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MONTAÑISMO

La ascensión al Arbizon acredita la existencia de “Cotiellas” al norte

Un grupo de CAS y Nabain disfrutaron de las vistas panorámicas desde la cima del Arbizon

Los montañeros, en la cima del Arbizon
Los montañeros, en la cima del Arbizon
Cas / Nabain

Una cumbre elevada del Pirineo central, con afloraciones calizas, alejada del eje de la cordillera, y que por esta posición goza de unas excelentes panorámicas sobre sus cumbres y sobre los somontanos que la rodean... ¿El Cotiella? Podría haber sido. Pero en esta ocasión los integrantes del CAS y Nabaín, nos hemos dirigido a la otra vertiente de estas montañas para ascender el pico Arbizon (2.831m). Se trata de una cumbre, como el Cotiella, alta en relación a las de su entorno y relativamente aislada y desplazada, en este caso, hacia el norte que, si las nubes no lo impiden, nos mostrará la cara oculta (o la que estamos menos acostumbrados a ver) del Pirineo.

Viajamos en autobús desde Boltaña hasta las bordas de Lurges (1400m), donde un pequeño aparcamiento facilita la tarea de dejar los vehículos. Partimos de este núcleo que servía a la población de Aulon de apoyo a sus actividades agroganaderas en verano. Junto a sus bordas nace el camino que nos llevará a ascender los 1.400 metros de desnivel que, en menos de 5 kilómetros, hemos de remontar hasta la cumbre.

Arrancamos por un agradable sendero entre avellanos que nos lleva en dirección oeste hasta la cabaña de Espigous. En estos prados, que comparten rebaños de vacas y ovejas, se bifurca el valle. Abandonamos la ruta del collado de Bastan, y giramos hacia el norte. Encaramos una ladera muy pendiente que asciende sin tregua, esta vez en dirección al collado de la Paloume. Tampoco llegaremos a él. La fuente de Coulariot, bajo la pared rocosa que sustenta la cresta de Monfaucon nos ofrece una agradable descanso antes de girar de nuevo hacia el este y trepar el escalón rocoso que la acompaña.

Entre pastos y pedreras seguimos, de nuevo por la senda, que en fuertes lazadas nos encamina en dirección norte al tercer cuello al que no llegaremos, la brecha de Aurey, que conecta con algunas de las rutas que vienen al pico desde la vertiente de Campan. Poco más arriba nos encaramamos a la cresta y las excelentes panorámicas que ya teníamos hacia el sur se enriquecen con las de Payolle y el resto del valle del Adour.

Poco nos queda. Un largo flanqueo y las últimas rampas nos llevan hasta la cumbre decorada por cuatro grandes hitos. Las vistas son espectaculares. Montañas de Ariege y Cataluña; Forcanada, Maladetas con el Aneto; Maupas, Spijeoles, Perdiguero, Gourg Blancs; Lardana, Eristes, Bachimala, Culfreda, Loustou; Suelza, Garlitz, Robiñera, La Munia, Troumouse; Treserols, Marboré; Cambieil, Pic Long, Neouvielle, Ramoung; Frondiellas, Balaitous; y más cerca, el Midi de Bigorre, Montaigu y los puertos, míticos para el ciclismo, de Aspin o Tourmalet. Allí permaneceremos hora y media disfrutando de horizontes, almuerzo, charlas,… Y de las explicaciones geológicas que nos dará Quique, que nos recordarán que compartir desinteresadamente tiempo, conocimientos, técnicas y experiencias es lo que ha hecho al montañismo grande y lo ha convertido en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Con el alma ensanchada, como los horizontes de los que hemos disfrutado, descendemos convencidos de que también hay “Cotiellas” al norte.

Y seguro que en otros lugares. Tras algo más de siete horas en la montaña volvemos a casa pensando en seguir ascendiéndolos.