Huesca

30 AÑOS DE LA MUJER EN EL EJÉRCITO

Soledad Zamora Oltra: “Lo pasé fatal en el Líbano por mis hijos, pero en el Sancho me ha tocado la lotería”

La jaquesa dejó su trabajo como peluquera y actualmente es Cabo Primero

Soledad Zamora Oltra: “Lo pasé fatal en el Líbano por mis hijos, pero en el Sancho me ha tocado la lotería”
Soledad Zamora Oltra: “Lo pasé fatal en el Líbano por mis hijos, pero en el Sancho me ha tocado la lotería”
R.G.

Trabajaba de peluquera en Jaca pero, como ganaba poco y apenas tenía tiempo libre, a los 25 años y sin decir nada en casa acudió a Huesca a presentarse a las pruebas de militar profesional; y aprobó.

De eso hace casi 20 años y en este tiempo la Cabo Primero Soledad Zamora Oltra ha estado en dos misiones en Kosovo, una en Afganistán y la última en el Líbano. "Fue muy dura esa misión, lo pasé fatal por mis hijos que tenían 4 y 1 años. Me daba miedo que al volver me rechazaran y muchas veces lloré con compañeros por el mismo motivo", recuerda, aunque matiza que se marchó voluntaria. Ahora, sin embargo, "con la reapertura del cuartel Sancho Ramírez, me ha tocado la lotería porque hemos podido volver a casa".

"No venía de familia de militares así que cuando dije en casa que había aprobado y me iba a Alicante (periodo formación) a mi madre casi le da algo. La verdad es que lo vi como una salida laboral", recuerda. Huesca fue su primer destino y su primera ocupación, hacer los panes para las maniobras. "Me levantaba a las 4 o las 5 de la mañana, en el campo y con frío, era una vida totalmente distinta, pero me merecía la pena porque tenía muy buenos compañeros. Ya no pensé en lo que dejaba atrás", indica. Estuvo 10 años en el Grupo Logístico de Montaña de Huesca, con el que realizó dos misiones en Kosovo y otra en Afganistán, donde conoció al que después fue su marido, también militar. Ahora, ambos forman parte de la Unidad de Servicios del Cuartel Sancho Ramírez de Huesca, ciudad donde siempre han tenido su "cuartel general".

"Afganistán fue muy duro porque me involucré con la población civil y ver la vida de la mujer allí me hizo mucho daño", indica, y a los cuatro meses se volvió. Transportaba a diario a tres mujeres locales que trabajaban de limpieza para el Ejército español, y conocer que una de ellas a los 21 años tenía cuatro hijos y trabajaba para su marido, que tenía otra mujer social, que la encerraban cuando había visitas... "eso me mató", recuerda. Por el contrario, ensalza la "igualdad" que hay en el Ejército, "debe ser de las empresas más justas", donde "todo te lo tienes de ganar tú". Y no siempre está de acuerdo con las medidas de discriminación positiva. "Somos capaces de conseguir aquello que nos propongamos y mejor hacerlo por nosotras mismas que no por exigencias de la sociedad", destaca.

Durante muchos años se ha dedicado al transporte, ya que se sacó todos los carnés excepto el de autobús. En 2008, al aprobar la permanencia, fue destinada al Grupo Logístico de Caballería en Zaragoza. En 2015, al volver del Líbano, regresó a Huesca pero con el cierre del cuartel tuvo que ir forzosa a Zaragoza, donde también estaba su marido. Con los niños de 9 y 6 años se planteaban trasladar su residencia, pero la reapertura del Sancho Ramírez les ha permitido quedarse.