Deportes

AUTOMOVILISMO - UNIRAID

Solidaridad y valores entre las dunas

Los estudiantes Santiago Martínez y José Javier Colás cuentan su experiencia en el Uniraid

Solidaridad y valores entre las dunas
Solidaridad y valores entre las dunas
S.E.

HUESCA.- Los estudiantes aragoneses Santiago Martínez y José Javier Colás vivieron una aventura con todas las letras, pero además una auténtica experiencia de vida poco antes de que se desatara la pandemia, en las dunas y caminos de Marruecos. Al volante de un viejo Opel Corsa TR con 34 años a la espalda, los dos se enfrentaron al Uniraid, un rallie para universitarios por caminos y sendas que en su día, no hace tanto tiempo, recorrió el rally París Dakar. Y a ese componente deportivo se unió de manera primordial el solidario, puesto que uno de los requisitos de esta carrera es que los participantes debían llevar 50 kilos en material escolar para los colegios de la zona.

Juntos formaban el equipo Bolskanraid. Estudiantes de la Escuela Politécnica Superior de Huesca, tuvieron el apoyo de la Escuela de Automoción de Salesianos en Zaragoza así como de varias empresas oscenses.

UN RALLY CON UN PRÓLOGO DE MÁS DE MIL KILÓMETROS

Por orden cronológico, lo primero fue la partida desde Huesca, ya en su Corsa, camino de Algeciras. "Salimos cuatro días antes de empezar, porque queríamos recorrer España de norte a sur ya en el coche, también como una manera de irlo probando. No nos pasó nada, tan solo que se nos rompió un manguito que llevaba la gasolina, pero lo pudimos arreglar", contaba Santiago.

En Algeciras, punto de reunión de los participantes, y donde cogían el ferry para cruzar al puerto de Tánger, llegó otro pequeño problemilla. "Haciendo cola para embarcar estás mucho rato al ralentí, arrancando y frenando, y el coche se calentó. Empezó a echar humo y nos dio un buen susto, pero no fue nada por suerte".

Ya al otro lado del estrecho, fueron conociendo a otros equipos y decidieron, sabiamente, hacer un equipo con otros cuatro vehículos de diferentes puntos para ayudarse, algo que desde luego les salvó de más de una a todos.

Desde el puerto, 400 kilómetros tierra a dentro para llegar al punto de salida. "Nos fuimos familiarizando con el tráfico en Marruecos, que es una locura, un caos en el que te tienes que lanzar en los cruces porque no hay señales o si las hay cada uno hace lo que le parece". De hecho, una amiga suya que participaba con otro vehículo tuvo un accidente de tráfico de camino y ya ni pudo tomar la salida.

Ya en el lugar de salida, Meknes, tocaron las verificaciones, que llevaron casi un día, y les explicaron la forma en que se iban a orientar. "No teníamos un GPS con localizador, y nos teníamos que guiar sobre todo con el roadbook (el libro de ruta), que te marca hitos y desvíos". Además, embarcaron en dos grandes camiones todo el material que habían llevado. "Nos dijeron que habíamos batido el récord con varias toneladas de material. Había de todo y fue un éxito. Nosotros llevábamos 65 kilos, quince más de lo que pedían, y además llevamos material extra, sobre todo ropa, para ir repartiendo por las diferentes etapas a la gente de la zona".

CAMARADERÍA ENTRE LAS AVERÍAS Y LOS ATASCOS

Y ya en carrera, con la tranquilidad de que ya no había tráfico, a competir. "No era una carrera de velocidad. De hecho había penalizaciones si te pasabas de determinados límites. Se trataba sobre todo de no perderse y hacer los kilómetros previstos para ir llegando a los checkpoints".

La carrera comenzó por la cordillera del Atlas, y tras ella, arena, dunas y desierto. "Tuvimos que aprender rápido a orientarnos y nos metimos por sitios que no eran varias veces. Tenías que hacerte a la orientación y también a conducir offroad, que es muy diferente a ir por una carretera. Y nos pasó una cosa curiosa. En un tramo perdimos la rejilla del ventilador, y no nos enteramos hasta el final del día. Tres días después, haciendo cola en el campamento, escuchamos por casualidad que alguien se había encontrado una rejilla de un opel, y era la nuestra. La pudimos recuperar y volver a colocar".

Y es que la camaradería y la solidaridad fueron lo que predominó más que la pura competición. "Los coches, sobre todo en algunos tramos que llaman ríos de arena, se iban desmontando y perdiendo piezas. Nuestro coche demostró que era duro y casi no nos dio problemas, pero era lo normal ver piezas por el camino y recogerlas para devolvérselas a sus dueños".

Un ejemplo de la buena idea que fue trabajar en equipo, que vivieron en primera persona. "Estábamos camino de un checkpoint justo antes de la etapa maratón, íbamos bien de tiempo, pero de repente el coche se paró. Perdíamos gasolina por otro manguito y entre los cinco coches paramos y lo apañamos como pudimos para poder seguir hasta meta y allí arreglarlo mejor. Y cuando un coche se quedaba atascado lo sacábamos entre todos, o compartíamos herramientas y repuestos. Haber ido por libre hubiera sido una locura y no habríamos terminado".

Muchas peripecias entre la arena en una carrera que cada día tenía una historia parecida: cientos de kilómetros por la mañana, llegada a la meta, donde estaban todos acampados, descanso, reparaciones si las hubiera, descansar y seguir al día siguiente.

Santiago destaca ese carácter de camaradería. "Había mucho compañerismo, y era más eso que ganar, y también el tema solidario con la entrega de material. Aparte de aprender mucho de mecánica, de conducir y de orientarnos, la experiencia personal ha sido muy rica".

TERMINAR, UNA EXPERIENCIA DE CAMPEÓN

El día de la llegada a la meta fue una explosión de alegría después de siete días agotadores. "Estábamos los dos muy cansados, llevábamos muchos kilómetros encima, pero fue ver el arco de meta y estallar de alegría y euforia. Nos sentimos campeones, que hubiéramos ganado el Dakar".

Y con el objetivo cumplido, todavía quedaba regresar a la costa, cruzar el estrecho y llegar a Huesca. "Volviendo otro coche de los que íbamos juntos se averió ya en España de camino a casa, pero nosotros por suerte pudimos volver normal y de hecho el coche sigue andando muy bien".

Ahora quieren seguir con la competición, además de volver al Uniraid en el futuro."Es anual, así que ojalá podamos volver. Cada año además cambian algo el recorrido. Es una experiencia completa, deporte pero muchas cosas más, un concepto de solidaridad, de compañerismo, de reutilizar unos coches antiguos que todavía pueden dar mucho de sí... Nos ha encantado esta iniciativa".