Cultura

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Un paseo por la “calle de los artistas” del casco antiguo

Casi una decena de creadores trabajan entre las calles San Salvador y Las Cortes

Sonia Trallero y Sandra Casanueva en el local de ‘Marramiau’.
Sonia Trallero y Sandra Casanueva en el local de ‘Marramiau’.
Laura Ayerbe

El corto paseo entre la calle San Salvador de Huesca, en pleno casco antiguo de la ciudad y la de las Cortes - con parada al inicio de la calle Aínsa - está lleno de talento y creatividad. Y es que cerca de una decena de autores tienen allí su taller, dando lugar a una comunidad con tanto arte como el entorno en el que se encuentran.

Sandra Casanueva se encuentra al frente de Marramiau, donde elabora y vende complementos y productos de decoración en madera en los que muestra además su pasión por la ilustración. Trasladó su local desde la plaza de Lizana hasta el número 10 de la calle de San Salvador hace ocho años y está de acuerdo, junto a Sonia Trallero, trabajadora de la tienda, en que los cascos antiguos atraen a los artistas, por ese poso “histórico y cultural” de haber concentrado antaño todo tipo de oficios. “Los locales tienen más encanto a lo mejor que en zonas nuevas y siendo artista puedes tener ese tipo de sensibilidad a la hora de buscar el rincón donde quieres hacer tu trabajo”, afirma Trallero. “Esto es una zona de paso por aquello que una persona de fuera viene a ver: catedral, plaza de Luis López Allué, San Pedro… Y en ese recorrido en realidad apenas hay comercio. Es una pena, porque estaría muy bien”, afirma Casanueva.

Fernando Llorens en una carpintería que ha pasado de generación en generación.
Fernando Llorens en una carpintería que ha pasado de generación en generación.
Laura Ayerbe

Unos pasos más arriba, de camino hacia la catedral, se encuentra la carpintería de Fernando Llorens, tercera generación de toda una saga de artistas de la madera que lleva, “toda una vida” en este espacio, nada menos que 50 años. En su siglo de existencia, la carpintería, relata, “ha tenido una transformación tremenda”. “Antes se fabricaba de todo aquí, ahora lo que hacemos más es un poco recomponer, hacer restauraciones, dejar las obras antiguas actualizadas y respuestas”, señala. Como afirma, en esta parte del barrio “toda la vida ha habido artesanos, pintores, músicos, ha habido gente que se ha concentrado en esta zona porque es el sabor y la historia de la ciudad”. Asegura que la relación entre todos los artistas de la calle no puede ser mejor porque “todos defendemos lo mismo”. “Esta ruta tiene vidilla pero le falta más protagonismo, a lo mejor combinándolo con hostelería, con exposiciones, con ferias, con terrazas, con mercados…”, reivindica, recordando así el éxito del Mercado Catedral, celebrado hace unos años en la plaza de la seo oscense.

Sandra Llorens se encuentra al frente de ‘Decora y diseña’, en la calle Aínsa.
Sandra Llorens se encuentra al frente de ‘Decora y diseña’, en la calle Aínsa.
Laura Ayerbe

Entre la calle San Salvador y la calle Las Cortes asoma la calle Aínsa, donde, precisamente, se encuentra la cuarta generación de la familia Llorens, Sandra, que continúa la tradición familiar al frente de su estudio ‘Decora y diseña’, donde lleva ya más de 15 años. “Nos dedicamos a la restauración de obras de arte, mobiliario, también tapizamos y damos clase durante todo el año”, explica. Se estableció en el casco antiguo porque su padre se encontraba ya allí regentando la carpintería y su madre tenía una tienda de muebles y es además, asegura, “donde me he criado”. Corrobora, al igual que su padre, la buena relación que hay con el resto de vecinos artistas. “Nos conocemos y a veces colaboramos, nos ayudamos unos a otros”, asegura. También notan el flujo de turistas, sobre todo en verano, al tener “la puerta abierta”. “Entran y preguntan y les gusta, la restauración es algo que a la gente le gusta”, afirma, aunque “no es como en otras ciudades, donde el casco antiguo está mucho más activo”, lamentando también que haya dejado de celebrarse el Mercado Catedral.

Javier Sanagustín enseña pintura en la calle de San Salvador.
Javier Sanagustín enseña pintura en la calle de San Salvador.
Laura Ayerbe

Frente a la carpintería Llorens, en el número 15 de la calle San Salvador, se encuentra otro negocio con décadas de historia, la Escuela de Dibujo y Pintura de la familia Sanagustín, de la que se ocupa Javier Sanagustín, “desde antes del covid”, después de pasar casi una década enseñando junto a su padre Fernando, jubilado recientemente “y toda la vida” como alumno. Como explica, la escuela la fundaron su padre y su madre y empezó “en casita”. Después se trasladaron al local de una antigua peluquería que tenía su abuela en la calle de San Lorenzo. “Y cuando se les quedó pequeña estuvieron buscando sitios y este en el casco fue alucinante. Dejó de ser un piso normal para ser un sitio que inspira mucho arte”, señala. “Tengo dos hermanos que también vienen aquí a ayudarme, a pintar, todo. Ahora mismo estoy yo solo como profesor, pero estamos todos juntos”, asegura el joven. Y la tradición sigue… “Hay alumnos que vienen desde que tienen seis, siete años y ahora tienen veintitantos y siguen viniendo. Han crecido con nosotros, han crecido conmigo y ahora, aparte de ser mis alumnos, aún siendo de mi edad, son amigos”, asegura.

