Huesca

GENTE DE AQUÍ

Carlos Pardos Martínez: “Hay numerosos activos fuera de las consultas que aportan salud”

Este pediatra colaboró en el protocolo de Prevención de la Mutilación Genital Femenina en Aragón 

Pardos en la sala de espera de Pediatría del Perpetuo Socorro, “divertida” gracias a los niños de la zona.
Pardos en la sala de espera de Pediatría del Perpetuo Socorro, “divertida” gracias a los niños de la zona.
S.E.

Cuenta Carlos Pardos Martínez (Zaragoza, 1958) que a los 12 años, “mientras realizaba unos ejercicios espirituales con el colegio, me llegó la certeza de que iba a ser médico”. Realizó los estudios de Medicina en Zaragoza “y ya en el primer curso llegué a tener otra certeza, supe que quería ser pediatra”. 

En 1983 comenzó la especialidad de Pediatría en el Hospital Infantil, en Zaragoza, y allí conoció a María Ángeles Lafarga, “una mujer extraordinaria que acabaría siendo mi esposa, y ya llevamos 38 años juntos”. “Ella era de Ayerbe, así que vinimos a vivir a Huesca, y empezamos a trabajar aquí”. Curiosamente ella primero en el Hospital de Barbastro y luego en el Centro de Salud Perpetuo Socorro, y él en el ambulatorio de Barbastro y, a final del 87, entró a trabajar en el Centro de Salud del Perpetuo Socorro, “donde durante mucho tiempo no fui el doctor Pardos, fui el marido de la doctora Lafarga, ya que era muy querida por muchas familias”. Pasado un tiempo se presentó a las oposiciones nacionales a Pediatría, “y como nos gustaba mucho Asturias, por la montaña, nos fuimos a Pola de Lena”, donde estuvo 4 años, hasta que pudo pedir traslado a Huesca. Desde 1994 ha trabajado de forma continuada en el Centro de Salud Perpetuo Socorro. “Un trabajo este -dice Pardos- con el que he disfrutado muchísimo hasta el último día. Yo no he conocido el síndrome de médico quemado, me voy feliz de mi trabajo”. “Parte de ello es debido al gran equipo con el que he compartido mi actividad profesional durante estos años”.

Es un hombre comprometido, que durante 10 años colaboró con el Grupo de Respiratorio de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, “con el que impartíamos formación sobre asma infantil”. Posteriormente entró en la ONG Médicos del Mundo. Tuvo la oportunidad de formarse en prevención de la mutilación genital femenina (MGF) en Gambia y colaboró en la redacción del Protocolo para la Prevención y Actuación ante la MGF en Aragón. Tras coincidir en Gambia con unos integrantes de la Asociación Amigos del Cayapas, que trabajaban en un área de selva fluvial de Ecuador, “participé en clínicas móviles y en la mejora de la salubridad de las comunidades indígenas allí existentes”. En esta actividad “continuó mi hijo, que sí ha seguido la tradición de sus padres, ya que trabaja como médico de familia en Cádiz, mientras mi hija se decantaba por la tradición de los abuelos paternos, trabaja como maestra en Jaca”. 

En 2015, Carlos conoció el Proyecto la Ciudad de las Niñas y los Niños (LCNN) de Huesca, cuyo objetivo es que las niñas y los niños sean protagonistas de la construcción de la ciudad, una idea que “me entusiasmó desde el principio, me cautivó”. “Los pediatras, y la sociedad en general, debemos escuchar a los niños”. Y surgió la propuesta, desde el Centro de Salud Perpetuo Socorro, de preguntar a los niños cómo querían que fuera su Centro de Salud. “Fueron los propios niños y niñas del Ceip Pío XII los que tras visitar el área de pediatría, nos comentaron, entre otras cosas, que la sala de espera era muy aburrida, así que formamos un equipo multidisciplinar con los responsables del Proyecto de LCNN de Huesca, del propio Ceip Pío XII, de las ludotecas municipales, y con la Unidad de Salud Mental Infanto-juvenil, y se puso en marcha el Proyecto ‘Hagamos Divertida la Espera’, donde las niñas y niños han diseñado y ejecutado la totalidad del mismo. ”

Todo esto le lleva a defender “el desarrollo de la atención comunitaria como clave para el futuro. Los centros de salud son esenciales, pero existen muchos problemas ocasionados por los determinantes sociales que solo desde la medicina no podemos abordar, por lo que tenemos que crear redes interdisciplinares, con asociaciones, con oenegés, con instituciones…, hay numerosos activos fuera de las consultas que son capaces de aportar SALUD -con mayúsculas- a la población”.

Subraya que “la reivindicación del nuevo Centro de Salud Perpetuo Socorro es algo fundamental. El Centro cuenta con unos profesionales de una calidad excepcional, pero a la gran presión asistencial (ahora exacerbada por la covid) se añade unas instalaciones muy precarias”.

Le preocupa, entre los menores, “el abuso de las pantallas, es un tema muy grave, y contra él hay que poner unas normas, limitar los horarios, no utilizar las pantallas como niñeras y, sobre todo, hay que hacer ejercicio y jugar con nuestros hijos”.

Finalmente propone una reflexión sobre la pediatría: “El pediatra, entre otras cosas, debe saber escuchar, ser muy paciente, no juzgar a las familias y promover la autonomía de los niños. Cuando tienen edad suficiente, es el propio niño quien tiene que expresar lo que siente. Y al niño, siempre antes de que lo explores, mirándole a los ojos le tienes que decir lo que le vas a hacer. Cuando tú le explicas, él colabora”. 

Ahora que se jubila quiere despedirse “agradeciendo a todas las familias la confianza que han depositado en mi persona como profesional de la pediatría con la esperanza de haber podido ayudarles en la salud de sus hijos”, y añade: “No me voy a desligar de la Ciudad de las Niñas y los Niños, si me necesitan seguiré trabajando con Médicos del Mundo, haré papel de abuelo con mis nietos, y espero seguir disfrutando de la montaña con María Ángeles”.