SD Huesca

fútbol

Era el día

Esperaba un Huesca con mordiente, y encontré un Huesca plano

El partido Huesca-Osasuna, foto a foto.
Partido Huesca-Osasuna.
PABLO SEGURA

Después del empate del Huesca contra Osasuna en El Alcoraz el pasado sábado, hoy podría contaros que volvimos a puntuar, que por fin cerramos la portería o que, si los resultados hubieran acompañado, la permanencia hubiera quedado un punto más cerca. Pero la verdadera sensación que me dejó esta jornada es de decepción. Se volvió a escapar una oportunidad de oro y este equipo está cada vez más lejos de su mejor versión.

Esperaba un equipo valiente y me encontré con uno muy conservador desde el minuto 1 al 95. Esperaba un Huesca con mordiente, y encontré un Huesca plano y con muy pocos argumentos para hincar el colmillo a los navarros. Quería ver a un Huesca reconocible no solo en el dibujo y lo único reconocible fue esa inamovible línea de 5. Quería ver cómo Pacheta encontraba el remedio a un partido atascado y lo único que vimos fueron 3 cambios, uno de ellos por lesión y otro en el minuto 84. En definitiva, quería un Huesca ambicioso, pero no se dio.

Desde mi humilde punto de vista, el partido pedía a gritos soluciones desde el banquillo. Quizá era el día, y más después de la lesión de Vavro -gran partido del eslovaco, por cierto-, para buscar otro dibujo. Quedarnos con dos centrales y, por qué no, volver a ver a jugadores que fueron importantes en su día y que ahora están relegados al ostracismo: Ontiveros, Borja García u Okazaki -uno de los héroes del ascenso-. Pero al final, nada de nada. Me cuesta entender el porqué de la desaparición de los futbolistas citados y también esa inflexible defensa de 5, sea cual sea el rival y el momento de partido.

Esperaba un equipo valiente y me encontré con uno muy conservador desde el minuto 1 al 95

Ahora viene un parón que tiene que servir para cargar las pilas, recuperar a todos los efectivos, recuperar el punto físico ideal de los que acaban de regresar al grupo y, sobre todo, para mentalizarnos de que de aquí al final, sea quien sea el equipo que esté enfrente, solo vale una cosa: ganar.

La salvación sigue siendo una opción muy real. Estamos de acuerdo, más por demérito de nuestros rivales que por méritos nuestros. Pero todavía no estamos muertos y, en cierta manera, seguimos dependiendo de nosotros.

Pero la complejidad para conseguir el objetivo es mayúscula: hay que ganar 5 ó 6 partidos de los 10 que quedan, teniendo en cuenta que solo hemos sido capaces de ganar 3 de los 28 disputados. Difícil, pero no imposible. l