Cultura

Música en huesca

Del clasicismo a la contemporaneidad

El Trío Lili y Ernest So ofrecieron sendos conciertos el domingo en Huesca

La clausura corrió a cargo del pianista chino-norteamericano, Ernest So.
La clausura corrió a cargo del pianista chino-norteamericano, Ernest So.
L. L.

Los aficionados oscenses a la denominada música culta tuvieron la posibilidad de disfrutar el domingo de dos atractivos conciertos en dos espacios distintos de la ciudad. Al mediodía, en el marco del ciclo Matinales de Domingo, que tiene lugar habitualmente el último domingo de cada mes en el Salón Azul del Casino, el protagonista fue el Trío Lili, surgido en el seno del Conservatorio Superior de Música de Aragón y formado por tres jovencísimos –aunque muy bien preparados- intérpretes pertenecientes a la llamada Generación Z, la nacida en este mismo siglo XXI: el violinista bilbaíno Íñigo Barturen –que hizo de portavoz-, la violonchelista vallisoletana Inés Vargas y el pianista zaragozano Javier Grau. Para este recital seleccionaron un repertorio muy variado que cubría aproximadamente un siglo de trayectoria musical: desde comienzos del siglo XIX a inicios del XX.

A pesar de su juventud, el Trío Lili dio muestras de una depurada técnica y de una gran pulsión interpretativa. Introduciendo un cambio en el programa previsto, el recital dio comienzo con el Trío elegiaco nº 1 en sol menor de Sergei Rachmaninoff, una pieza de gran carga posromántica, muy influida por su claro inspirador Tchaikovsky. De hecho, se ha llegado a decir que fue una premonición (al tratarse de una elegía) de la cercana muerte del propio Tchaikovsky, que falleció al año siguiente de la composición de esta obra. La huella del maestro ruso está muy clara, en todo caso, en esta composición que cuenta con un final tan tenebroso y fúnebre como hermoso. Después, el Trío Lili afrontó el reto de enfrentarse a una pieza de gran complejidad y virtuosismo, como es el Trío op.70 nº 1 Fantasma de Beethoven, teniendo como espejo nada menos que la célebre interpretación del mismo por parte de Daniel Barenboim, Jacqueline du Pré y Pinchas Zukerman. Salieron bien parados, y llegaron al final de su concierto con las composiciones más recientes del programa: dos piezas para trío con piano de Lili Boulanger (la hermana de Nadia), de quien este joven trío toma su nombre. Dos piezas en las que contrasta el tono dramático de D'un soir triste con el más animado y optimista de D'un matin de printemps, que hizo honor en cierta forma a esta primavera adelantada que estamos viviendo. Con un lleno absoluto en el Salón Azul, el concierto constituyó el feliz descubrimiento de un trío al que habrá que seguir la pista.

Ya por la tarde, el Centro Cultural Manuel Benito Moliner acogió el concierto de clausura de la tercera edición del World Music Connecti-on Festival, una iniciativa de la pianista altoaragonesa Nati Ballarín con la que pretende unir música y pedagogía, tendiendo un puente entre la cultura española y la asiática, un poco en la estela del camino que inició en la capital oscense hace ya bastantes años la pianista mongola Sayá Sangidorj junto a Richard Aznar, artífices del Concurso Internacional de Piano Ciudad de Huesca. Tras cuatro intensas jornadas en las que diez jóvenes pianistas chinos han realizado visitas culturales por el Alto Aragón, han asistido a clases magistrales y han ofrecido conciertos tanto en Huesca como en Lanaja y Bolea, la clausura corrió a cargo del pianista chino-norteamericano, actualmente residente en Londres, Ernest So.

Trío Lili afrontó el reto de enfrentarse al ‘Trío op.70 nº 1 Fantasma’ de Beethoven.
Trío Lili afrontó el reto de enfrentarse al ‘Trío op.70 nº 1 Fantasma’ de Beethoven.
L. L

Con una vasta trayectoria, tanto pedagógica como benefactora y concertística, este gran pianista exhibió en su recital un virtuosismo no exento de ímpetu y pasión. Con el escenario enmarcado por las siglas del festival realizadas por Julio Luzán, comenzó con los Études-Tableaux del compositor ucraniano Andriy Shtoharenko, muy ligado al panorama musical de la era soviética. Esta primera pieza constituyó todo un tobogán de emociones a través de sus diferentes movimientos: de la rabiosa contemporaneidad del Allegretto con fuoco al tono crepuscular del impresionista Moderato Assai, para pasar después al cinemático Allegro ma non troppo y al suave intimismo del Andante mesto (casi como ver crecer la hierba), hasta llegar al final Marziale con energia, en una interpretación vibrante, impulsiva, casi rockera.

En la segunda parte del concierto, muy distinta a la primera, este pianista nacido en Hong Kong volvió su mirada a la música norteamericana con la pieza de 1974 The Garden of Eden del norteamericano William Bolcom, de la que interpretó las tres primeras partes –de las cuatro que la componen-. La primera, Old Adam, se inscribe claramente en la línea alegre y saltarina del ragtime a lo Scott Joplin. La segunda, The Eternal Feminine, con un aire más nostálgico y suave, lleno de swing, podría servir de perfecta banda sonora para una película cómica de cine mudo. Y finalmente, la tercera, The serpent's kiss, tiene un ritmo endiabladamente veloz y un espíritu más experimental, en el que Ernest So utilizó el piano como percusión y emitió sonidos guturales y silbidos. Una interpretación, sin duda, magnífica, que puso el broche final a esta tercera edición del festival, que se despidió con el reparto de diplomas entre los alumnos (e incluso un breve esbozo de danza oriental), tras unas palabras de agradecimiento de la organizadora, Nati Ballarín, en las que resaltó el papel de la música como lenguaje universal y de la educación musical como puente entre culturas.