Cultura

navidad 2023

Banda sonora de un vermú (y tardeo) navideño

Música clásica, jazz, rock y rumba animaron las calles de la capital oscense

Elea Dúo, a ritmo del candombe brasileño.
Elea Dúo, a ritmo del candombe brasileño.
L. LL

Esta vez el Ayuntamiento de Huesca ha tenido una feliz idea. Dado que en los últimos años, sobre todo a partir de la pandemia, se está generalizando tanto el vermú torero como el tardeo en el día de la Nochebuena -que ahora es casi como si fuera un San Lorenzo de invierno-, se programó un itinerario musical por las calles y plazas del centro de la ciudad, que sirvió de apropiada banda sonora para esos largos vermús prolongados hasta la tarde, que en estas fechas significan también el reencuentro con familiares y amigos. La alegría se presupone. Y la música, y en general la cultura (tan maltratada en los últimos tiempos), es un inigualable complemento de ese júbilo navideño.

The NinJazz Mission destacaron por salirse de lo habitual.
The NinJazz Mission destacaron por salirse de lo habitual.
L. LL

El programa de este primer Vermú Musical Navideño, por otro lado, ha sido variado y para (casi) todos los gustos. Música clásica, jazz, rock y rumba fueron los ingredientes de un menú que fue ganando en entusiasmo y euforia por parte del público conforme iba avanzando la jornada. A las 11:00 en la Plaza de Santo Domingo, delante del llamativo autobús de #huescabrillaennavidad instalado en la plaza, el Elea Dúo, que forman la guitarrista binefarense Ana Cambra y el clarinetista valenciano Toni Campos, embelesaron al público más tempranero con un precioso programa, titulado Conexiones, en el que llevaron a cabo un atractivo recorrido por músicas de raíz latina desde la perspectiva de una música culta abierta a la huella popular. Virtuosos de sus respectivos instrumentos, los músicos de Elea Dúo desafiaron al frío y abrieron y cerraron su concierto con la sugerente cadencia rítmica del candombe brasileño. Entre uno y otro, interpretaron con sencillez y elegancia desde la Habanera de Ravel hasta Asturias de la suite española de Albéniz, pasando por un homenaje al gran renovador del tango que fue Astor Piazzolla, que finalizó con la maravillosa complejidad de su Concert d´aujourd´hui. Una inesperada sorpresa.

Flores & Mcewen, con nuevo guitarrista Javier Tellechea.
Flores & Mcewen, con nuevo guitarrista Javier Tellechea.
L. LL

La mañana continuaba a las 12:00 en los Porches de Galicia, con un público creciente que aplaudió con ganas las piezas escogidas por The NinJazz Mission (proyecto paralelo de Jazz for Kids), que una vez más destacaron por salirse de lo habitual y previsible, apostando por temas no tan conocidos. Bajo la tutela de Dani Escolano y Alejandro Esperanza, trombones, saxos, trompeta y clarinete, además de bajo/contrabajo, batería y teclados, dieron forma a un repertorio que comenzó con ese Big butter and egg man que popularizó Louis Armstrong para pasar después a otros temas como Strasbourg-St.Denis de Roy Hargrove, la irresistible gracilidad de One mint julep de los Clovers, el contagioso groove de Cornbread de Lee Morgan o incluso una pieza del propio Alejandro Esperanza, Time to shine. Su concierto finalizó recordando los orígenes del jazz en Nueva Orleans con Little big gumbo de Víctor López. El público disfrutó y aplaudió cada uno de los solos de estos jóvenes aunque sobradamente preparados músicos.

