Deportes

#SOYdELaLTOARAGÓN

Eduardo Piedrafita: “Pocas veces me ha costado trabajar, y a eso ayuda la ciudad y la gente”

Nacido en Huesca en 1959, ha vivido en la capital altoaragonesa y en Jaca y ha dedicado más de media vida al tenis

Eduardo Piedrafita.
Eduardo Piedrafita.
Laura Ayerbe

Nacido en Huesca en 1959, ha vivido en la capital altoaragonesa y en Jaca y ha dedicado más de media vida al tenis. Primero como jugador, donde destacó a nivel provincial y regional, y luego sobre todo como técnico, labor en la que se ha repartido entre las clases de tenis del Patronato Municipal de Deportes de Huesca y las del Club Tenis Zoiti. Por sus clases han pasado hasta tres generaciones de oscenses, raqueta en mano. Uno de sus principales motivos de orgullo ahora que la jubilación ya está próxima.

Su figura no se puede desligar del tenis en Huesca. Un oscense orgulloso de serlo y que tiene un trozo, más o menos grande, de su corazón en Jaca, donde vivió los años de niñez y adolescencia.

¿Así a bocajarro, que supone ser altoaragonés?

—Un orgullo de mi tierra, de sentirme parte. Me identifico mucho con Huesca, aunque quizá más que con Huesca ciudad con Jaca. Viví entre los 3 y los 16 años y por tanto allí fueron mis primeros amigos y mis primeras vivencias. Nací en Huesca, en la calle San Lorenzo, pero luego la familia nos movimos porque mi padre era militar por Hecho, Jaca, y de nuevo vuelta a Huesca.

Tenis como jugador y tenis como técnico, toda la vida...

—Como jugador competí casi sin salir de Aragón y gané varios campeonatos. Había unas pistas en Estrecho Quinto, donde iban todos los que querían jugar a tenis, también yo, porque no había más. Me vieron jugar y ahí empecé. También hice antes atletismo o fútbol, y empecé algo tarde, con 16 años, pero me enamoró. Y luego se dio la oportunidad, lo que ha marcado mi vida, de crear la primera escuela de tenis, con la Peña Recreativa Zoiti. Fui logrando los títulos de entrenador y lo que era diversión acabó en mi modo de vida.

¿En la Zoiti, y también en el Patronato?

—Todo ha ido al alimón. Estoy muy agradecido a los comienzos con José María Escriche y Domingo Malo, que me facilitaron mucho las cosas para formarme y entrenar. Al patronato le interesaba tener esa actividad de tenis y ahí tuve esa oportunidad. Iniciábamos en el tenis a los niños, pero de ahí solo había un club privado, el Osca, así que dimos esta alternativa, la Zoiti, para los que quisieran pudieran progresar y competir. Al final ha sido una colaboración entre el club y el patronato en la que las dos partes se han beneficiado. Llevo dando las clases de tenis del patronato desde que arrancó el mismo PMD, ganando el concurso público. Al final el fondo ha sido el mismo, la formación y que sea algo popular, para todos. Al final creas una gran familia que incluso ha llegado a conseguir objetivos deportivos de clubes más grandes como ganar Campeonatos de Aragón o ir a Campeonatos de España.

¿Cómo es trabajar con los peques?

—Es ilusión, es un poco difícil de explicar, y es orgullo. Es una escuela con la idea de formar, en tenis y en valores, y además buscar esos resultados deportivos, pero no como lo más importante. Y con el criterio de tratar a todos por igual y que puedan jugar y progresar todos.

Muchos años enseñando en Huesca supone conocer a mucha gente.

—Es la mayor gozada, la de jugadores que han pasado. Me ocurrió un día que estaba en la Ciudad Deportiva en una pista, y en otra vi a un chaval que le pegaba muy bien. Al final me reconoció él y me dijo que le había dado clase veinte años antes. Al final también se crean hábitos deportivos y la gente sigue jugando. Ha habido gente extraordinaria, pero ninguno profesional. Y lo digo porque siempre hemos tenido claros los objetivos y dónde podíamos llegar con la estructura que había. Pero lo mejor es ir por la calle y que te salude tanta gente. Te hace querer la ciudad y te carga de energía. La verdad es que pocas veces me ha costado ir a trabajar, y eso es también gracias a la ciudad, la gente, y que es muy vocacional. He tenido mucha suerte.

Volviendo a la tierra. ¿Qué le gusta más de la provincia y de Huesca?

—Sin duda el Pirineo. Como digo Jaca fue una gran experiencia. De hecho todavía me sé de memoria el himno. Luego siempre que puedo voy a la montaña, a disfrutar de esos paisajes. Ahora viajo a menudo fuera de Huesca y veo que hay gente que valora mucho el Pirineo. Ir entre semana por aquella zona y dar una vuelta prácticamente solo, eso no tiene precio. Y de Huesca, lo que más, el día a día, las pequeñas cosas, el paseo por Loreto o Cillas, lo cotidiano, que al final lo valoras mucho.

¿Y cómo son los oscenses?

—Generalizar es difícil, pero creo que si nos caracteriza algo es ese aspecto de bondad, que somos gente legal. Eso sí, en la provincia hay diferencias muy marcadas, de los de la montaña y los del llano. Y un aspecto que a mí me gusta mucho de esta tierra es ese humor somarda, ácido e irónico.

Una ciudad que respira deporte

—En el PMD hay cinco mil inscripciones para sus actividades, es brutal para una ciudad del tamaño de Huesca. Es una barbaridad, y podemos estar orgullosos también de infraestructuras deportivas. Pero hay que seguir, por ejemplo cubriendo las pistas de la Ciudad Deportiva para seguir con las clases también cuando llueve.