SD Huesca

FÚTBOL - HUESCA-SEVILLA

Memorable victoria del Huesca ante el Sevilla

Chimy Ávila marca el gol del triunfo en el último segundo en un partido trepidante y de infarto con el VAR como protagonista

Memorable victoria del Huesca ante el Sevilla
Memorable victoria del Huesca ante el Sevilla
P. S.

HUESCA, 2

SEVILLA, 1

SD HUESCA: Santamaría, Miramón (Chimy Ávila, minuto 37), Etxeita, Pulido, Diéguez, Javi Galán, Yangel Herrera (Musto, minuto 84), Moi Gómez, Juanpi (Álex Gallar, minuto 69), Ferreiro y Enric Gallego.

SEVILLA FC: Vaclík, Jesús Navas, Mercado, Kjaer (Wöber, minuto 61), Sergi Gómez, Promes (Munir, minuto 61), Banega, Sarabia, Rog (Franco Vázquez, minuto 74), André Silva y Ben Yedder.

GOLES: 1-0 Minuto 7: Juanpi. 1-1 Minuto 83: Ben Yedder, de penalti. 2-1 Minuto 98: Chimy Ávila.

ÁRBITRO: Ricardo de Burgos Bengoetxea (comité vasco). Amarillas a Etxeita, Javi Galán, Yangel Herrera y Pulido (Huesca) y a Rog, Promes y Kjaer (Sevilla).

INCIDENCIAS: Encuentro correspondiente a la jornada 26 de LaLiga Santander disputado en El Alcoraz

HUESCA.- Chimy Ávila reventó el partido cuando no había tiempo para nada en un partido memorable. El Huesca tiró de épica para sumar tres puntazos de apariencia imposible cuando momentos antes el Sevilla había estado a punto de destrozar la feroz resistencia oscense con un gol anulado a Munir y un paradón espectacular de Santamaría.

Fue un final apoteósico después de casi cien minutos trepidantes y con una sobredosis de componente emocional que obligó a festejar dos veces ese golazo del argentino.

El momento en que la rompió con su cañonazo y el que siguió a la posterior consulta del VAR, que puso un nudo en la garganta de los aficionados.

Porque el VAR fue un invitado especial en esta tarde cargada de heroicidad de un Huesca al que solo le debió faltar que algún futbolista quedase embarazado. A las lesiones de Luisinho, Melero e Insua se sumaban las de Akapo y Rivera y la varicela del Cucho.

El destino se alió en contra del Huesca y de Miramón cuando poco antes del descanso cayó Miramón, que hasta ese momento había salvado dos goles y había puesto centros envenenados al área sevillista.

IMÁGENES DEL PARTIDO EN ESTE ENLACE

Francisco apostó por mantener su defensa con tres centrales y por delante situó a Yangel, escoltado por Juanpi y Moi, con Enric y Ferreiro en punta.

Lo del gallego es para hacerle un monumento. Después de cinco jornadas fuera de la titularidad, consecuencia del cambio de sistema, no solo empezó como perfecto e incisivo compañero de Enric (de nuevo formidable por tierra, mar y aire, incansable arriba y abajo), sino que se acopló de perlas al lateral derecho cuando se lesionó Miramón y Francisco buscó en él la solución al problema que se le había presentado.

El Huesca entró en el partido en tromba. Un fuerte ritmo, una buena presión para anticiparse en el centro del campo y con Galán como protagonista del 1-0 a los seis minutos.

Dos veces lo intentó el lateral en su incorporación al ataque, la primera no logró atravesar el muro pero en la misma acción, al segundo intento, pisó el área y asistió a Juanpi, que en una baldosa controló con la derecha y remató con la izquierda al fondo de la red. Golazo del venezolano.

El Sevilla trató de reaccionar y lo hizo buscando las subidas de Navas por el costado derecho. Casi todo el peligro nació de las botas del extremo reconvertido a lateral. En una de esas, Miramón subió a los altares para repeler bajo palos sendos remates de Promes y Ben Yedder que eran goles cantados.

Pero el Huesca leyó bien el partido. Fuerte atrás y en medio campo, ahogando la capacidad creativa del Sevilla, buscó las conexiones por bandas y los centros al área. En su único saque de esquina en este primer periodo pudo hacer el segundo en un remate de Diéguez al que respondió Vaclik con una buena intervención.

El choque se convirtió en un toma y daca, con mayor control del Huesca pese a tener menos el balón. Las opciones sevillistas eran casi siempre centros sin remate. El Huesca tuvo otra clara en un servicio de Enric ante el que Juanpi, en el área, optó por la colocación más que por el latigazo y el balón se le marchó alto. Y luego llegó la lesión de Miramón que orientó el duelo hacia la épica.

La segunda parte discurrió sobre el guión esperado. El Sevilla monopolizó la posesión del balón y por momentos acorraló al Huesca, si bien no veía el camino de derribar el muro que había levantado el equipo azulgrana en su área. Una defensa oscense que redobló esfuerzos, que se agigantó ante la entrada de los cañoneros sevillistas, artillería a la que sumó Munir en la última media hora.

En medio de un asedio agobiante, el equipo azulgrana tenía que encontrar un balón de oxígeno con alguna transición rápida. Y tuvo una contra de manual que dibujó de forma maravillosa Enric Gallego con una arrancada genial y un pase al hueco que dejó a Juanpi solo delante de Vaclik, que estuvo más rápido que el azulgrana para evitar ese gol que hubiese dado la tranquilidad.

Y en la acción siguiente se puso en marcha el VAR. Lo hizo primero con un gol anulado a Ben Yedder por fuera de juego que no ofreció muchas dudas.

Después se tragó un balón que interceptó el brazo de Wöber en un centro de Ferreiro. Y definitivamente enloqueció el partido cuando Yangel cometió penalti sobre Munir, si bien la acción estaba precedida de fuera de juego. Después de cinco interminables minutos de consulta con el VAR, no hubo vuelta atrás y Ben Yedder engañó en la ejecución a Santamaría para poner el empate.

Perseveró el Huesca, que tuvo dos contras fallidas de Gallar y Chimy y en esa locura colectiva, al entrar en el descuento, pudo pasar de todo.

El VAR anuló a Munir el 1-2 por fuera de juego, Santamaría salvó un gol en un tiro de André Silva, Pulido pidió un penalti y a continuación, cuando el choque agonizaba, el mismo Pulido le metió una asistencia casi inverosímil a Chimy para que fusilara al portero.

Pero hubo que consultar con el VAR, ante la situación de Enric, y el árbitro esta vez no aguó la fiesta y lo dio por válido. Del infarto a la locura. O al revés, que da igual, bajo el clamoroso "sí se puede" de una grada tan brava como su equipo.