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Susana Villacampa: “Soy la primera mujer en dirigir el IEA, pero no me siento pionera”

Desde el pasado 7 de marzo dirige la institución a la que lleva vinculada desde 2012 como responsable del Área de Arte.

Susana Villacampa
Susana Villacampa
Laura Ayerbe

Licenciada en Historia del Arte, miembro de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis y directora del Museo Diocesano de Huesca desde 2022, Susana Villacampa es desde el pasado 7 de marzo la primera directora del Instituto de Estudios Altoaragoneses, institución a la que lleva vinculada desde 2012 como responsable del Área de Arte.

¿Qué fue lo primero que le vino a la cabeza cuándo le propusieron la dirección del Instituto? ¿Le costó tomar una decisión?

—Una mezcla de sentimientos y sensaciones, que fueron desde una cierta conmoción inicial por lo inesperado de la propuesta, al vértigo por la responsabilidad que suponía, y el orgullo y satisfacción personal al ser consciente de la confianza que depositaban en mi y en el respaldo a mi labor profesional desde hace más de 20 años vinculada a la gestión y difusión de nuestra historia y patrimonio.

Me costó algo decidirme, pero tras varias conversaciones y el apoyo (e insistencia) de varias personas vinculadas a la cultura y el patrimonio oscense, di el paso hacia adelante.

Está al frente de dos instituciones que son grandes valedoras del pasado de la provincia, una desde el prisma artístico, y otra de carácter más científico que complementa a la comisión de Cultura de la DPH, ¿Es cumplir un doble sueño? ¿Afrontar un doble reto? ¿Asumir dobles responsabilidades?…

—Es todas esas cosas. Un reto ilusionante, que asumo con responsabilidad y siendo consciente de lo que supone, con deseo de trabajar por y para la cultura de nuestro territorio. Su protección, su difusión, su investigación y su puesta en valor, desde todos los ámbitos y disciplinas.

… ¿Y ser la primera mujer que asume ese cargo?

—Es algo significativo pero que también hay que normalizar. No me gustaría pensar que el hecho de ser mujer ha supuesto alguna ventaja para proponerme en el cargo. Es cierto que soy la primera, pero no me siento pionera por ello. Muchas mujeres antes que yo han destacado en la cultura aragonesa, en el estudio y la defensa de la educación y la cultura de todos y para todos. Algunas ya desde el siglo XVIII.

¿Cuál ha sido el legado que ha recibido de sus predecesores?

—Un trabajo concienzudo que ha conseguido colocar al Instituto como una institución cultural de referencia dentro y fuera de Aragón. Espero estar a la altura de todos ellos, que han sabido convertir al IEA en un organismo indispensable, fundamental e irremplazable por su singularidad y sus características.

Soy consciente que tengo el listón muy alto, mis antecesores han sido grandes eruditos, hombres doctos, estudiosos y de un alto bagaje cultural e intelectual. Precisamente este año se cumplen los 75 de su fundación. Un momento que merece la pena celebrar y recordar también a todos aquellos que han trabajado en estas décadas en la defensa, difusión e investigación de la cultura del Alto Aragón. Conmemorar y poner el valor el papel que está institución ha tenido para Huesca es algo en lo que ya se trabaja en los últimos meses y que va a ser un punto fuerte en la programación de este año.

El arte es lo suyo y conoce como nadie este área del IEA, de la que es directora desde hace 12 años. ¿De qué manera le puede ayudar esto a la hora de dirigir el Instituto?

—Ayuda y facilita porque ya conozco parte del funcionamiento de la institución, la forma de trabajar, su programación y ritmos, sus puntos fuertes y sus debilidades, y al personal que trabaja en la “casa” que son fundamentales para sacar adelante proyectos y actividades y que, con confianza y profesionalidad, me han facilitado mucho estas primeras semanas de aterrizaje.

¿La continuidad va a marcar su labor al frente del IEA? De ser así supongo que también buscará la forma de dejar su impronta.

—Un antiguo director del Instituto me dijo una frase que tengo muy presente: “Lo importante es y debe ser el Instituto y no la persona que lo dirige”. Así que no se trata de dejar improntas o querer pasar a la historia con alguna actuación “estrella”, sino trabajar el día a día en los objetivos que la institución se marca.

Emprendemos una nueva etapa, cargada de ideas y de respeto por este lugar, pero sin nostalgias por tiempos pasados, sino con la mirada puesta en el futuro y con deseo de avanzar, de crecer y de hacer del IEA un lugar de confluencia y encuentro, donde se impulse la investigación y la promoción de la cultura como factores imprescindibles para el desarrollo de una identidad que nos caracterice como grupo humano dentro de un mundo cada vez más globalizado.

Ha reconocido que la suya no va a ser una dirección personalista, todo lo contrario quiere recuperar el trabajo coral y en equipo. ¿Ha comenzado a trabajar en ese sentido?

—No me gusta la dirección personalista y unidireccional, sino trabajar en equipo, conjuntamente con la vicedirección, a la que se ha dotado de mayor contenido y protagonismo, y con la que ya estoy contando en las primeras reuniones, encuentros y toma de decisiones. Mi deseo y propuesta es recuperar una de las características definitorias del IEA que es el trabajo en equipo y multidisciplinar, contando con todas las áreas que lo integran. Compartiendo y recuperando con los directores y asesores de áreas encuentros periódicos que permitan una comunicación permanente y una gestión global, transversal y bien articulada de recursos y propuestas.

También ha dicho que quiere que los altoaragoneses sientan el IEA como propio. ¿Cree que el Instituto es un gran desconocido para la sociedad en general? ¿Considera que desde fuera se ve cómo una institución para eruditos?

—No me gustaría que esto fuera así. Uno de nuestros objetivos es que el IEA siga manteniendo su carácter de espacio abierto, plural y cercano, del que toda la población pueda participar y beneficiarse, algo que siempre ha sido seña de identidad de la institución. Su singularidad precisamente radica en su capacidad para conseguir que la cultura material, inmaterial y natural sirva como herramienta para el crecimiento, contemplando la diversidad y la participación desde todos los ámbitos sociales y académicos.

Entre las direcciones del IEA y el Museo Diocesano de Huesca, y la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de la que es miembro, ¿va a tener tiempo para seguir escribiendo libros y artículos de investigación relacionados con la historia y el patrimonio aragonés?

—Espero seguir con mi labor habitual de divulgación a través de las publicaciones y de otro tipo de acciones de difusión y comunicación. Es mi trabajo, mi oficio y vocación. Tendré que aprender a organizarme y amortizar el tiempo lo mejor posible, pero creo que podré hacerlo. Ya tengo varias cosas en mente para los próximos meses. Tengo la fortuna de trabajar en lo que me apasiona, así es más fácil buscar momentos para dedicarle a una labor que me entusiasma y disfruto.