Huesca

CARRERA CONTRA EL CÁNCER

El día que se recibe el diagnóstico, “tu vida la aparcas”, “es como si vivieras otra paralela”

Hoy es la VIII Carrera contra el Cáncer en Huesca y tres mujeres que han pasado por esta enfermedad comparten su tránsito por este proceso

El Casino acogió ayer la entrega de dorsales para la VII Carrera contra el Cáncer de Huesca.
El Lillas Pastia, en el Casino acogió ayer la entrega de dorsales para la VIII Carrera contra el Cáncer de Huesca que se celebra hoy.
Javier Navarro

El día que se entrega un diagnóstico de cáncer, quien lo recibe, en muy poco tiempo, pasa a tener una vida diferente a la que tenía hasta entonces. Un día que puede ser cualquiera, en el que la confirmación puede llegar de casualidad, en forma de mirada preocupada de la radióloga, o mediante el resultado de unas pruebas que confirma las sospechas.

La forma en que el cáncer interfiere en la vida de las personas que lo padecen es transversal, inferida por factores genéticos, sociales, fisiológicos, económicos o psicológicos. Tras el diagnóstico, “tu vida la aparcas”, “es como si vivieras otra en paralelo”, coinciden M y S, dos mujeres de 52 y 46 años, de Huesca, que prefieren permanecer en el anonimato.

“De un día para otro, entras en un proceso muy difícil, que desconoces y que te desborda por todos los lados”, explica Aurora Ruspira, con 50 años, sobre su proceso con un cáncer de pecho, desde Huerrios, donde reside.

En su experiencia, a partir de entonces, todo va muy rápido. Se suceden las pruebas hasta llegar al tratamiento. En el caso de S, una operación para extirparle el estómago, que quería hacerse lo antes posible, porque “cuando te diagnostican, lo que quieres es vivir y recurres a todas las herramientas que tienes cerca para ponerte en marcha”.

A veces no solo basta con una operación, pueden necesitarse dos, una primera para extirpar, otra para reconstruir; o hay pasos intermedios que requieren una adaptación, como la necesaria tras una ileostomía, que en el caso de M -con un tumor en la parte posterior externa del útero- fue lo que más le costó, y “es que, es muy complicado”, porque la bolsa “se rompía, se salía, tenía que limpiarlo, todo eso con las cicatrices. Que te acostumbras, sí claro, pero es duro”.

En otros momentos, las dificultades se alejan de lo físico y se agarran a lo emocional. Se pasa miedo, al principio, y luego “no es que estés todo el tiempo triste, yo estaba enfadada también”, recuerda M. Para S, fue después de la operación, a los 6 o 7 meses: “Me dio un bajón”, explica. Después de un tiempo buscó apoyo profesional para ser acompañada en lo que para ella resulta el mayor hándicap, la alimentación, y mediante el asesoramiento de una nutricionista ha logrado ver claro su objetivo, no perder peso, haciendo sus cinco o seis comidas al día, aunque no siempre haya ganas. Mientras mejora, poco a poco

Una compañía para ese largo recorrido al que obliga esta enfermedad que se reduce principalmente a la familia más próxima y amistades, “muy pocas personas”, pues “son momentos muy duros en los que es muy difícil acompañar; a veces, solo quieres que estén ahí sin decir nada. Y ese papel es más difícil”, explica Aurora. Y una parte muy importante de ese "saber acompañarse", que dice Aurora, es "el poder hablar con mujeres que han pasado por lo mismo, dos amigas con un procesos similar, que me han acompañado muchísimo".

Un acompañamiento a personas enfermas de cáncer y sus familiares que hacen hoy 4.000 personas de modo simbólico, participando en la VIII Carrera contra el Cáncer que se celebra en Huesca.

Terminar con el tratamiento no significa para Aurora, ni para M, ni para S, haber acabado con la enfermedad. “Soy consciente de que el proceso no ha acabado. El mes que viene tengo pruebas y esa preocupación, intento que no, pero inevitablemente está en mi cabeza”, afirma la primera.

Aun así M no piensa en la enfermedad. “Tengo que ir a revisiones, pero no pienso que me vaya a ir mal. No tengo miedo, cuando antes de que me operaran iba con pavor a hacerme una ecografía”. ¿Qué ha cambiado? “Pues no sé si es la costumbre”, responde.

Tampoco siente que se tome la vida de otra manera; "quizás soy más fuerte, que si no quiero hacer algo no lo hago. No me importa decir que no a un plan si no me apetece". S sí ha cambiado: “Yo antes era la última, tenía que estar primero todo el mundo bien. Ahora yo soy la primera”, explica reafirmándose otra vez, "quererme más yo", y poniendo en práctica el darse prioridad, por ejemplo los días que tiene piscina. Aurora tampoco es la misma, “ves que somos vulnerables de verdad. Y las prioridades cambian”. 

Las tres de baja se encuentran en un momento diferente en relación a su situación laboral. Aurora está a punto de reincorporarse a su puesto de trabajo.  S todavía no se siente con energía suficiente. "Trabajaba a turnos. Aun no me veo capaz de volver a esa vorágine". M quiere volver a trabajar, porque "salir de todo el mogollón y de todas las operaciones era  lo que necesitaba. Hacer un corte. Vamos a hacer otra cosa ahora. Volver a trabajar. A retomar lo que tenía antes".