Huesca

OBITUARIO

El oscense Francisco Ponz Piedrafita fallece a los 101 años en la Universidad de Navarra, de la que fue rector

Ha dejado un legado extraordinario que recuerdan generaciones de alumnos y profesores

El oscense Francisco Ponz Piedrafita fallece a los 101 años en la Universidad de Navarra, de la que fue rector
El oscense Francisco Ponz Piedrafita fallece a los 101 años en la Universidad de Navarra, de la que fue rector
S. E.

HUESCA.- Tuvo que ser en el Edificio Central de la Universidad de Navarra donde dio su último hálito en este mundo Francisco Ponz Piedrafita, oscense nacido en 1919 y rector de esta institución entre 1966 y 1979, una referencia académica e investigadora, seducido por la palabra de San Josemaría para unirse a esta causa educativa, y que en octubre de 2019, con motivo de su centenario, recibió el reconocimiento del alumnado y sus compañeros de claustro hasta 1997.

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Un tuit del actual rector, Alfonso Sánchez-Tabernero, daba a conocer la triste noticia a las 19:42 horas: "Acaba de fallecer don Francisco Ponz, tercer rector de la Universidad de Navarra. Tenía 101 años pero su corazón era joven: disfrutaba viendo que el proyecto que impulsó san Josemaría en 1952 estaba lleno de vitalidad. En la Universidad estamos conmovidos y agradecidos por su vida ejemplar". Añadía, en conversaciones con nuestro diario, que el oscense se había ido siguiendo las pautas de su personalidad: "De repente se ha desvanecido". "No ha dado guerra, tampoco para morirse".

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"Don Francisco Ponz fue un gran rector porque sobre todo entendió lo que San Josemaría Escrivá quería que fuese esta Universidad: un lugar con una identidad cristiana, abierto a todo el mundo, que debía tener un impacto en los estudiantes, en las personas que aquí trabajan y después en el mundo entero a través de la investigación", ha destacado el rector de la Universidad, Alfonso Sánchez-Tabernero. "Me parece revelador que haya fallecido junto a la primera piedra del edificio Central. Él dedicó casi toda su vida a impulsar esta Universidad, con gran acierto, con todo su saber intelectual y con toda la pasión de su corazón. Era una persona con proyecto, esperanza, afán de servicio, que deja en la Universidad una huella imborrable".

Francisco Ponz Piedrafita, que había acudido a un funeral, era asiduo en las instalaciones universitarias. Tenía por costumbre charlar con los profesores a los que dio clase.

Nació en una casa de la plaza de Lizana, desde donde sus padres se trasladaron cuando Francisco tenía diez años a la del Parque, residencia que posteriormente fue de su hermano Mariano, alcalde de Huesca de 1958 a 1966. Sus juegos en la plaza del Teatro Principal, sus correrías por las huertas hacia San Jorge o las Mártires, las excursiones a la ermita de Salas para proveerse de raíz e regaliz, no empecían para que se preparara a conciencia con los Salesianos para la Primera Comunión. Fue matriculado en el Colegio de Santiago Apóstol que dirigían José Samper y Máximo Seral. Estudió bachillerato en el Instituto que había heredado la sede de la Universidad Sertoriana y allí conoció a José María Albareda, que le impartió Agricultura desde su especialización en Ciencia del Suelo. De hecho, Albareda fue secretario y alma del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y Rector de la Univeersidad de Navarra.

Con el recuerdo de su pasión por los danzantes y la albahaca, las ferias de San Andrés y las procesiones de la Semana Santa, e incluso el Orfeón Oscense de José María Lacasa que su privilegiada memoria siempre evocaba, Francisco Ponz partió con 16 años, por influencia de Albareda, a Madrid para estudiar Ingeniería Agrónoma, pero la guerra que cortó su proyección fue el tiempo para madurar la idea de cambiar a Ciencias Naturales. En 1941, se Licenció y un año más tarde logró el Doctorado con tesis de Fisiología. Amplió conocimientos en Suiza, donde vivió "unas Navidades solo y sin noticias de nadie debido a la censura militar", declaraba a DIARIO DEL ALTOARAGÓN en 1991.

En 1944, se le concedió la cátedra de Fisiología de la Facultad de Ciencias de Barcelona. Tenía 25 años y explicaba ya Fisiología, Biología, Bioquímica y Enzimología. En 1966, se incorporó como rector a la Universidad de Navarra, convencido por la figura de San Josemaría (proyectó su relación con el barbastrense en "Mi encuentro con el fundador del Opus Dei".

Permaneció 13 años y después siguió como vicerrector hasta 1992. Prolongó hasta 1997 su trabajo en la Universidad, con una complementariedad "apasionante" entre la enseñanza y la investigación, con la especialización en esta última en la absorción intestinal y del transporte a través de las membranas biológicas. Medio siglo largo que dejó un legado fructífero: más de 170 artículos de investigación, seis textos científicos, cuatro manuales para estudiantes y multitud de trabajos sobre la educación universitaria.

En una entrevista en Nuestro Tiempo (publicación de la Universidad) con motivo del centenario en el que alumnos y profesores le rindieron homenaje, Francisco Ponz aseguró que, para dirigir la institución, hace falta "mucha paz. No hay que asustarse de nada. Serenidad, saber escuchar y estudiar juntos las raíces de los problemas". Desde su profunda espiritualidad, inspirada en las enseñanzas de San Josemaría, manifestaba que "lo importante son las personas, no las cosas. Me gustaría que los que vengan detrás sean mejores profesionales y personas".

En esa conversación, pronunciaba un deseo que se hizo realidad ayer: "Espero que Dios, con su inmensa misericordia, a pesar de tantas deficiencias personales mías, me acoja como buen Padre y me permita darle eternamente gracias". En ello está, ya, este oscense que ha llevado a la eternidad sus profundos conocimientos científicos y su contagioso humanismo.