Cultura

LITERATURA

Los rastrillos de libros, todo un “best seller” de las navidades

Reeditan su éxito en sus dos convocatorias anuales con volúmenes a un euro

Visitantes curiosean entre los libros del rastrillo instalado en la biblioteca Antonio Durán Gudiol.
Visitantes curiosean entre los libros del rastrillo instalado en la biblioteca Antonio Durán Gudiol.
Laura Ayerbe

Encontrar un ejemplar de La Celestina o de El Quijote aún en buen uso, un libro descatalogado y casi imposible de hallar en otro lugar o incluso un “best seller”. Todo es posible en los rastrillos literarios de las biblioteca municipales, Antonio Durán Gudiol y Ramón J. Sender de Huesca, que pueden visitarse hasta el próximo 15 de enero.

“El rastrillo, prácticamente, se va ofertando desde que abrieron las bibliotecas”, señala Olga López, responsable de la biblioteca municipal Antonio Durán Gudiol. “En esta biblioteca hemos hecho 18 años y prácticamente desde 2005, desde que se abrió, hemos puesto siempre un rastrillo en Navidad y otro en abril, el mes del libro”, añade.

Olga López, a la derecha, junto a una trabajadora de la biblioteca.
Olga López, a la derecha, junto a una trabajadora de la biblioteca.
Laura Ayerbe

Los volúmenes llegan desde distintas procedencias. Así, una parte proviene del expurgo que se realiza en los propios centros, otra, de las donaciones de los usuarios. “También en ocasiones vienen empresas que se dedican a la limpieza de pisos de personas fallecidas y contactan con la biblioteca para ofrecernos todos esos materiales librarios que el propietario había adquirido a lo largo de su vida”, explica López.

Cada ejemplar puede revivir en las manos de un nuevo lector o lectora, salvándose de la basura o de la destructora de papel por un precio simbólico, tan solo un euro cada por cada libro, por cuatro revistas o por cuatro documentos audiovisuales, que pueden ser cintas de VHS, deuvedé o cedé de música.

El dinero recaudado se utiliza para comprar nuevos fondos o a la realización de actividades de fomento de la lectura, como talleres o cuentacuentos. Cada año pueden llegar a recaudar “entre 800 y 1.000 euros”.

Entre los libros disponibles abundan, sobre todo, las novelas.
Entre los libros disponibles abundan, sobre todo, las novelas.
Laura Ayerbe

Se pueden encontrar sobre todo, señala López, novelas, entre las que hay también “mucho best seller, grandes ventas que en su día fueron muy exitosas, que ahora la gente se ha leído y las trae a la biblioteca para que otro tipo de usuarios pueda disfrutar de su lectura”. También puede encontrarse “mucho libro infantil y juvenil” y “libros formativos de todas las temáticas”, junto a otro tipo de materiales, como las citadas revistas, discos o películas. Lo primeros ejemplares que se suelen “marchar” son así, señala Olga López, “los libros clásicos, porque no pasan de moda, los de ‘fondo de armario’ que a cualquier familia le gusta tener en su estantería o que no se han leído”.

Para todas las edades

“El libro infantil, el que está en buen estado, también ‘vuela’”, porque los niños son de “cuentos, cuentos y cuentos y tebeos”. “Eso sí, siempre que esté en buen estado, que no es fácil porque los libros infantiles llevan mucho trote y cuando los traen para donar, han tenido ya mucha vida”, añade la responsable de la biblioteca municipal. Y también “desaparecen” enseguida, recuerda, “los libros que en su día fueron gran venta, tuvieron su momento y los que aquí tenemos ya muchos ejemplares”.

Además de amantes de la lectura, también acuden a visitar estos rastrillos bibliófilos o anticuarios en busca de algún tesoro oculto. “Son gente muy entendida que van a la caza de joyas literarias y solo de un vistazo aéreo del rastrillo, las captan y no les cuesta nada elegir”, afirma Olga López.

Entre las curiosidades que han pasado por estos rastrillos han llegado a recibir “algún tebeo de Marvel muy cotizado y ya descatalogado, que actualmente es imposible de encontrar”. “También en ocasiones aparecen obras de fondo antiguo, es decir, documentos impresos en España antes de 1958”, añade la responsable de la biblioteca Durán Gudiol. “Estas obras las retiramos del rastrillo y las derivamos a las instituciones que las custodian, por ley las tenemos que separar, no se pueden vender”, añade.

Y han llegado a recibir libros actuales, que pueden encontrarse aún en los estantes de las librerías, “que una persona se lo ha comprado, lo ha leído, no le gusta acumular en casa y dice, ‘mejor lo llevo a la biblioteca’”. “Miramos si lo podemos meter en nuestra colección, que será la mayoría de las veces, si es nuevo, porque en ocasiones que ya lo tenemos y no lo podemos duplicar porque nos hace falta espacio en nuestras estanterías”.

En esos casos se valora también enviarlo a otra biblioteca donde les pueda interesar. Se ha dado el caso igualmente de libros adquiridos en un rastrillo que se han vuelto a donar y regresan en la siguiente edición.

Los rastrillos suponen también un aumento en la afluencia del público que acude a las bibliotecas municipales, y que se enteran de su puesta en marcha por el “boca oreja”. “Se da la circunstancia de que en ocasiones, personas que habitualmente compran documentos en el rastrillo, no son las personas habituales que vienen a la biblioteca”, afirma Olga López, de forma que esta cita bianual funciona también como captación de nuevos socios. “Viene mucha gente que en la vida había entrado aquí, entonces, también es una manera de difundirnos, que nunca está de más”, asegura López.