SD Huesca

COLABORACIÓN

El Huesca ha disfrutado de una temporada en la liga de las estrellas: no digas que fue un sueño

La afición oscense muestra el orgullo de una tierra que sabe de dónde viene y agradece dónde está

El Huesca ha disfrutado de una temporada en la liga de las estrellas: no digas que fue un sueño
El Huesca ha disfrutado de una temporada en la liga de las estrellas: no digas que fue un sueño
P.S.

Un agudo silbido puso el punto y aparte de una sinfonía que, como las cuatro estaciones de Vivaldi, culminó con un helador invierno que soterró a la escuadra azulgrana. La avalancha valenciana había sepultado las esperanzas oscenses de continuar vivos en la liga de las estrellas. A pesar del gélido varapalo blanco, el frío de la desilusión dio paso a la esperanza, al calor de cinco mil corazones cantando albadas de regreso que acudieron prestos a soliviantar la tristeza del descenso, al orgullo de una tierra que sabe de dónde viene y agradece dónde está.

Quizás se pudo hacer más, quizás perdimos un tren, probablemente nos faltaron muchas cosas pero nos sobró la ilusión de una afición que es consciente de que ha llegado a una estación antes inalcanzable. Es necesario hacer autocrítica y aprender de los errores, rectificar para arribar de nuevo a la zona noble, porque en el fútbol, como en la vida, unas veces se gana y otras se aprende.

Por tanto, de esta decepción extraigamos lo positivo ya que, como explicaba mi admirado Marcelo Bielsa, "los momentos de mi vida en los que yo he crecido tienen que ver con los fracasos; los momentos de mi vida en los que yo he empeorado, tienen que ver con el éxito. El éxito es deformante, relaja, engaña, nos vuelve peor, nos ayuda a enamorarnos excesivamente de nosotros mismos; el fracaso es todo lo contrario, es formativo, nos vuelve sólidos, nos acerca a las convicciones, nos vuelve coherentes".

A lo largo de este camino por el olimpo del balompié patrio, hemos tenido coraje para continuar, para gestionar la adversidad, para no rendirnos, para disfrutar y exprimir cada segundo de nuestra aventura en el edén de las estrellas. Por el Alcoraz, remozado y coqueto, desfilaron equipos que antes sólo veíamos por televisión. Durante unos meses, una pequeña ciudad del norte plantó batalla a zamarras legendarias y, aunque herida de muerte, aguantó la disputa hasta el final.

El loco de Rosario, en otra entrevista, explicaba: "Soy un especialista en fracasos y sé perfectamente que las adhesiones se pierden cuando se acaba el éxito. Hay gente exitosa que no es feliz, y gente feliz que no necesita del éxito. El éxito es una excepción y no un continuo"". Y tras ver la respuesta de una afición oscense, entregada y agradecida, pienso que el argentino tenía razón. Lágrimas de emoción borraron la frustración del descenso, al son de palmas de reconocimiento para un equipo que nos hizo creer en milagros.

Fieles siempre, sin reblar, seguiremos soñando en regresar a la mesa de los elegidos. Volveremos, porque este territorio orgulloso unido por la misma voz, con la cruz de San Jorge por bandera, ya le demostró a los incrédulos que lo imposible se convierte en inevitable si pones el alma en ello. A veces, es preciso retroceder para coger carrerilla y saltar con más fuerza.

La semilla del fútbol brotó y la provincia altoaragonesa comparte unos colores comunes de miles de camisetas con magia, que muestran henchidas el escudo azul y grana. Con la nobleza y humildad que nos precede, allá donde estemos, siempre seremos de Primera.

Dicen que la gratitud es la memoria del corazón, la mejor manera de derribar muros, superar los desengaños y recuperar los anhelos. Por ello, S. D. Huesca y todos los que habéis compartido esta bendita locura... MUCHAS GRACIAS POR TANTO.

SERGIO BERNUÉS CORÉ

(AUTOR DE "EL PENALTI DE PANENKA")