Huesca

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Elena Palacio: "He hecho lo que tenía que hacer, ser luz para gente que está entre la sombra"

La responsable de programas en la Fundación Centro de Solidaridad Interdiocesano de Huesca dedica su vida a ayudar a los demás, 

Elena Palacio
Elena Palacio
Pablo Segura

Elena Palacio nació con la vocación de tender su mano a personas con problemas. En el año 1994, el obispo Javier Osés la envió a Zaragoza para que se formara en adicciones con el objetivo de abrir la Fundación Centro de Solidaridad Interdiocesano de Huesca (CSIH), Proyecto Hombre, que este año celebra su 25 aniversario. En la capital aragonesa aprendió, todo lo que pudo en la primera comunidad terapéutica especializada en heroína que se abrió en España. Psicólogos y terapeutas le dieron los conocimientos que luego aplicó en la ciudad de Huesca, donde en el año 1995 comenzó a atender a drogodependientes y a entrar en la cárcel del Perpetuo Socorro, donde realizaba terapias individuales y grupales porque había “muchos problemas de adicciones”.

Con tantos años viviendo en Huesca, ¿se siente altoaragonesa?

—Por supuesto. Ya cuando estudiaba en Zaragoza todo mi grupo de amigas era de Huesca y me adoptaron. Me dijeron: “Ven con nosotras que te vamos a hacer hija predilecta de Huesca”. Me invitaban a su casa, la ciudad me encantaba y de aquí me he sentido desde entonces. En Huesca me siento en casa.

¿Qué ha supuesto para usted desarrollar su labor en Huesca?

—Estoy muy agradecida. Cuando llegué a Huesca me impliqué en proyectos con Cáritas, donde fui muy feliz. Vi su filosofía de solidaridad y todos sus proyectos me encantaban. Trabajé con familias de etnia gitana, me impliqué en el mundo rural y otra de mis proyecciones fueron las chabolas de Apiés, donde como trabajadora social abordaba temas como el absentismo escolar y el Ingreso Aragonés de Inserción (IAI). También traté la situación de Ronda Isuela, con una intervención social con etnia gitana. Antes de entrar en Proyecto Hombre estuve trabajando con Secretariado Gitano, el Ayuntamiento de Huesca, en Servicios Sociales, un proceso que para mí también fue muy bonito. Si me he tenido que poner a cantar una saeta me la he cantado, pero el niño ha ido a la escuela.

¿Fue complicado poner en marcha el Centro de Solidaridad Interdiocesano de Huesca?

—De alguna manera, yo fundé Proyecto Hombre hace 25 años en Huesca, con muy poquitas herramientas porque a mí me formaron más para trabajar con los últimos pacientes de heroína. Encontré gente con esta adicción sobre todo en la cárcel, pero luego vi que en la ciudad había otras necesidades. Había que trabajar con los jóvenes y puse en marcha el proyecto de intervención preventiva en el mundo educativo. La salud mental fue otro de los temas que se abordaron. No teníamos unidad de desintoxicación y la verdad que el psiquiatra Carmelo Pelegrín nos ayudó muchísimo e ingresaba a estas personas. Era un trabajo en red y ayudaba a estos pacientes a reinsertarse en la sociedad.

¿Cómo han cambiado las adiciones en esos 25 años?

—Tras el boom de la heroína ha habido muchos cambios. Se pasó a los programas con chavales que consumían pastillas de éxtasis en los años 98 y 99. También destacaba el consumo de LSD, cocaína y alcohol. Luego comenzó a llegar gente con ludopatía en el 2000 y vimos que era otra adicción. En esta última década se han dado más las adicciones comportamentales, no solamente al juego y a las apuestas deportivas también al sexo, las compras, el móvil... esta última parte creo que responde más a un aislamiento y a una depresión social. Los videojuegos también generan una situación de ansiedad y de violencia entre los chavales.

¿Qué le supone a usted esta entrega a los demás?

Creo que soy la persona más feliz de la tierra. He venido a ayudar a la gente y lo estoy haciendo, aparte de haber creado mi familia, claro. He hecho lo que tenía que hacer, ser luz para gente que está entre la sombra y en el sufrimiento. El haberlo podido hacer me llena mucho el alma, la vida y el corazón. Mi trabajo lo vivo como una vocación, creo en él y lo disfruto. En estos 25 años he visto personas rotas, destrozadas, que luego se han transformado y eso me da un sentido de esperanza.

¿Cómo va a celebrar Proyecto Hombre Huesca su 25 aniversario?

—Vamos a ofrecer una gala muy especial en el Teatro Salesianos el 1 de diciembre. Además acabamos de recibir una mención especial del XII Premio Proyecto Hombre a la Solidaridad. Es un galardón que es una puerta abierta a la esperanza y a la libertad de las personas. Hemos intentado que a cualquier persona, tenga la problemática que tenga, reciba ayuda, escucha y acompañamiento.