SD Huesca

FÚTBOL - HUESCA-SEVILLA

Un Huesca doctorado en Resiliencia hiere a ese gran dragón que es el Sevilla

Ante el aluvión de desgracias, el equipo ha encontrado soluciones a la medida

Un Huesca doctorado en Resiliencia hiere a ese gran dragón que es el Sevilla
Un Huesca doctorado en Resiliencia hiere a ese gran dragón que es el Sevilla

HUESCA.- En vez de esperar diez segundos para reaccionar al chorro de emociones del final, había que esperar cien con el objetivo de ajustarse a lo mucho que sucedió en El Alcoraz carnavalero que hirió de muerte a ese gran dragón que es el Sevilla, un equipazo que gana puntos desde el momento en el que tocan a rebato con el himno del Arrebato, el más bello que jamás se haya compuesto en España.

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Si el diccionario de la Real Academia hubiera de ejemplificar cada término con una foto, el de Resiliencia estaría representado por la Sociedad Deportiva Huesca.

Digno heredero lustros después del "Pupas" -el Atlético de Madrid-, a los azulgrana le han caído todos los conjuros de las fuerzas del mal para evitar que se sobreponga a cada uno de los infortunios.

Por cada perturbación, un suspiro y a levantarse. Ante el aluvión de desgracias, soluciones a la medida. Cada barrera es más alta, cada obstáculo más rocoso y, sin embargo, ahí está, a tiro de piedra de la salvación, que rondaría los méritos a los que coadyuva la intercesión divina.

Y ya se sabe que Francisco es nombre de entrenador, pero también de Papa -sic, me gusta con mayúscula-. Y le ayuda Chimy, que cada vez que marca -solo golazos, nada de medianías- se encomienda a San Lorenzo.

Lo del Huesca de ayer (sábado) es una lección sublime de la adaptación a las calamidades contra las que opone sacrificio pero también ingenio, serenidad acompañada de las dosis pertinentes de testosterona, compañerismo en espera de una genialidad, de un soplo favorable de la esquiva fortuna.

Más allá de que el funcionamiento del VAR necesitará una revisión urgente en el ocaso de la temporada -quizás no hubiera estado mal incluso repensarlo a mitad para evitar que la interpretación sea arbitrariedad-, ayer hubo detalles dignos de una sesión para cualquier escuela de fútbol. No, probablemente, de fino estilismo. No de una plasticidad exuberante. Pero sí de la respuesta a las situaciones con inteligencia y cooperación.

La lesión de Miramón supuso una brecha en la moral a prueba de bomba del Huesca, y el "todo-uso" de Ferreiro volvió a ganarse el corazón de todos.

En el centro de esa lección, debemos poner a Enric Gallego. Lo suyo es de magisterio. Por virtudes, por valores y por discernimiento de respuesta a cada lance. Un maestro grande en un Huesca con doctorado en resiliencia bajo una meta única y un eslogan: sin reblar, sí se puede.