Tritón Jiménez, guitarra en mano, en su estudio.
Tritón Jiménez, guitarra en mano, en su estudio.
Laura Ayerbe

Javier Sanagustín tiene como vecino a otro Javier, nombre de pila del músico Tritón Jiménez, que grabó además parte del videoclip de su tema ‘La noria de la vida’ en este barrio y con su gente. Allí tiene su estudio, donde lleva desde el año 2000. Aquí fue donde empezó a dedicarse en exclusiva a la música, en 2012. Como afirma, siempre le ha gustado el casco antiguo, “tiene más encanto”. “Ha cambiado mucho, de todas formas, en estos años. No es como cuando vine aquí, no tiene nada que ver. Me gustan los barrios que tengan así más esencia, es más pueblo, aquí sales y te encuentras a todo el mundo, hablas, es como más familiar”. Le gustaría que esta parte de Huesca “se dinamizara un poco más, que hubiera más ambiente de casco antiguo, que al fin y al cabo es la identidad de todas las ciudades”. “Casi se ha tirado más hacia la parte de abajo, hacia la ‘milla de oro’. Aquí es donde en otros sitios tendría que estar todo el día gente pasando y viendo monumentos y esto aquí no se ve mucho, la verdad”, afirma. Tiene así buenos recuerdos de este enclave, donde “cuando ensayábamos con banda, había veces que acababas una canción y estaba afuera la gente aplaudiendo”.

Eduardo Ferrer, Bhurton, con los materiales que usa en su trabajo.
Eduardo Ferrer, Bhurton, con los materiales que usa en su trabajo.
Laura Ayerbe

Siguiendo el camino a la Catedral, en la calle de Las Cortes, recibe a los viandantes el recuerdo del genial artista, periodista y pedagogo Ramón Acín, que vivió allí junto a su mujer, Concha Monrás. La fachada del número homenajea a ambos en los retratos a gran escala realizados por el artista plástico Eduardo Ferrer, Bhurton (con hache como “guiño” a Huesca) que tiene también allí su estudio. “Me sigue sorprendiendo que hay gente que cree que solo pinto en pared y digo, hombre, el que sabe pintar en un muro puede pintar en cualquier superficie”, afirma. Más que de un estudio prefiere hablar de “local o taller”. “Quiero habilitarlo para que realmente sea un estudio, entre luz natural y poder trabajar bien, con altura, espacio”, asegura. Lleva allí más de diez años y fue su padre el primero que se fijó en este espacio, donde guarda su material y prepara “todos los trabajos y todo lo que conlleva”. “Al final, como trabajo en exterior, digamos que es más un almacén, de momento. Cuando me ponga a pintar cuadros ya será un estudio y podré decir, ‘ahora sí que soy artista’”, comenta. Lamenta, como otros compañeros, que el casco antiguo de Huesca no sea como el de otras ciudades. “Tu vas al casco en muchas ciudades y está plagado de negocios, de terrazas, de restaurantes y aquí, no, es curioso. Pero a la vez, de estar aquí, te das cuenta de que por una cosa o por otra hay mucho artista por estas calles y eso también lo hace bonito”, asegura, apostando así por “darle más vidilla” a la zona.

Gerardo López, en el estudio del que surgen sus composiciones.
Gerardo López, en el estudio del que surgen sus composiciones.
Laura Ayerbe

Y al igual que sucede en San Salvador, la calle Las Cortes tiene también a la música y el arte como vecinos, de la mano de Gerardo López y Vic Crespo Generelo. El primero, director de la Huesca Big Band y de las bandas de música de Grañén y Tardienta, músico en varios grupos, colaborador de otros artistas y también profesor en el Conservatorio de la capital altoaragonesa, cuenta en esta calle con un estudio que él mismo se ocupó de arreglar y donde ya lleva 12 años. “Aquí es donde trabajo, compongo, estudio, preparo clases, ensayos, hago de todo un poco”, señala. Es un espacio, continúa, “en el que podía tocar, porque a los vecinos parece que no les molesto. “Es una zona muy tranquila, vivir aquí es como estar en un pueblo. Luego sales al Coso y estás en Huesca”, asegura. Una tranquilidad, afirma, “que favorece” cuando se trabaja “con fechas”. “Casi todo lo que he hecho sale de esta habitación”, confiesa desde su estudio, “aquí es donde pasa todo, en ese ordenador y en este piano pasan las cosas que voy haciendo. Y en paseos por la casa, pensando cosas, corrigiendo, enfadado, alegre…”.

Vic Crespo Generelo, junto algunas de sus “criaturas”.
Vic Crespo Generelo, junto algunas de sus “criaturas”.
Laura Ayerbe

Y también tiene su estudio en esta calle desde hace cuatro años Vic Crespo Generelo, intérprete y docente de teatro. Se dedica además a la creación de espacios escénicos y vestuario para productoras. De su espacio, cuando lo vio, asegura, le gustó “todo”. “Me gustó la piedra, la historia, sobre todo, la energía que han dejado aquí tanto Concha como Ramón o toda la gente que ha pasado antes por aquí. Me gustaron muchísimo mis caseros, que son gente excepcional. Y desde luego, me gustó, sobre todo, que cupieran todas mis gárgolas, mis sapos, todas estas criaturas que yo traigo conmigo. Y creo que era un sitio en el que nos podíamos retroalimentar. El espacio me daba a mí y yo le podía dar al espacio”, relata. “Sobre todo lo que hago aquí es fabricar trastos, como me gusta decirlo, pero creo que le vuelvo a dar un toque artístico y un poco anarquista que ya tenía antes, pero que creo que el espacio se merece volver a tener. Le doy un poco de de vida, ya no sea por mí, sino también por todos los monstruitos y marionetas que me acompañan”. “También creo que estar aquí, en el centro de Huesca, al lado de la Catedral, en este barrio y a puerta de calle, creo que es una muy buena oportunidad para poder dejar volar la imaginación”, añade.