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CICLISMO

La París-Brest-París, reto de cuatro altoaragoneses

Cored, Mur, Lera y Jordán afrontan desde el domingo la clásica prueba cicloturista de 1.200 kilómetros

La París-Brest-París, reto de cuatro altoaragoneses
La París-Brest-París, reto de cuatro altoaragoneses
R.G.

HUESCA.- Este domingo empieza una aventura ciclista para cuatro altoaragoneses que van a realizar la París-Brest-París, una tradicional y larguísima cicloturista de 1.200 kilómetros, que debe completarse en un máximo de 90 horas. Son los oscenses Miguel Ramón Cored y Anselmo Mur y los barbastrenses José Luis Lera y Paco Jordán, que compartirán carreteras con los 6.500 participantes de todo el mundo inscritos en la prueba.

Todos tienen experiencia en la prueba francesa, que se disputa cada cuatro años, salvo Paco Jordán, que se estrena en la misma. Para Cored esta es su novena edición. La primera fue en 1987. Señala que la participación de la prueba se ha internacionalizado y destaca la "excelente" organización, que facilita mucho las cosas a los participantes y que "marca diferencias" porque hace que el ciclista se sienta "apoyado".

La intención de los altoaragoneses es "completar" con éxito la prueba, que ya es un reto exigente, más cuando están inscritos varios de ellos en la limitación horario de 80 horas, lo que estrecha más el margen.

Cored cuenta que hay que ir decidiendo según surgen las circunstancias, pero la intención inicial es, partiendo el domingo desde las 16 horas, cuando se da la salida en París, tratar de llegar a Brest a medianoche del día siguiente o algo más tarde. Descansar allí y tener por delante el regreso a París con algo más de la mitad del horario. Por medio se realizaría un descanso de 4 ó 5 horas y llegar hasta el final, fijado como máximo para la medianoche del miércoles al jueves. Pero todo ello, deberá irse ajustando según las circunstancias, pues reconoce que llega un momento en que el tiempo apremia y obliga a reducir descansos.

En cada final de las 15 etapas en las que la organización divida el recorrido hay un control de paso y comedor, servicios, duchas, mecánicos, masajistas y posibilidad de descansar en colchonetas.

La prueba es de gran dureza, no sólo por el kilometraje, sino porque los corredores van cargados con equipaciones para combatir el frío nocturno, que puede llegar a ser intenso, y algunos repuestos. Cored cuenta que llevan una bolsa en el manillar y otra en el sillín, además de llevar luz para circular por la noche, que también supone otro elemento que añade peso.

El trazado tiene bastantes repechos y lomas largas, que sin llegar a ser puertos, sí son constantes y obligan a superar unos 12.000 metros de desnivel que van acumulando un gran desgaste en las piernas.

Otro elemento de dificultad es la meteorología, especialmente si a los corredores les toca aguantar la lluvia o el viento.

Cored señala que es fundamental cuidar los detalles y comer y beber bien, pues señala que el simple hecho de que un café no te siente bien puede amargarte una jornada y por eso señala la importancia de tratar de controlarlo todo.

Durante el año han ido preparándose y acumulando muchos kilómetros. Han debido hacer las brevets que exige la organización para poder acudir a la prueba final. La más larga fue la de 600, que algunos doblan para prepararse, aunque Cored considera que es más productivo haber descansado en estos últimos días para llegar fresco a este gran esfuerzo.