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María Jesús Sanvicente: “Somos ciudadanos muy hospitalarios, sinceros, trabajadores y honestos”

María Jesús Sanvicente
María Jesús Sanvicente
Pablo Segura

La tienda La Confianza es uno de esos comercios «de los de toda la vida» de Huesca. Los aromas, colores y sabores evocan entrañables recuerdos de la infancia a miles de oscenses al entrar por su puerta. María Jesús Sanvicente regenta esta tienda situada en la plaza de Luis López Allué, con 151 años de historia. Ejerce día a día orgullosa, con un trato personal y mimando a cada cliente. La familia Villacampa-Sanvicente conoce bien el valor de la cercanía, el territorio y sus gentes a través de su tienda, por ello, trabaja en unas memorias que reflejan el saber y la experiencia desde finales del XIX.

Podría decirse que usted es una figura emblemática de la ciudad. Conoce bien el territorio y sus gentes. ¿Cómo definiría la idiosincrasia de los del Alto Aragón?

—Me considero una oscense más, quiero mucho a mi ciudad e intento trabajar por ella. Soy mayor y la tienda me ofrece la oportunidad de conocer a muchas personas en ese trato personal a lo largo de muchos años, y me enriquece el saber de muchas historias y anécdotas de Huesca y su entorno. Desde mi pequeña experiencia, creo que los altoaragoneses somos ciudadanos muy hospitalarios, sinceros, trabajadores y honestos, y… “tozudos” en defensa de nuestro territorio y tradiciones.

¿Cuáles son los encantos de Huesca? ¿Cuál es el sitio al que siempre volvería?

—Cada rincón tiene su historia, su encanto y su tradición. En cualquier lugar me encuentro bien y disfruto de su tranquilidad y singularidad. Con frecuencia, recorro calles y barrios en paseos sin prisa y como desconexión de mi trabajo. Volvería y vuelvo a mis recuerdos de niña, los claustros de San Pedro, donde pasé ratos con las vecinas del barrio, era nuestro patio de recreo, juegos, risas y diversiones que nos hicieron felices bajo la atención de la señora Pilar, guardiana del monumento. A veces creo que el eco de esa felicidad infantil retumba en los capiteles del claustro.

Ultramarinos “La Confianza” es el comercio de referencia de Huesca, aúna cercanía y tradición. ¿Qué valor le da usted al servicio local?

—Una ciudad es el conjunto de comercios pequeños y medianos con especialidades distintas, con ofertas comerciales y profesionales que dan vida a las calles y barrios. Todo un trazado urbanístico comercial donde se encuentra servicio, empleo, ayuda y aportación positiva a Huesca. No me puedo imaginar lo que sería una calle con las puertas cerradas de estos imprescindibles servicios comerciales. Entre esas aportaciones al casco histórico está La Confianza, sin ser referencia de nadie, sí con muchos años de historia y siendo un punto para el turismo que viene al Alto Aragón.

151 años de historia dan para mucha clientela y anécdotas. ¿Qué personajes célebres han pasado por aquí?

—Todas las personas, amigos, vecinos y clientes que entran en La Confianza son igual de importantes. Eso sí, hay algunos que son más populares: actores y actrices, escritores, deportistas, políticos, cocineros, científicos , periodistas, etc., y siempre nos hace una especial ilusión.

Cuarta generación familiar. ¿Qué futuro le espera a La Confianza?

—Con ilusión veo un futuro seguro y prometedor, “La Confianza” cuantos más años cumple , más interés y valor tiene, soy consciente que soy el presente pero el futuro está en mi hijo Víctor, que quiere y se entrega a la tienda como toda la familia, y ese equipo Villacampa-Sanvicente me da alegría de una continuidad otros 150 años.

Su establecimiento es uno de los destinos de las rutas guiadas que ofrece la Oficina de Turismo. ¿Qué les muestra a los visitantes?

—La Tienda con su siglo y medio de vida comercial y los perfiles que mantiene está considerada como una de las más antiguas del mundo. Para los visitantes que se acercan a disfrutar de su belleza les hacemos pequeñas visitas guiadas comerciales de la tienda y la bodega, con anécdotas y recuerdos, es entrar en un viaje al pasado comercial.

La Confianza evoca olores, sabores e imágenes que quedan guardadas en la retina… ¿Con cuál se queda usted?

—Me quedo con el olor, sabor y gusto del bacalao, especialidad de la tienda.

¿Qué zona del establecimiento u objeto tiene mayor valor para usted?

—Toda la tienda, pero de manera especial los cajones llenos de legumbre y que mi padre me enseñó a abrir y cerrar sin dar la espalda al público.

¿Cuándo empezó a ser una tienda antigua, de las de toda la vida?

—Creo que la antigüedad se le empezó a reconocer con la creación de otro tipo de ventas y ofertas comerciales y el asentamiento de grandes superficies. La Confianza, lejos de arrinconarse, empezó a crecer apostando para quedar como testigo de que a veces mantener lo antiguo es un atractivo.

La Confianza ha resistido a la apertura de varios supermercados en los últimos años, ¿cuál es su secreto?

—No hay secreto, somos transparentes y sinceros. Tenemos toda la familia una vocación comercial heredada, un deseo de servicio, un trato personal, un querer a cuantos nos visitan, tratamos de ayudar y aconsejar, y como decía el abuelo: “en la tienda se atiende, para eso somos tenderos”, y orgulloso de ese trabajo.

El año pasado fueron distinguidos con el máximo reconocimiento de la ciudad. ¿Qué se siente?

—Sentimos un agradecimiento y emoción hacia nuestros antepasados, nuestros padres, mi marido y a cuantas familias y clientes han hecho posible la concesión de La Parrilla de Oro.

Otros medios de comunicación se han interesado por el establecimiento, entre ellos The New York Times. ¿Se ha planteado escribir alguna memoria?

—Sí, en ello estamos, en dejar escritas unas memorias de lo que fue el comercio de finales del siglo XIX y principios del XX. Toda la familia, mis hijos y hermanas, aportando el saber y la experiencia de cada uno para que salga a la luz lo antes posible.