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Mariano Carrasco: “Los altoaragoneses tenemos un carácter común noble y abierto”

Nacido en Huesca en septiembre de 1968, Mariano Carrasco lleva toda su vida vinculado a las artes marciales

Mariano Carrasco
Mariano Carrasco
Azucena Lostao

Nacido en Huesca en septiembre de 1968, Mariano Carrasco lleva toda su vida vinculado a las artes marciales. A los 8 años comenzó con el kárate, disciplina en la que llegó a ser cinturón negro 2º Dan, y desde hace 40 años su vida es el nanbudo, arte marcial en la que como competidor es Campeón del Mundo y de Europa y fue nombrado el mejor nanbudoka del mundo en la década de los 90. Ahora como profesor, entre Huesca y Sabiñánigo, ostenta el grado de Dai Shihan, el máximo, 9º Dan, y que sólo tienen cuatro personas.

La vida de Mariano Carrasco no se puede entender sin el nanbudo, que se reparte entre Huesca y Sabiñánigo para enseñar este arte marcial. Son centenares de altoaragoneses los que han pasado por sus clases, y se enorgullece de que varios han sido Campeones del Mundo. Su labor tampoco se entiende sin la figura del Maestro Yoshinao Nanbu, creador del Nanbudo, su mentor y una persona, fallecida en 2020, que le ha dejado una huella imborrable. Además del Alto Aragón, al ser uno de los máximos exponentes de este deporte realiza viajes por todo el mundo para enseñar y extender de la manera más fiel posible el legado del Maestro Nanbu.

Altoaragonés y de Huesca, ¿qué supone?

—Ser de esta tierra creo que implica una emoción añadida. Soy uno de esos de Huesca de toda la vida, con un DNI que diferencia y que supone un orgullo. Eso implica tener rituales, como son las fiestas de San Lorenzo, esos días 9 de agosto, y también en mi caso la Navidad, que es una fecha de unión. Pero también soy muy de Sabiñánigo, lo que supone otras inquietudes. Al final los comparo y pienso que son dos aspectos parecidos porque al final hay un carácter de ser altoaragonés. Somos gente abierta, dispuesta a ayudar en lo que se pueda y por lo general, agradable. Y creo que también somos nobles, de los que vamos con la verdad por delante. A mí al menos me lo han dicho en varias ocasiones gente de fuera.

Por tanto, orgulloso de ser oscense.

—En mi caso mucho, y orgulloso de nuestros rituales, como el almuerzo el día 9 a las 9. Es algo sagradísimo. Siempre que salgo fuera, y viajo bastante, tengo esos momentos en los que me sonrío para mí porque recuerdas algún momento con los tuyos. Y además, también los lugares, y no sólo en Huesca capital, en toda la provincia. La Cola de Caballo, el Ibón de Acherito, también he pateado como se suele decir mucho la provincia y me vienen a la cabeza muchas imágenes.

Así que el resto de la provincia también tiene una importancia capital en ese sentimiento de pertenencia.

—Tenemos una provincia preciosa, y una de las cosas que me ha enseñado el viajar es el potencial que tiene nuestra tierra. Estamos en una provincia maravillosa y preciosa, que tiene montaña, castillos que son un ejemplo por lo bien conservados que están, cultura romana, musulmana, un desierto en plena Europa como son los Monegros. Cuando estoy en otros sitios todo me encanta, pero luego vuelvo aquí y por ejemplo entro en los claustros de San Pedro y digo, todo aquello está muy bien, pero esto es otra historia. De hecho siempre que hacemos algún evento en Huesca en el que viene gente de otros países les organizamos visitas guiadas y a todos les encanta.

Visita con frecuencia países de toda Europa y también de América, África o Asia. ¿Es un buen embajador?

—Siempre que salgo digo que soy de Huesca, y entonces surge siempre la pregunta, ¿pero eso dónde está? Entonces les digo que está en el norte de España, y sobre todo por situar nombro los Pirineos. Ahora que todos tenemos los teléfonos inteligentes es muy fácil empezar a enseñarles fotos. Es curioso por ejemplo que en un país como Noruega, que tienen nieve y montaña, no se creen que en España, un país tan al sur, podamos tener esas montañas y esos paisajes. Y luego estoy en Marruecos y ocurre lo mismo pero al revés, les resulta casi increíble que nosotros también tengamos un desierto. Siempre que viajo a todos les queda claro de dónde soy y todo lo que esta tierra ofrece.

Huesca, Sabiñánigo, el Pirineo, mucho donde elegir, pero ¿con qué se queda sobre todo?

—Es una pregunta muy complicada, porque además soy una persona que trata de adaptarse a cada entorno y que todo le gusta. Pero más que los lugares, me quedo con las tradiciones, con los eventos. ya he dicho que San Lorenzo es sagradísimo para mí, pero las fiestas de Santa Orosia en Jaca, las de Sabiñánigo, el Carnaval de Bielsa, son muchas cosas y celebraciones que me encantan. No puedo elegir porque de cada sitio en el que estoy y conozco siempre hay algo con lo que me quedaría. Y también, por poner un ejemplo otra vez de Huesca, su Semana Santa. He visto otras por toda España y puedo decir que no tiene nada que envidiar. Es una ciudad pequeña, y muchas cosas lógicamente se adaptan a ese tamaño, pero tenemos atractivos y valores enormes, mucho más grandes que en otros sitios. Y una de ellas es que aquí hacemos las cosas muy bien, por eso se organizan grandes eventos deportivos de muchas disciplinas.