Fútbol

EUROCOPA 2021

Italia se corona en Inglaterra

Wembley enmudece en los penaltis y se queda sin su primer trofeo continental

Italia conquistó su segunda Eurocopa en Wembley.
Italia conquistó su segunda Eurocopa en Wembley.
UEFA

Italia   1 (3)

Inglaterra   1 (2)

Italia: Donnarumma; Di Lorenzo, Bonucci, Chiellini, Emerson (Florenzi, m.118); Barella (Cristante, m.54), Jorginho, Verratti (Locatelli, m.96); Chiesa (Bernasdeschi, m.86), Immobile (Berardi, m.55) e Insigne (Belotti, m.91).

Inglaterra: Pickford; Trippier (Saka, m.70), Walker (Sancho, m.120), Stones, Maguire, Shaw; Rice (Henderson, m.74 (Rashford, m.120)), Phillips; Mount (Grealish, m.99), Kane y Sterling.

Goles: 0-1. Shaw, m.2 y 1-1. Bonucci, m.67.

Árbitro: Bjorn Kuipers (NED) amonestó a Barella (m.47), Bonucci (m.55), Insigne (m.86), Chiellini (m.96) y Jorginho (m.114) por parte de Italia y a Maguire (m.106) por parte de Inglaterra.

Incidencias: Partido correspondiente a la final de la Eurocopa disputado en el estadio de Wembley ante 67.173 espectadores.

Los penaltis, el mayor enemigo de la historia reciente de la selección inglesa, castigaron a una rácana Inglaterra y alzaron el vuelo de Italia, que gana la segunda Eurocopa de su historia y se encumbra ante la afición de Wembley (1-1 (3-2)).

La racanería inglesa, desatada desde el gol de Luke Shaw en el minuto dos, fue castigada por los dioses del fútbol en los penaltis, después de que Leonardo Bonucci lograra el empate y mandara el encuentro a la prórroga. En los lanzamientos, Gianluigi Donnaruma se vistió de héroe, paró dos penaltis y entonó el himno italiano en el templo inglés.

La primera Eurocopa para Italia desde 1968, la que le niega la gloria a Inglaterra 55 años después de su último título internacional, en una final que empezó prometiendo locura y acabó por todo lo alto.

No había otra manera de acabar la Eurocopa más loca de todas que con el gol más rápido de la historia de las finales. Menos de dos minutos tardó Inglaterra en enrabietar a su hinchada, loca por pegar saltos, quitarse la camiseta y celebrar algo 55 años después.

Menos de dos minutos tardó el plan de Gareth Southgate en funcionar. Su defensa de tres centrales cobró sentido cuando Kieran Trippier, el carrilero, recibió la pelota en la esquina del área y puso un centro preciso al segundo palo. Di Lorenzo se lo comió completamente y Shaw apareció desde atrás para acomodar la pelota con el interior junto al palo. Una definición exquisita, que lograba su primer tanto con la selección en el mejor momento posible.

Los de Roberto Mancini no tenían un plan para atacar en estático. No había juego combinativo en una escuadra que esperaba un partido como el de España y se había dado de bruces ante la aparición de Shaw. Italia se obcecaba en ataques intrascendentes y tuvo que recurrir a su esencia, al balón parado, para igualar la final. Fue una jugada con mil aristas, un córner peinado en el primer palo y al que Chiellini, al que estaba haciendo penalti, no llegó. Verratti se lanzó en plancha y conectó un cabezazo que sacó Pickford, rebotando la pelota en el palo y quedando a placer de Bonucci, que solo tuvo que empujarla. Nuevo escenario. Southgate tuvo que reaccionar y desarmó la defensa de cinco. El partido se le había descontrolado y sino fue a más el descalabro fue porque Chiesa, de largo el mejor, se tuvo que ir lesionado. La salida del mago de la Juve precipitó la prórroga.

Una prórroga que evidenciaba aún más las carencias de Southgate como entrenador, confiando todo a alguna individualidad de los suyos, mientras que a Italia le bastaba con la posesión y esperar los penaltis. Fue una opción que gustó a ambos e Italia estuvo en su salsa.