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Pequeguara disfrutó de un recorrido que casi es romería

Santa Eulalia, San Miguel, San Martín y San Julián de Banzo, en el trazado

Los pequeños disfrutaron por los parajes en un trazado que era casi un santoral.
Los pequeños disfrutaron por los parajes en un trazado que era casi un santoral.
Peña Guara

Repasando el itinerario realizado no me negarán que bien podría tratarse de una procesión en Semana Santa ó de una romería vecinal. Me explicaré, empezando en Santa Eulalia de la Peña, bordeando las faldas de San Miguel, cruzando el barranco de San Martín para llegar al fin a San Julián de Banzo. Comencemos el relato desde el principio.

La salida número 85 de la sección más pirata de Peña Guara arrancaba este domingo pasado en el cruce de la carretera de Santa Eulalia de la Peña, también conocida como Santolarieta, con la carretera que conduce hasta el aparcamiento de la peña San Miguel, del monumental conjunto natural denominado Salto de Roldán. Carretera en no muy buen estado y que anduvimos con muy buen humor los veintisiete participantes de la salida.

Protegidos del viento al lado del aparcamiento, desayunamos con la contemplación del paisaje y de la enorme bandada de buitres que se iba formando sobre nuestras cabezas mientras ellos, los buitres, esperaban los vehículos que subían a darles su acostumbrada pitanza en el muladar del Tiacuto.

Llenos los estómagos, los nuestros, los buitres aún no, emprendíamos el descenso por la ahora senda que nos llevaba en una cómoda bajada hasta el río Flumen. El paso del río es la aventura del día. Peques y pataslargas pertrechados correctamente con pantalones remangados o bañadores y con zapatillas de río, sandalias e incluso descalzos. Estimulaban la circulación sanguínea de rodillas para abajo al cruzar los escasos ocho metros de anchura del cauce.

Un ensanchamiento de la senda, casi pradera al sol, nos permite secarnos, comentar el trance pasado y recomponer el grupo de cara al repecho que nos toca ahora. Si con anterioridad para llegar al río hemos bajado 300 metros de desnivel, ahora toca subirlos para llegar al collado de la Peña Amán.

El paisaje cambia por completo, si hasta ahora estábamos ‘encerrados’ entre las gigantescas paredes y profundos barrancos. Ahora al asomarnos desde el collado, nos reciben las inmensas llanuras de las comarcas de la Hoya y Monegros. Tanto paisaje pero, sobre todo, la subida nos han abierto nuevamente el hambre, cuestión que pasamos inmediatamente a solucionar. Resuelto, proseguimos camino por la fantástica senda que poco a poco nos va alejando de la Peña Amán y nos muestra la soberbia magnitud de las modestas montañas que tenemos a nuestra izquierda. La Punta Sopilata, las Crestas de la Cobeta, las paredes verticales de Lenases y al fondo, por encima de todos ellos, el pico Matapaños y el tímido Picón que se asoma entre crestas.. Mientras que a nuestra derecha la montaña va perdiendo suavemente altura hasta que las carrascas y coscojas dejan sitio a los campos de cultivo. La senda cruza un barranco que no es otro que el que viene desde el fantástico paraje de la Bal d’Onsera y su ermita de San Martín. Llegamos a la pista que unos centenares de metros después y avistando ya el pueblo de San Julián de Banzo nos espera puntualmente nuestro autobús.

¿Que cuanto nos ha supuesto esta ‘romería’? Pues practicamente diez kilómetros de espectacular recorrido lineal con algo más de 400 metros positivos totales de ascenso y 600 en total de descenso en seis horas.