Rumbeando la Navidad puso a bailar y a tocar las palmas.
Rumbeando la Navidad puso a bailar y a tocar las palmas.
L. LL

A las 13:00 el escenario callejero se trasladaba al Coso Bajo en la intersección con San Lorenzo. Allí esperaban los músicos del grupo oscense de rock Flores & McEwen, que presentaban una formación expandida con la incorporación del nuevo guitarrista Javier Tellechea. Comenzaron su actuación ante un público numeroso y entusiasta con la canción Fuera del carril, que da título a su primer disco. Y a partir de allí fueron alternando las de este álbum con las de su primer trabajo, El momento ha de llegar. Temas que fluctúan entre el pop y el rock con desvíos puntuales al rhythm & blues, como Vendedores de humo, Mi refugio, Deja que la toque yo, Vieja carretera o Camino a la gloria. No faltó tampoco una de las versiones que suelen tocar en sus actuaciones, un ardiente Fortunate son de Creedence Clearwater Revival. Y se despidieron, con el público volcado en el grupo, con el vibrante rock de No es tan sencillo.

Tardebuena rumbera en la que no faltaron clásicos del género.
Tardebuena rumbera en la que no faltaron clásicos del género.
L. LL

Y el final del recorrido vermutero musical finalizaba a las 14:00 en la Plaza de la Inmaculada con sabor rumbero. Con el nombre de Rumbeando la Navidad, se presentaba un supergrupo formado por Pitrón Giménez (Chanela, El Mal de Sambito), Luis Escudero, Encarna Moreno, Iván Hernández y el guitarrista flamenco José María Jiménez, así como otros espontáneos, que pusieron a todo el numeroso público congregado a bailar y a tocar palmas. El repertorio, como requería la ocasión, fue eminentemente festivo y basado en las rumbas más conocidas, del Sarandonga de Lolita (versión a su vez del tema cubano de Los Compadres de Compay Segundo) al Borriquito de Peret, pasando por el Bamboleo de los Gipsy Kings o el Amigos para siempre de Los Manolos, con el que despidieron una actuación llena de alegría y felicidad, que es lo que pide el cuerpo en estas fechas.

Tardeo rumbero

La mañana del día de Nochebuena contó también con otros vermús musicales repartidos por la ciudad. Entre ellos, el que organizó la asociación La Trassónica en su sede con los dj’s de En Vez de Nada preparando un excitante mix a base de cumbia, Beatles, psicodelia, cadencia brasileña y mucho más. O el que el restaurante El Fhosko montó en su puerta de la calle a base de rumba y flamenco con el cantaor Raúl El Gamba y el guitarrista Teto Giménez. Las opciones, desde luego, eran numerosas, y podían alargarse hasta la sesión de tardeo que, dado el éxito de la del año pasado, montó el Juan Sebastián Bar con la actuación de El Mal de Sambito, el grupo surgido de los rescoldos de Chanela.

Y allí el ambiente era de pura euforia. Y es que la rumba consigue poner a bailar al más parado. No estaba Willy (tenía trabajo), pero allí estaban los pioneros Pitrón y Tahití, ayudados por Ulas en la percusión, Iván en el teclado y Jorge en el trombón, que armaron una explosiva Tardebuena rumbera en la que no faltó casi ninguno de los temas más emblemáticos del género. Algo así como una Rumba Megamix que demostró la increíble la facilidad que tiene Pitrón para pasar de una rumba a otra sin perder el hilo. El ventilador a tope, y rumba va rumba viene. No faltó el homenaje al maestro Peret (Una lágrima cayó en la arena, El muerto vivo, Saboreando, La fiesta no es para feos), pero tampoco el Echo de menos de Kiko Veneno, Djobi djoba de los Gipsy Kings, Ni más ni menos y Son ilusiones de Los Chichos, Dame veneno de los Chunguitos, el Porompompero y Mi carro de Manolo Escobar, Achilipú de Dolores Vargas La Terremoto, Volando voy de Camarón o incluso una versión rumbera de Así me gusta a mí de Chimo Bayo. Vamos, un no parar. Y todo con la profesionalidad y la gracia de unos gitanos oscenses que en lo suyo no tienen rival. La rumba sin fin.