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Carlos García: “Para mí, Huesca es una ciudad deportiva de 10”

La petanca es la pasión y una de las ilusiones de este salamantino, presidente del Club Petanca Alegría Laurentina

Carlos García
Carlos García
J. G.

Carlos García nació en Salamanca, de madre oscense y padre salmantino, aunque con apenas un año llegó a Huesca, donde se crío con sus abuelos y una tía, por lo que se considera “cien por cien oscense”. Estudió en los jesuitas, después llevó pescaderías y puso en marcha el Bar Roldán junto a su mujer, con la que tiene una hija. Posteriormente, y habiendo estudiado en la UNED, empezó a trabajar en el Colegio San Viator como conserje, y posteriormente pasó a administrador del mismo, donde trabajó más de treinta años. Es presidente del Club Petanca Alegría Laurentina.

La petanca es la pasión y una de las ilusiones de Carlos García, presidente del Club Petanca Alegría Laurentina, una entidad que destaca por su actividad e iniciativa constante y que próximamente celebrará una nueva edición del Campeonato Internacional Ciudad de Huesca.

¿Qué es la petanca para ti?

—La afición a la petanca ha llenado parte de mi vida. Llevo treinta y cinco años en el club, organizando eventos y pronto celebraremos el XVIII Campeonato Internacional.

¿Cómo ves el deporte en Huesca?

—Para mí, Huesca es una ciudad deportiva de 10. El deporte en Huesca es una atracción importante. Es una ciudad deportiva y creo que los alcaldes han sido siempre conscientes de ello y de que fomentar el deporte es fomentar la salud. Hay mucho deporte. El baloncesto estuvo en su día en la División de Honor, el fútbol, aunque viva un momento incierto, ha hecho un buen trabajo y ha estado dos temporadas en Primera, el balonmano también está en la primera categoría y hay judo, esgrima, rítmica...

¿Qué distingue al Club Petanca Alegría Laurentina?

—El club se creó en 1990 y, al año, diez socios compramos un terreno que transformamos en una instalación única, de propiedad particular, para jugar a petanca. Es algo que valoraba mucho el alcalde Fernando Elboj, que siempre decía que primero dábamos y luego pedíamos para recibir, y nos ayudó mucho a conseguir luz y agua potable en la instalación. El Ayuntamiento puso en algunos momentos el material y nosotros pusimos la mano de obra.

El club es entonces un ejemplo de iniciativa de la sociedad civil.

—A las instituciones no se les puede pedir todo el día, tiene que haber cosas de iniciativa privada. Pero hay un coste elevado en todo lo que se hace. Nosotros hemos podido porque tenemos socios que hacen la jardinería, la albañilería y cada uno ha puesto su grano de arena. Organizamos cinco competiciones al año.

¿Qué puede pedirse a las instituciones?

—Tiene que haber más cosas de iniciativa privada. Pero echo de menos que se valore el esfuerzo par dar a conocer la ciudad. Nosotros hacemos muchas cosas para darla conocer. Se ayuda con una cuantía, pero se queda escaso.

¿Y cuál es la situación ahora de la petanca?

—Cuando se habla de petanca no hay respeto pese a la trayectoria que hay. Es un deporte que es ilusionante y que atrae a familias enteras. Cabe todo el mundo y eso es bonito. No es un deporte de la tercera edad, sino un deporte como otro cualquiera. Hay muchas licencias a nivel nacional y en todo el mundo. Hay que valorarla por lo que es. En Francia, hay gente que se dedica profesionalmente a ella. Y, además, es un deporte de mucha relación. Además solo necesita de un juego de bolas.

¿Cómo ve Huesca y su futuro?

—He visto crecer Huesca poco a poco y expandirse. Me gustaría que hubiera más industria, que es su carencia principal. Creo que las instituciones deberían ceder terreno para traer algo que mueva la actividad, empresas que necesitan mano de obra y que hagan que no haya paro. El cuartel ha dado vida y repercute en todo, en los colegios, la hostelería...

¿Qué debería mejorar?

—Es una ciudad con espacios verdes, no solo el Parque, como antes. Ahora va a haber una expansión en vivienda con las Harineras. Pero veo injusto el precio de la vivienda. Es una ciudad cara para sus dimensiones. Hay ciudades de nuestros habitantes más baratas. La ciudad puede crecer hacia el Eroski, por el Padre Querbes...

¿Y la conexión con otros lugares?

—Hay transporte hacia Zaragoza, Jaca, Sabiñánigo, Barbastro... El problema es con Madrid, Valencia, Barcelona, Sevilla o Málaga. Habría que tener más amplitud. Y el aeropuerto es una inversión sin rendimiento. Las instituciones tienen que hacer un esfuerzo para explotarlo y darle viabilidad.

¿Qué provincia tenemos?

—Si de algo estamos orgullosos es del Pirineo oscense, con unos valles preciosos y sitios como Oza, Guara, Alquézar, Biescas o Jaca, por la que muchas veces es conocido el Alto Aragón. Es una provincia muy bonita, privilegiada. Y en Huesca, a veinte kilómetros tenemos Arguis, que ya es plena montaña. En patrimonio, hay románico, gótico, lugares como la Colegiata de Bolea o el Castillo de Loarre. Yo estoy enamorado de la ciudad y de la provincia.

¿Y sus productos?

—Siempre llevo a los amigos lo tradicional, vinos de las bodegas importantes del Somontano y también trenza de Almudévar, el ruso de Ascaso o quesos de Radiquero y embutidos.