El Huesca de la pandemia cogió el impulso del ascenso en Málaga

Hace dos años por estas fechas el mundo se había “cerrado” por la pandemia de la covid. El fútbol no fue ajeno y el Huesca, que tenía que jugar en Málaga el mismo día que el Gobierno de España declaró el estado de alarma, retrasó su primera visita a La Rosaleda hasta el 12 de junio.

Tres meses después de que se paralizaran las competiciones, el conjunto oscense emprendió el arreón final y decisivo de la temporada en el estadio malacitano. A partir de ese momento, y durante la temporada siguiente 20-21, todos los encuentros debían disputarse a puerta cerrada.

El Huesca estaba en aquella fecha de 2020, bajo la batuta de Míchel, enfrascado en plena lucha por el ascenso a Primera. Cuando se suspendió la liga, tras el encuentro contra el Fuenlabrada en El Alcoraz el 7 de marzo, los azulgranas ocupaban la cuarta plaza de la clasificación con 50 puntos. Era líder el Cádiz con 56 y tras él estaban Zaragoza (55) y Almería y Huesca igualados a 50. El Málaga estaba en el puesto 15 con 38 puntos, muy lejos del objetivo que tenía marcado.

Faltaban once jornadas para concluir la campaña (ahora son diez) y el Huesca, que antes no había jugado en La Rosaleda, se impuso por 1-3. Ferreiro adelantó al equipo azulgrana en el minuto 13, empató Sadiku en el 41 pero en pleno descuento del primer tiempo Dani Raba logró el 1-2. De rematar la faena se encargó Rafa Mir, que entró en el partido en el minuto 52 y que hizo el 1-3 en el 74. Un Huesca que desde el minuto 25 estuvo jugando con uno menos por la expulsión de Juan Carlos.

En aquella tarde el Huesca formó de inicio con Yáñez; Pedro López, Pulido, Josué Sá, Javi Galán; Mikel Rico, Mosquera; Ferreiro, Dani Raba, Okazaki y Juan Carlos. Los primeros cambios fueron con la entrada de Luisinho y Rafa Mir en el 52, después Eugeni en el 69 y en la recta final, minuto 84, Sergio Gómez y Doukouré. Para el costamarfileño era su debut en el Huesca (también en Segunda División) tras haber permanecido prácticamente en blanco toda la temporada al haber llegado en el proceso de recuperación de la grave lesión en la rodilla que había tenido el curso anterior en el Levante y que se complicó con una nueva intervención que le hicieron en su estancia en el Huesca. Para él representaron mucho aquellos minutos simbólicos de Málaga.

Aquel encuentro supuso para el Huesca el trampolín de lanzamiento y el refuerzo de sus aspiraciones de ascenso. En aquellas once jornadas los de Míchel reafirmaron su condición de candidato al ascenso sumando 20 puntos y logrando el título de campeón (el primero en una competición profesional) y el billete de retorno a Primera División.

El Málaga, por su parte, sumó 15 puntos para acabar con 53 y quedar en un gris puesto 14 en la tabla.

El Málaga, cuatro meses sin ganar en La Rosaleda

El Málaga, que empezó bien la temporada y con expectativas ilusionantes, se ha ido desinflando poco a poco. En estos momentos ocupa el puesto 17 de la clasificación, con 37 puntos (con 7 de ventaja de la Real Sociedad B, que marca el descenso) y a cuatro del Huesca, que se dio un respiro tras ganar al Burgos el pasado viernes.

El cambio de entrenador no ha tenido el efecto esperado. José Alberto fue despedido del equipo tras el humillante 0-5 con el Ibiza en la jornada 24. Su lugar lo ocupa desde entonces Natxo González y en los 8 partidos que lleva al frente del equipo solo contabiliza una victoria (en Amorebieta, 1-2), tres empates (Zaragoza, Cartagena y Ponferradina) y cuatro derrotas (Fuenlabrada, Real Sociedad B, Almería y Mirandés). Un pobre bagaje de 6 de 18 puntos.

Es en La Rosaleda donde se acentúan los problemas para el Málaga, que no gana en su estadio desde el pasado 20 de noviembre, cuando se impuso a Las Palmas por 2-1. Desde aquella fecha, tres empates y cuatro derrotas.