Un museo paleontológico, varias empresas y seis nacionalidades entre la veintena de vecinos de Lamata

Que haya pocos vecinos no significa que estén quietos. Lamata es una de esas localidades que tiene futuro, al menos no se vislumbra el "cierre" en las próximas décadas. Con varias explotaciones agrícolas que generan algún puesto de trabajo, una empresa de construcción y el Museo Paleontológico, Lamata tiene actividad y se ha convertido en un lugar visitado especialmente por extranjeros por la atracción de esos fósiles que dejó el "mar del Sobrarbe".

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El "Sobrarbesiren cardieli" es algo así como una "vaca marina" del Eoceno Medio (entre 40.000 y 45.000 millones de años), el primer sirenio cuadrúpedo de Eurasia y la especie más antigua del oeste de Europa catalogada por paleontólogos del grupo Aragosaurus-IUCA de la Universidad de Zaragoza, del País Vasco y de Nova de Lisboa. Y lleva el "apellido" de un vecino de Lamata: Jesús Cardiel, como un "reconocimiento" a quien les puso sobre la pista. Los primeros restos de este animal se encuentran en el Museo, una pequeña parte de lo descubierto después en las excavaciones.

Cardiel tendría 10 u 11 años cuando supo lo que era un fósil y un día bañándose en el río Susía encontró una pequeña caracola entre las piedras. "Me llamó la atención, volví otros días y me fui aficionando", indica, hasta el punto que estudio Geología y le hubiera gustado especializarse en Paleontología, pero entonces no existía la posibilidad en la Universidad de Zaragoza. Conserva miles de fósiles y unos 500 están en expuestos en el Museo Paleontológico de Sobrarbe que abrió en 2009. "Cuando lo acabé, me puse en contacto con Ainara Badiola por el tema de las vertebrados, que estaba entonces en el grupo Aragosaurus", recuerda.

Los científicos se interesaron en la zona, y ya hay más de 50 yacimientos catalogados en lo que era una zona costera, propicia para que fosilicen los vertebrados, mientras se formaban los Pirineos. Sin su aportación, quizá aún estaría por descubrir. Ahora, apunta que su centro podría convertirse en una subsede del Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de Zaragoza. Hasta allí, en la planta baja de la casa de Cardiel, llegan cerca un millar de visitantes al año a los que recibe directamente, normalmente personas interesadas por este tema. Pero en Lamata ya se fijaron extranjeros hace décadas y ahora, además de los vecinos de las casas de toda la vida que han apostado por quedarse, hay procedentes de Bélgica, Rumanía, Marruecos, Mali y Holanda.

Ya se tiene constancia de la existencia de esta localidad en 1137, con seis fuegos en 1488, según la información de la web municipal. Es una de las localidades de un municipio, el de Abizanda, que aguarda muchas más visitas curiosas como la Casa de los Títeres, de los Titiriteros de Binéfar, o el Museo de Creencias y Religiosidad Popular en el pueblo de Abizanda. En Escanilla o Ligüerre de Cinca destaca la oferta turística y de restauración. Lamata, como apunta el alcalde Javier Labat, "es uno de los pueblos donde los jóvenes se han quedado, no todos los vecinos son mayores y llega gente de fuera a vivir".

David Barbanoj, de 41 años, ha hecho más grande la explotación familiar con la que también su mujer se incorporó al sector y ha generado un puesto de trabajo. Ahora tiene contratado a un chico de Mali, para el que tiene un apartamento en su misma casa, porque admite que no es fácil encontrar gente para trabajar y además les tiene que facilitar el alojamiento.

Tampoco es sencillo mantener una explotación agrícola y ganadera en la zona, porque "hay poca tierra y, si tienens muchos animales, también necesitas más tierra. La agricultura sin ayudas está muy mal", comenta Barbanoj. Al menos, el año pasado pudieron comprar un patrimonio con el que su mujer se incorporó al sector y montaron una granja de terneros de cebo integrada. David entró al tomar el testigo de su padre que se prejubiló. Este tenía 300 ovejas, pero David fue ampliando y ampliando ganado e instalaciones hasta llegar a las 1.100 que tiene ahora.

Sus hijos, Sofía, de 3 años, y Luis, de un año, han devuelto las risas y juegos infantiles a las calles de Lamata porque son los únicos niños que residen en esta localidad sobrarbense, y van al colegio de Aínsa. David fue uno de los últimos que pudo ir a colegio en su mismo pueblo. Estaban cuatro y, cuando acabó 5º de EGB y le tocaba bajar a interno a Barbastro, se quedaron tres y después cerró. Continuó sus estudios en el IES Pirámide y en la Universidad Politécnica, donde estudió Ingeniería Agrícola. Entonces dice, tampoco se planteaba su futuro en Lamata, aunque admite que cuando estudiaba en Huesca le tiraba volver cada fin de semana y si podía el jueves mejor que el viernes. Tras acabar en la universidad trabajó dos o tres años fuera de fontanero, pero volvió.

Ahora, vive en su propia casa con su mujer, de origen marroquí -que estuvo llevando con su hermana el bar de Abizanda- y tienen a los dos pequeños. Sus padres siguen viviendo en el pueblo en la casa familiar, como los padres y el hermano de Jesús Cardiel, así como otro vecino soltero. Además, hay otra casa donde vive la madre y tres hijos con una pareja de origen rumano, porque él trabaja en la explotación. "Al menos, en Lamata se está quedando gente joven y al menos tres casas tienen futuro para 20 o 30 años", indica Barbanoj, mientras comenta que en otros pueblos próximos la población está más envejecida.

También vive otra pareja de origen rumano, que él se dedica a la construcción. Además, hace varias décadas una familia belga se construyó allí una casa en la que la madre ha vivido muchos años. Uno de sus hijos, al que le gusta mucho el pueblo, se ha construido otra casa. Y, recientemente, una pareja de fotógrafos holandeses también se ha mudado a este pueblo donde hay mucha actividad.