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CORONAVIRUS

Huesca pasa del baile de novios y la barra libre a bodas de dos entregas

El sector de eventos cree que llega la recuperación tras perder el 70 % de su facturación

Preparativos para una boda este fin de semana en el Hotel Abba.
Preparativos para una boda este fin de semana en el Hotel Abba
S.E.

Si el 2020 fue un año nefasto en lo más importante, lo sanitario, las medidas para frenar la pandemia de covid (distanciamiento social, aforos limitados, prohibición de ciertas actividades...) hicieron que muchos sectores también cerraran un año para olvidar. Es el caso de los eventos de hostelería (bodas, bautizos y comuniones), cuya facturación se desplomó un 70 por ciento el año pasado y que ahora, con la flexibilización de ciertas restricciones gracias al efecto de la vacuna en la pandemia, parece empezar a levantar cabeza.

Además de la pérdida de facturación que señala la Asociación Provincial de Hostelería, hay otros datos que ejemplifican la debacle del año pasado en este sector. Si el Ayuntamiento oscense ofició en 2019, antes de la pandemia, 63 bodas, la cifra se redujo a 13 el año pasado y en lo que llevamos de este 2021 ya se han celebrado 12 enlaces aunque todo apunta que el número va a ir en aumento porque, con la relajación de medidas, “se están reactivando ahora”, apuntan desde elConsistorio.

La evolución es parecida en las bodas religiosas. La Diócesis indicó que el año previo al coronavirus se celebraron 75 en Huesca ciudad para descender hasta las 21 en 2020. En estos primeros meses de 2021, ya se han oficiado 17 y la previsión es que vaya en aumento.

En 2019, entre Ayuntamiento e Iglesia, hubo 138 enlaces que cayeron a 34 el año pasado

En cuanto a bautizos, la cifra se desplomó de 258 de 2019 a 96 el año pasado. La Diócesis aún no tiene datos de este ejercicio porque el cómputo se hace al acabar el año.

Respecto a comuniones, es cada parroquia la que lleva el recuento.

Las celebraciones de estos tres eventos se frenaron en seco con la llegada del coronavirus y muchas parejas decidieron aplazar su boda de 2020 a 2021 “e incluso a cuando acabe la pandemia”, explica Carmelo Bosque, del Castillo de San Luis y el Lillas Pastia. Pero año y medio es mucho tiempo y a los aplazamientos se suman también cancelaciones definitivas, bien porque los novios se han casado sin banquete y han decidido finalmente que no haya fiesta, bien por un embarazo que posterga sine die la celebración o bien por una ruptura de la relación, señala Bosque.

Por otra parte, también hay bodas en varias entregas. Lo habitual suele ser dividir el enlace en dos: el primero con la familia, el segundo con los amigos, pero incluso ha habido bodas repartidas en tres partes: familia más cercana, familia lejana y amistades. La mayoría de la gente “se casa sí o sí y no hay más vueltas que darle”, reflexiona Bosque, con independencia del aforo que haya -hoy de 40 personas en interiores y 70 en exteriores- y de todas las demás limitaciones, como la prohibición de la barra libre -un camarero va poniendo bebida de mesa en mesa-, del baile o de los aperitivos en mesas altas, así como un máximo de 10 personas por mesa. Las bodas se han reformulado en algo bastante extraño.

Son más pequeñas, algunas se dividen en dos celebraciones -familia y amigos- y se han esfumado a causa de las restricciones sanitarias algunas de las estampas más tradicionales, como el baile de los novios -que ahora están sentados y deben llevar mascarilla mientras no comen o beben-, el típico invitado que no se aleja de la barra libre o ese que no para de pedirle canciones al disc jockey, pero, como reitera Bosque, muchas parejas quieren seguir compartiendo con sus familias y amigos ese día tan especial a pesar de las limitaciones contra la covid -“el único enemigo”, recuerda-.

El también presidente de la Asociación Provincial de Hostelería reclama ahora que la pandemia va “bien gracias a la vacuna”, una nueva flexibilización y propone un aforo del 30 por ciento para interiores y del 50 por ciento para exteriores con límites de 150 invitados. Los grandes salones podrían así organizar bodas más parecidas a las de antes de la covid, con “hasta 100 personas dentro y 150 fuera en función de la capacidad” del establecimiento porque hay algunos salones “muy grandes”.

Salones y hoteles

Entre 25 y 30 bodas al año era “lo normal” en el Hotel Abba de Huesca hasta que llegó la pandemia, recuerda su director, Manuel Solanilla. El parón casi total del año pasado ha hecho que haya muchos enlaces aplazados y los contrayentes “están decidiendo si la hacen o no”.

