump por una cuenta de muchos miles de dólares que había dejado sin pagar en la barra. Y es que las fiestas de la célebre discoteca neoyorquina, a las que no faltaban Mick Jagger, Andy Warhol, Salvador Dalí y tantas otras celebrities, eran fastuosas e inolvidables. En cuanto a los temas interpretados en este Saturday Night Disco, resulta casi imposible nombrarlos todos. Pero, por supuesto, no faltaron Night Fever o Stayin’ alive de los Bee Gees, el What a feeling de Irene Cara, el irresistible September de Earth Wind & Fire o incluso algún tema posterior a esa edad de oro de la música disco como el popular I wanna dance with somebody (who loves me) de Whitney Houston, de 1987. El espectáculo está dividido en dos partes, dada la larga duración del mismo, y, precisamente, se cerró la primera parte y se abrió la segunda con sendos temas de la gran Gloria Gaynor: Never can say goodbye y I will survive respectivamente.

También hubo un hueco para baladas como esa delicada gema llena de sentimiento que es Endless love de Diana Ross y Lionel Richie. Especialmente destacable fue también la interpretación del ramillete de canciones de la gran diva Donna Summer, con Bad girls, Hot stuff y Last dance”. Y, claro está, tampoco faltaron otras perlas de la disco music de artistas emblemáticos de la época como Village People, Tina Charles y su I love to love, Kool & the Gang, Viola Wills, Chic o Barry White, entre otros muchos. En total, más de tres horas para disfrutar del refulgente tesoro de la música disco, que algunos espectadores aprovecharon incluso para echarse unos buenos bailes. No podía ser de otra manera con una música que siempre estuvo diseñada para la pista de baile.