Cultura

Fotografía y música se funden en las imágenes de José Ramón Bonjoch

El oscense es el fotógrafo oficial de Los Rebeldes en su gira ‘45 aniversario’ de este año

Los Rebeldes en uno de los conciertos de su gira
Los Rebeldes en uno de los conciertos de su gira
Bonjoch

La causalidad es, según la filosofía, la relación existente entre causa y efecto. Se puede hablar de esa relación entre acontecimientos, procesos, regularidad de los fenómenos y la producción de algo. Una pizca de casualidad y otra de gusto musical fueron los condimentos que dieron sabor al “regalo” que está disfrutando el oscense José Ramón Bonjoch, fotógrafo oficial de la gira 45 aniversario de Los Rebeldes, que le va a llevar durante este año por diferentes ciudades españolas.

La fotografía siempre ha formado parte de la vida de Bonjoch, “una afición que se ha potenciado con las artes escénicas”. Apasionado del retrato, de “mostrar las diferentes facetas de una persona a través de su expresión”, y de captar con su cámara lo que el ojo no es capaz de apreciar a simple vista, ha inmortalizado momentos de distintos artistas, entre ellos la bailarina oscense Violeta Borruel, “tanto en ensayos como en una actuación”.

Su catálogo fotográfico es amplio, aunque reconoce que, hasta el momento, son mayoritarios los nombres “de gente que se dedica a la danza contemporánea y clásica”.

A juicio de José Ramón Bonjoch, “mezclar la fotografía con cualquier expresión artística, es potenciarla, y eso es muy interesante”, y lo que él trata de hacer a través del objetivo de su cámara.

Hasta ahora eso lo había hecho desde Huesca, aunque no sólo con artistas locales sino también nacionales a los que pudo conocer a través de su trabajo en el programa de Aragón TV, Colofonia, por el que pasaron Rozalén, Danza Invisible, Rayden, David Otero, Rafa Sánchez de La Unión, Xoel López, Bely Basarte, María Toledo, Depedro, La Habitación Roja, Decarneyhueso o Amparanoia.

Tras esa experiencia en la televisión autonómica, con su nombre en títulos de crédito de este espacio, José Ramón Bonjoch ha dado un paso más y ha comenzado a trabajar con Carlos Segarra, líder de Los Rebeldes, al que hay que sumar otros artistas que se unen al grupo en festivales como Loquillo, Ariel Rot o el saxofonista Daniel Pérez. “Son monstruos del escenario que llevan 40 años sobre ellos”, y poder inmortalizarlos “es muy gratificante y potencia mi trabajo fotográfico”, avalado por una trayectoria de años “en los que hemos ido paso a paso y haciendo muchas sesiones, muchos espectáculos..., al final hemos construido un camino”.

Él acompaña a Carlos Segarra, y fruto de ese recorrido por España saldrá un álbum, “un baúl fotográfico y videográfico de todo lo que va a ser la gira”. Los camerinos, el backstage, el escenario o el foso, José Ramón Bonjoch se convierte en espectador de primera fila y lo hace acompañado de su hijo Paolo, que a sus 21 años ha heredado la afición que siempre ha cultivado su padre. “Él tiene un punto de vista diferente y muy fresco, y además, es un apoyo indiscutible en este trabajo porque si uno está arriba el otro abajo, si uno va por dentro el otro por fuera... Es una labor en equipo”, que está enriqueciendo a ambos, y que resulta todo un lujo ya que están compartiendo ratos con Loquillo o Ariel Rot, y en el caso de Paolo, “con su edad, no lo ve como nosotros, y lo vive de una manera muy pasional”.

Paolo y José Ramón Bonjoch trabajan juntos en este proyecto
Paolo y José Ramón Bonjoch trabajan juntos en este proyecto
Laura Ayerbe

Ahora, tras la experiencia de trabajar juntos en innumerables ocasiones y hasta de hacer una exposición, Ángeles o demonios, en la Sala de la CAI de Huesca, esas dos miradas se funden en un trabajo del que algo se puede ir viendo en las redes sociales de estos músicos y cantantes (Instagram, Facebook...), además de utilizar algunas de las imágenes “para hacer algo de publicidad o comercializar algún evento”, avanza Bonjoch, que reconoce que a nivel personal, le resulta curioso “abrir las redes sociales de Loquillo o Ariel y ver mis fotografías. Me siento orgulloso”.

Esta gira le abre a este oscense “un abanico muy grande”, porque en algunos conciertos, como un festival programado en Granada, también estarán Celtas Cortos, Seguridad Social..., lo que le permite conocer a otros grupos y que vean su trabajo in situ.

Una forma de desarrollo y expresión

La fotografía es su pasión, pero nunca la ha considerado una profesión porque según Bonjoch, “profesionalizar algo que amas, en mi caso no tiene sentido. La cuestión económica nunca ha sido una prioridad, todo lo contrario, la fotografía es algo innato, una forma de desarrollarme y de expresarme que me ofrece más de lo que yo le doy, a pesar de que le dedico muchas horas”.

Hoy en día, cuando las redes sociales nos inundan de imágenes, José Ramón Bonjoch considera que “para ser buen fotógrafo no sólo hay que tener una buena base y hacer buenas fotos, hace falta conectar personalmente con el artista o con el grupo, tener algo que te impregne, que te llame la atención, además de manejarte bien en el escenario”.

Con todos esos condimentos se hace el mejor plato. Él no lo cocina a fuego lento, dispara con su cámara con rapidez, pero estudia cada detalle antes de hacerlo. José Ramón Bonjoch disfruta con lo que hace y se lo ha transmitido a su hijo Paolo, que vive la fotografía sino con devoción sí con pasión. Los separan más de tres décadas, pero les une la cámara y lo que captan a través de ella.

Están viviendo un sueño, una experiencia “inimaginable”, en la que están compartiendo momentos del día a día de grandes nombres del panorama musical. Desde que a las 11:00 horas comienzan con las pruebas de sonido, hasta las 23:00 horas empieza el concierto, “son muchas fotos y muchas horas de ordenador y de edición, que te llevan a centrarte en la fotografía de otra manera y vivir con naturalidad esta experiencia” que, por otra parte, sorprende a quien se la cuentan o con quien la comparten.

Profesionales dentro y fuera del escenario, José Ramón y Paolo Bonjoch admiran a estos artistas, y son unos privilegiados y testigos de que “entre ellos también hay admiración, algo que la cámara ve”, y que ellos recogen. “Son momentos para vivirlos y disfrutarlos, pero con los pies en el suelo. Cuando las cosas se hacen por placer, con gusto y tienes cierta devoción por la fotografía, todo sale de otra manera”.