En lo que llevamos de 2021, este hotel oscense ya ha celebrado cuatro bodas y para el mes que viene ya hay previstas otras tantas, así que “se está reactivando un poco” la actividad y probablemente vaya a más porque muchos novios “están esperando a (que se aumenten) los aforos”, dada la buena evolución de la pandemia.

Y si lo que son las bodas en sí han cambiado por la covid, también lo ha hecho la forma de organizarlas. “Se trabajan con fechas muy cercanas y ya para el año que viene creo que se trabajará con más tiempo”, admite Solanilla, que precisa que aunque ahora haya disponibilidad de fechas y espacios, se sigue respetando el “orden”, es decir, quienes tenían ya banquete previsto y lo suspendieron son “los primeros en coger fecha”.

Además de quienes todavía sopesan si celebrar la boda o no, también están quienes “se casaron por el juzgado y ya lo dan por hecho con una cena para la familia más cercana”, aunque el director del Abba manifiesta que “la gente tiene ganas de hacer cosas y de volver a encontrarse, pero el problema son los aforos”.

Solanilla ilustra esas ganas de reencontrarse y pasar buenos momentos juntos con una boda -no en su hotel, precisa- para 300 personas que se suspendió y que se ha retomado en muchas tandas con “un fin de semana con cada pequeño grupo de amigos” en las provincias y lugares de las amistades.

En otro hotel oscense, el Sancho Abarca, la reactivación todavía “no se nota”, admite Roberto Pac, pero sí se aprecia en El Capricho de Gratal, que está “como si fuera San Lorenzo”. Pac opina que esta diferencia se debe a que “la gente busca mucho salir y espacios naturales al exterior”.

En lo que concierne al hotel, el director cree que los banquetes comenzarán a reactivarse a partir de septiembre tras “un 2020 para olvidar” pese a las muy buenas previsiones que había, con “40 comuniones, más de 20 bodas y entre 30 y 40 autobuses anulados”.

En esta mitad de 2021 se están retomando entre “el 10 y el 15 por ciento” de las celebraciones suspendidas por el coronavirus “pero con un mínimo de personas”, marcado por unos aforos que llevan a que la media de asistentes a las comuniones sean de entre 12 y 15 personas y las bodas, “otro tanto”. “Pero estamos contentos porque de alguna manera y poco a poco esto está despertando”, expresa Pac, quien señala que “todavía hay miedo. Hay vacunas pero aún estamos en pandemia”.

Y desde El Cobertizo, a pocos kilómetros de la capital y lugar muy habitual para bodas, sí que notan una recuperación de los eventos. Con bodas y comuniones realizándose desde el mes pasado, Salvador Alagón comenta que “la gente está más animada” a retomar sus celebraciones paralizadas por la covid ahora que “hay más respiro con los aforos”. También hay quienes aún optan por esperar a que digamos adiós a la pandemia y a las medidas sanitarias para poder celebrar su convite “con todo el aforo” y todas las personas que en un inicio decidieron que les acompañaran en ese día.

Una comunión celebrada en El Cobertizo.
Una comunión celebrada en El Cobertizo
S.E.

El año pasado, la primavera fue un “parón total” y el verano algo se recuperó y, destaca, “con aforo normal”, pero con el recrudecimiento del coronavirus a partir de septiembre la actividad decayó nuevamente. “Ahora estamos más animados y, en definitiva, el teléfono suena porque llevábamos meses sin que sonara”, ilustra Alagón.

El director de El Cobertizo es optimista de cara a los próximos meses y cree que en cuanto se mejoren los aforos, “iremos mejor y estaremos más contentos nosotros y los clientes”. Con las actuales limitaciones, hay enlaces en los que se dividen los invitados entre el espacio exterior y el interior sin contacto entre ellos para respetar los aforos. “Es un poco triste dentro de un día tan feliz”, reflexiona Alagón.

Desde este establecimiento de Plasencia del Monte también han observado que muchas bodas que se aplazaron en 2020 están esperando a 2022 “e incluso están sin fecha”. El motivo de posponer las celebraciones, y en esto Alagón coincide con los demás miembros del sector, es la limitación en el aforo y expresa que “no es normal que esté restringido a 40 dentro” sin tener en cuenta las circunstancias de cada local. “Nosotros, por ejemplo, tenemos varios salones y en uno cogen 800 personas. Tener solo 40 personas es un poco absurdo. En un salón de 60 puedes meter a 40 y en otro de 800, también 40. Nos tenemos que adaptar pero también hay que cambiar” las actuales normas sanitarias y adecuarlas.