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Francisco Boira: “Sólo volvería a llevarme un cigarro a la boca por un buen personaje”

El oscense se decidió por la interpretación cuando tenía 15 años y vio 'La ley del deseo'

Francisco Boira.
Francisco Boira.
GUILLE SOLA

Nacido el 26 de agosto de 1971 en Huesca, el actor se siente un afortunado por formar parte de ese 8 % de intérpretes españoles que vive de su profesión. Todo empezó cuando tenía 15 años y vio La ley del deseo. Entonces ya decidió que se iría a Madrid a ser actor y que trabajaría con Pedro Almodóvar, sueño que cumplió hace justo 20 años con su papel en La mala educación. Las series y el teatro tampoco se le han resistido a Boira, que mantiene la ilusión del primer día.

¿Cómo se definiría en una frase?

—Soy un tipo que cada día lo hace lo mejor que sabe.

Acaba de pasar las fiestas en Huesca. ¿Cómo le sienta a uno volver a casa por Navidad?

—2023 ha sido un año intenso para mí, positivo, pero con mucho movimiento, así que estaba deseando que llegaran estos días de descanso y familia en Huesca. Eso siempre sienta bien.

Desde hace años vive en Madrid. ¿Contento por la capital?

—Le estoy muy agradecido a Madrid, pero ni ella ni yo somos los mismos de hace 30 años, cuando nos conocimos. Ahora, además, todo está más descentralizado y ya no es tan importante vivir allí para trabajar.

¿Qué es lo que más aprecia en los demás?

—La claridad. Me gusta la gente a la que se le ve venir de lejos.

“Ser actor en España nada tiene que ver con el postureo que algunos venden en redes imitando a los de Hollywood”

¿Y un defecto que no soporta?

—Cualquiera de los míos. Aunque no es que no los soporte, en realidad trato de aceptarlos con la esperanza de cambiarlos.

¿Qué es lo que más disfruta en su tiempo libre?

—Disfruto del silencio, de la calma, de rodearme sólo de la gente que quiero, que me gusta.

Usted se dio a conocer entre el gran público con la serie Todos los hombres sois iguales. ¿Qué queda de aquel actor oscense que estaba empezando?

—TODO, en mayúsculas.

En 2024 se cumplen 20 años de La mala educación, su película más conocida. ¿Cómo fue trabajar con Pedro Almodóvar?

—Cuando vi con 15 años La ley del deseo decidí que me iría a Madrid a ser actor y que trabajaría con Almodóvar. Así que hacerlo acabó siendo un sueño hecho realidad y una buena experiencia.

¿Alguna anécdota del rodaje?

—Mejor una que ocurrió en la proyección de la película en Cannes. Fue la primera película española en inaugurar el festival y recuerdo esa alfombra roja como uno de los momentos más divertidos de mi vida. Gente como Quentin Tarantino o Kathleen Turner se acercaban entusiasmados a felicitarnos y todo acabó siendo muy emocionante.

Algunos pensamos que la película fue infravalorada en su momento y que usted mereció una nominación al Goya. ¿Qué tiene que decir al respecto?

—La película ganó el premio de la Crítica de Nueva York y estuvo nominada a los Bafta o los César, así que no siento que estuviese infravalorada, aunque puede que en España sí. En cualquier caso, con premios o sin premios, ese trabajo no fue fácil para mí. Supuso un reto muy bestia, y me siento orgulloso de él.

¿Quiénes son sus héroes o heroínas?

—No necesitamos otro héroe. Lo cantaba Tina Turner y lo cantaría yo si supiera hacerlo tan bien como ella.

Si hablamos de política, ¿se mojaría?

—Por supuesto. ¿Estamos hablando de política?

El teatro ha sido el medio que más ha marcado su carrera. ¿Qué siente sobre las tablas?

—Que estoy en el lugar adecuado, en el sitio que he de estar.

También dirigió el corto Nubes en 2010. ¿Cuándo llegará su segunda obra como realizador?

—Llegará. Y me gustaría rodarlo también en Aragón. Es curioso que la gente siga hablándome de ese corto, que gustara tanto.

¿Sobrevivir en este oficio es tan difícil como parece?

—Sólo el 8 % de los actores españoles vive de su profesión. Yo soy afortunado, al menos, de momento. Pero este oficio, en España, nada tiene que ver con el postureo que algunos venden en redes imitando a los de Hollywood.

Candela Peña es una de sus mejores amigas dentro de la industria. ¿Suele haber buen rollo entre los actores?

—Candela actúa en el Olimpia (13 de enero), por cierto, no se la pierdan. La gran mayoría de mis amistades son actores y actrices. La mala gente, los envidiosos, los criticones, no son patrimonio exclusivo de ninguna profesión.

Si pudiera rebobinar en su vida, ¿cambiaría algo?

—Le daría menos poder al miedo. Creo que de joven a veces se lo di sin darme cuenta. No se trata de no sentir miedo, claro, se trata de sentirlo y, aún así, atreverte a hacer lo que quieres.

¿Se atrevería a confesar un secreto a nuestros lectores?

—En realidad, no. Me gusta mantener los secretos en secreto.

Uno de sus últimos grandes logros ha sido dejar de fumar. ¿Ya lo ha superado del todo?

—De momento he superado el primer año sin tabaco. Lo cumplí el 31 de diciembre a las 2 de la tarde. He cogido 16 kilos, eso sí. Pero vivo encerrado en el gimnasio desde que dejé el tabaco, así que los he cogido bien. Estoy más en forma y tengo mejor cuerpo a los 52 que a los 25.

Si uno de sus futuros personajes fuera adicto al tabaco, ¿aceptaría el papel?

—Sí. En el cine puede haber cigarrillos de mentira, pero si no los hubiera, lo haría también. Un buen personaje es la única razón por la que volvería a llevarme un cigarro a la boca.

¿Qué deseos pide para 2024?

—Prefiero que me sorprenda la vida. Tengo metas y sueños, y trabajo para conseguirlos. Pero cuanto más mayor me hago menos me gusta crearme expectativas, así que no pido nada. Y si pido, pido lo imposible: por ejemplo, trabajar con Jane Campion, que es la cineasta que más admiro. O poder volver a abrazar a mi madre, que murió cuando yo tenía 10 años. Hacer posible lo imposible. Ese es, ahora que lo pienso, mi mayor deseo.